
Borghese en italiano no significa solamente ‘burgués’. Es también el apellido de una de las familias nobles más poderosas probablemente de toda la historia. Sangre azul, anteriormente mucho peso a nivel político, hoy día famosa en términos más pintorescos.
En la Edad Media, hasta en Renacimiento y más allá, se regateaban papas, cardenales y en general cargos muy importantes en el Estado de la Iglesia. Otros apellidos ‘icónicos’: Orsini, Colonna, Farnese, Caetani, Chigi o Aldobrandini. Algunos no venían técnicamente de Roma, pero una vez que un miembro de la familia se convertía en papa, ya había que quedarse en la Ciudad Eterna.
La familia Borghese tuvo un fuera de serie en cuanto a representación papal: Camillo Borghese, es decir, Pablo V. En el siglo XVII reinó durante 16 años, impulsó duramente la Santa Inquisición acusando a Galileo Galilei y fue muy amigo del entonces rey de España, Felipe II.
Conservador y mecenas, a nivel artístico dejó muchas huellas en Roma: la nueva fachada de San Pedro, la Fontana dell'Acqua Paula (la gran fuente en la colina del Gianicolo que aparece al inicio de la peli ‘La gran belleza’), y su residencia Villa Borghese, hoy día un maravilloso parque donde se puede visitar la Galleria Borghese, uno de los museos más ricos del mundo. Caravaggio y Gian Lorenzo Bernini, artistas inmensos, estuvieron entre sus protegidos.
Cuando murió en 1621 ya estaba preparada la capilla familiar. ¿Dónde? En la basílica de Santa María la Mayor, la misma donde hace diez días fue colocado el ataúd del papa Francisco.

Muchos Borghese reposan en esa enorme iglesia, cerca de la estación de trenes de Termini. Y entre ellos, uno de sus descendientes, uno que no fue peso pesado de la Iglesia sino del fascismo, alguien que intentó derribar las instituciones democráticas a través de un golpe de Estado: Junio Valerio Borghese.
La ‘X Mas’
«Memento audere semper», «Recuerda osar siempre». Un dicho en latín inventado por un italiano en el siglo XX, Gabriele D'Annunzio, poeta y héroe de guerra.
Osar, atreverse, en el combate como en la vida, un mensaje propicio para jóvenes descarados después de la Primera Guerra Mundial, que iban en busca de revancha.
D'Annunzio, que nunca fue fascista, pero con su actividad inspiró muchísimo a Benito Mussolini, para sus actividades bélicas utilizaba unos barcos rápidos y ágiles, llamados de hecho ‘Mas’, con las primeras letras de su lema, «Memento audere semper».
‘El Príncipe Negro’ montó un grupo militar para pelear duramente contra la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial
Un concepto casi místico, que inspiraría a otros grupos violentos. Y durante la Segunda Guerra Mundial al príncipe Junio Valerio Borghese –‘El Príncipe Negro’ de hecho era su mote–, que montó un grupo paramilitar en defensa de un fascismo que estaba de capa caída, peleando duramente contra la Resistencia. El nombre de este grupito era ‘X Mas’, con la X romana que significaba ‘décima’.
La Segunda Guerra Mundial acabó mal para el fascismo y en parte también para Borghese, que ya había tomado parte en la guerra del 36, naturalmente en el bando de la extrema derecha española.
Borghese no fue condenado por sus crímenes y se recicló como presidente del Movimiento Social Italiano, el partido más de derecha del panorama político italiano, prácticamente los herederos del fascismo. Sin embargo, la línea del MSI no le parecía suficiente y creó otro movimiento, aún más a la derecha, anticomunista y antiinstitucional, el Fronte Nazionale (el mismo nombre original del partido francés de Jean-Marie y Marine Le Pen).
El intento de golpe de Estado
Corría 1968, año especialmente caliente En Italia la tensión política iba subiendo, hasta las primeras «matanzas de Estado» como la de Piazza Fontana el 12 de diciembre de 1969. Grupos de derecha intentaban modificar el equilibrio democrático. La idea de hacer del país transalpino una especie de réplica de la ‘Grecia de los Coroneles’ era muy concreta.
Estas fuerzas ocultas veían al ‘Príncipe Negro’ uno de los mejores representantes. Borghese daba entrevistas en Francia donde cargaba en contra de la social-democracia y mientras tanto movía sus hilos. «Los mayores enemigos de Italia son los comunistas», declaró.
Algo, o alguien, paró en el último momento la intentona, que pretendía secuestrar al presidente de la República, ocupar los cuarteles...
El 7 de diciembre de 1970, por la noche, todo estaba listo para un golpe de Estado: una movilización masiva de 20.000 personas (incluido centenar de parlamentarios) con la misión de secuestrar el presidente de la República, Giuseppe Saragat, ocupar los palacios institucionales, los cuarteles de la Policía y la televisión pública RAI.
Todo estaba listo pero en el último instante algo, o alguien, obligó a Borghese a dar marcha atrás.
Nadie ha podido saber nunca la razón de aquel parón a la llamada ‘Operación Tora Tora’. Todos han sido siempre bastante discretos con las explicaciones. Solamente años después, con Borghese ya fallecido, se conocerían más detalles, inquietantes. A pesar de que los jueces establecerían que se había tratado de «un chiste de algunos viejitos nostálgicos».
Como siempre el mundo artístico italiano aprovechó la situación, y enseguida, para crear una obra de puro humor negro sobre esta historia: la película ‘Vogliamo i colonnelli’ (‘Queremos a los coroneles’), en que un grupito de nostálgicos intenta realizar un golpe de Estado con resultados desastrosos bajo el lema ‘Hay un gran pasado en nuestro futuro’.
Borghese se escapó a la España franquista, donde murió en Cádiz en 1974. Su cuerpo luego fue trasladado a Italia, a la tumba que se encuentra en la capilla de familia, en Santa María la Mayor, con todos sus antepasados. Ahora, a pocos metros de distancia del papa Francisco.

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