Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

Saski Baskonia se enfrenta al Maccabi en Belgrado y nadie sabe por qué, si «Tel Aviv es segura»

Después de hacer turismo por Bulgaria y llevarse un sopapo en forma de 114 puntos en contra, Saski Baskonia vuela hasta Belgrado para completar la tournée israelí frente a Maccabi, colistas de la Euroliga y último equipo de Euroliga al que los gasteiztarras superaron fuera de casa.

Markus Howard, ya reaparecido ante Hapoel, suele jugar bien ante Maccabi.
Markus Howard, ya reaparecido ante Hapoel, suele jugar bien ante Maccabi. (Raúl BOGAJO | FOKU)

Ya queda poco para que los conjuntos israelíes de la Euroliga puedan jugar en Tel Aviv tranquilamente y con su público. Como quien dice, el 1 de diciembre está a la vuelta de la esquina y el exilio a Sofía, en el caso del Hapoel y Belgrado, en el del Maccabi, tocará a su fin. Cabe recordar que se tomó esta decisión sin la oposición de uno solo de los clubes propietarios de la Euroliga, incluido Saski Baskonia, aunque los conjuntos turcos se apresuraron a quejarse, una vez tomada la decisión, de que no hubo votación alguna.

El 1 de diciembre no terminará, en cambio, el genocidio en Gaza, con muertos a manos de Israel cada día pese a estar oficialmente en mitad de un algo el fuego, con una ayuda humanitaria que no entra sino con cuentagotas porque Israel bloquea la entrada de esa ayuda. Pero pongámonos la sonrisa perenne y no siempre real de Sammy Davis jr y alegrémonos, hermanos. Pongamos a James Brown en plan reverendo y gritemos ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! El CEO de la Euroliga, Paulius Motiejunas, mientras frunce el entrecejo porque intuye que el NBA Europe le puede comer la tostada, al menos en parte, dentro de dos años escasos; mientras niega rotundamente que los clubes rusos puedan volver a la máxima competición europea de clubes de baloncesto «mientras dure el conflicto» en Ucrania; ese mismo Paulius Motiejunas celebra que «Tel Aviv es una ciudad segura». ¡Aleluya! ¡Gracias Señor, Dios Todopoderoso! Moscú también es una ciudad relativamente segura, dicen. Igual que Kazán, la capital tártara. O San Petersburgo. Pero vaya.

El Hapoel de Tel Aviv y el Maccabi podrán jugar a pista llena dentro de un par de semanas mientras que sus rivales deberán acogerlos les guste o no, y además deberán hacerlo a puerta cerrada, ¿qué es esa desfachatez de llamar genocidas a los pobrecitos clubes israelíes? ¿Acaso no pueden apoyar a las tropas, las famosas FDI –cínicamente conocidas como Fuerzas Defensivas de Israel–, como tantas y tantas veces han hecho los jugadores del Maccabi a lo largo y ancho de los años, aunque no tenga otra idea el Ejército de Israel que borrar Gaza del mapa mientras sigue planteando su proyecto del «Gran Israel», siendo Cisjordania su siguiente objetivo? ¿Acaso no puede el presidente del Hapoel Ofer Yannay escribir «Israel Vencerá» justificando todas y cada una de las atrocidades que antes, durante y después del 7 de octubre de 2023 ha perpetrado el Ejército del que dice representar su país?

El propio David Blatt, exentrenador de Olympiacos, Maccabi, los Cleveland Cavaliers o la selección de Rusia, en su día, retirado de los que desde hace años lidia con una esclerosis múltiple, no tuvo empacho en redactar una carta que la web de la Euroliga publicó donde hablaba del «derecho de Israel a defenderse», lo que viene siendo justificar todas y cada una de las barbaridades que el Ejército israelí viene cometiendo, o reírle desde el silencio las gracias al señor Ofer Yannay cuando, después de ganar a Saski Baskonia por 114-89, definiera la pantomima del martes por la noche con un dizque cómico «Muy sabrosos los pintxos».

Pierre Nodoyuna y Patán

En una semana en la que Euskal Selekzioa de fútbol jugará un partido con una inmensa carga simbólica con el seleccionado de Palestina, Saski Baskonia se ubica en el extremo opuesto de la dignidad humana, por más que duela admitirlo. Siendo el Maccabi uno de los propietarios de la Euroliga, y siendo Israel un estado que no está sujeto a sanciones, el hecho de que Tel Aviv sea «una ciudad segura» es la única traba que ha tenido que superar el conjunto macabeo. Todavía habrá que celebrar que no habrá sino unos pocos cientos de aficionados en el Aleksandar Nikolic Hall de Belgrado cuando a las 21.00 se lance el balón al aire y no un llenazo en La Mano de Elías. Quizá a Saski Baskonia le haya faltado reclamar que también ellos quieren visitar Tel Aviv y darse un baño de masas. Nunca se sabe.

Ánimos es lo que va a necesitar el conjunto de Oded Kattash. Último clasificado de la Euroliga junto con Asvel Villeurbanne con un balance de 2-8, el duelo de este jueves, émulo de la finalísima de la Final Four de la Euroliga en 2005 en Moscú tiene mucho de carrera entre torpes, una suerte de Pierre Nodoyuna enfrentándose a su propio reflejo, con la ahogada y cínica sonrisa de Paulius Motiejunas como un Patán de nuevo cuño.

Entre los aleluyas que habrá que gritar está también Markus Howard, no así Trent Forrest que regresó frente al Hapoel una vez superada su lesión en un dedo, y con el recuerdo de que el año pasado, 28 puntos del escolta de Nueva Jersey supusieron el triunfo por 89-95 de los gasteiztarras, siendo ese hasta la fecha el último triunfo de Saski Baskonia a domicilio en competición continental. Un 17 de diciembre de 2024 cada vez más lejano. Ya que no hay más remedio que tener que jugar ante el Maccabi, al menos a ver si los de Paolo Galbiati les pueden ganar. Aunque para ello, sería un detalle que los baskonistas se pusieran a defender de una vez también lejos de casa.

En cambio, al Maccabi le faltará el danés Iffe Lundberg, el último fichaje de los amarillos. Un Iffe Lundberg que en su día estuvo en la órbita de Saski Baskonia y que en febrero de 2022 salió del CSKA de Moscú a escape, siguiendo unos principios morales que se demuestra tiene la misma solidez de las que presumía Groucho Marx. Pero bueno, al menos «Tel Aviv es una ciudad segura» y este duelo se disputa en Belgrado.