
Helvetia Anaitasuna se ha metido en un lío del que no le va a resultar nada fácil salir. Los cinco tropiezos consecutivos frente a Barcelona, Villa de Aranda, Puente Genil, Logroño y Valladolid le han hecho acreedor del dudoso honor de convertirse en estos momentos en el farolillo rojo de la Asobal.
Para abandonar tan peliaguda posición, a la escuadra navarra le quedan otras cinco jornadas, con partidos a vida o muerte frente a rivales directos, pero también con enfrentamientos bastante complicados contra adversarios que se encuentran en la parte alta de la tabla y que están pugnando por objetivos diametralmente opuestos.
El primero de los casos ya se producirá este próximo domingo a las 12.30 en La Catedral. El conjunto dirigido por Quique Domínguez recibirá en la cancha iruindarra a un Bada Huesca tan apretado como él. El bloque aragonés le precede en la clasificación, aunque empatado con los mismos puntos, 14.
Precisamente, la extrema igualdad que existe en la parte baja es uno de los pocos factores a favor de Anaitasuna. Guadalajara también tiene 14 puntos en su casillero, mientras que Benidorm acumula uno más, 15, y Puente Genil suma 16. Hay que recordar que son dos los equipos que bajan a Plata.
Tras el duelo a cara de perro ante Huesca –quien salga derrotado quedará muy tocado deportiva y moralmente–, el cuadro blanquiverde tendrá que encarar un trío de envites de elevada competitividad. Para empezar, el sábado 3 de mayo a las 20.00, en el derbi que le medirá contra un Irudek Bidasoa claramente al alza, que ha recuperado la segunda plaza tras vencer al Granollers superándole en el gol average particular y que sigue muy vivo en competición europea.
Le seguirá recibir en Iruñea el 16 de mayo a las 20.30 al siempre complicado Ademar León que actualmente ocupa la sexta posición y con el que ya perdió por un gol (26-25) en el partido de la primera vuelta jugado a mediados de diciembre pasado.
Por si no fuera ya suficientemente complejo medirse a estos dos conjuntos, el último partido de esta ardua tríada lo tendrá que afrontar ante el equipo revelación del campeonato, un Torrelavega que le está sacando jugo a la importante inversión económica en forma de fichajes que realizó el pasado verano.
Dependiendo de lo que ocurra en estas cuatro jornadas, la última puede ser de infarto, con un Helvetia Anaitasuna jugándose la carta de la permanencia en su pista y frente a un Cangas Frigoríficos del Morrazo que, a esas alturas y si no se produce un descalabro para los asturianos, ya estará más que salvado, una situación que puede facilitar los intereses de los anfitriones.
Salidas y final de ciclo
La marcha de jugadores clave la pasada campaña –Juan Manuel Bar, Edu Fernández y Nicolás Bonanno–, sumada a la baja temporal de Antonio Bazán por motivos profesionales, ha resultado una pesada losa que se ha dejado sentir en el rendimiento de una plantilla cada vez más joven.
El goteo constante de salidas de talentosos canteranos en dirección a otros clubes con mayores aspiraciones deportivas y económicas ha acabado pasando factura a un equipo obligado a renovarse casi estructuralmente con cada cambio de temporada.
A ello hay que sumar el final de ciclo de Quique Domínguez en el banquillo blanquiverde, después de anunciar su adiós a principios de enero pasado tras cinco campañas al sustituir a Iñaki Ániz en el verano de 2020, firmando cómodas salvaciones y grandes momentos de balonmano.
Poco se le puede achacar al técnico pontevedrés, quien ha tenido que lidiar durante todo este tiempo con la partida de piezas importantes de su engranaje, a muchas de las cuales les ha dado la oportunidad de debutar en la máxima categoría del balonmano estatal, y que a buen seguro va a poner todo el empeño para que su andadura en Helvetia no finalice con un descenso.
Crisis institucional
La crisis deportiva que vive la escuadra navarra no es ajena a la institucional. Después de las últimas elecciones que trajeron consigo un cambio de la junta directiva, la SCDR Anaitasuna comunicó a sus socios a principios de este mes que la Hacienda navarra le reclama casi 850.000 euros correspondientes a los ejercicios entre 2018 y 2022.
Apenas una semana después, el pasado día 13, convocó una asamblea general en la que trasladó al medio millar de socios que participaron la grave situación económica que padece, con una deuda actual de 8,17 millones, lo que le ha obligado a iniciar un recorte de gastos desde principios de año.
Los orígenes de la sociedad Anaitasuna se datan en agosto de 1946, llegando a contar en su momento con casi 8.300 socios, una cifra que se ha venido reduciendo sobre todo a raíz de la pandemia hasta los 7.100 actuales, produciéndose nuevas altas recientemente en un intento de los nuevos rectores por obtener más ingresos.
Además de disponer de su propia peña sanferminera, esta sociedad aglutina a un buen número de secciones deportivas, entre las que destaca la de balonmano, con su equipo masculino en la máxima categoría, si bien ahora no va a ser ajeno a esta situación de crisis financiera y el plan de reestructuración que se ha implantado.

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