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Ralf Rangnick da indicaciones durante el duelo entre el Manchester United y Brighton en Old Trafford.
Paul ELLIS (AFP)

El reto más difícil para «el profesor» de los maestros del fútbol europeo


En medio de una reforma integral, el alemán Ralf Rangnick ha sido el último elegido para liderar el proyecto deportivo del Manchester United, con la intención de asentar un liderazgo fuerte y establecer una pauta de trabajo renovadora para los próximos años. 

Desde la salida de Sir Alex Ferguson del banquillo de Old Trafford en primavera de 2013, el Manchester United vive su particular travesía en el desierto. Un periodo en el que los red devils apenas han ganado la Copa inglesa de 2016, la Europa League, dos Supercopas y una Copa de la liga. Saldo a todas luces insuficiente para una entidad que se ha gastado más de 1500 millones de euros en fichajes en nueve temporadas y que han sentado en su banquillo a técnicos tan prestigiosos como Van Gaal o Mourinho. En balde, más aún, cuando desde el ManU han asistido al constante crecimiento de sus vecinos del City, al ciclo triunfal del Liverpool de Klopp, la consolidación del Chelsea entre los grandes del continente, a la increíble hazaña del Leicester o a que el Tottenham construyese el estadio más moderno de Europa, disputado la final de la Champions en 2019 o haya fichado a un entrenador como Antonio Conte. 

No son las únicas señales de alerta para la entidad que en los noventa fue capaz de convertirse el mayor marca futbolística global, con un especial impacto en el mercado asiático. Ahora, en lo deportivo, clubes como el citado Leicester o West Ham aspiran a colarse deportivamente en un coto que parecía cerrado para el Big Six y otros como Newcastle o Southampton ansían dar un salto competitivo a corto plazo merced a las inyecciones de dinero de sus nuevos propietarios. La proliferación de técnicos extranjeros en la Premier, el impacto de la modernización llevada a cabo por la selección inglesa con Southgate al mando o la atractiva propuesta de juego por parte de entrenadores locales con experiencia fuera de la isla como Graham Potter invitaban a los rectores del Manchester United a una profunda reflexión.

A finales de noviembre, tras descolgarse de la lucha por el título doméstico, el gigante propiedad de los Glazer, una familia billonaria estadounidense que cuenta con gran contestación entre los hinchas de los rivales, decidió dar un golpe de timón destituyendo a Ole Gunnar Solksjaer. No era una decisión fácil, ya que el noruego es una leyenda del club –fue el autor del gol que dio el título al United en la mítica remontada en la final de la Champions de 1999 ante el Bayern–, había sido capaz de reconducir el rumbo tras el tenso paso de Mourinho y llevó al equipo al subcampeonato de la Europa League la pasada campaña. Su sustituto temporal fue otro exjugador como Michael Carrick, pero el foco estaba en el mercado. Se especuló con nombres como Zidane o, incluso, con la contratación del actual preparador del PSG Mauricio Pochettino. Sin embargo, el objetivo se dirigió hacia Alemania. Tampoco es algo casual, ya que sus tres principales competidores cuentan con técnicos germanos o con experiencia en la Bundesliga: Jurgen Klopp en el Liverpool, Pep Guardiola (ex del Bayern) en el City y Thomas Tuchel en el Chelsea. Asimismo, el preparador del Southampton, el austriaco Ralph Hassenhüttl, ascendió al Ingolstadt a la primera categoría alemana en 2015. 

El Manchester United buscaba una reforma integral, con la intención de asentar un liderazgo fuerte y establecer una pauta de trabajo renovadora para los próximos años. El elegido fue Ralf Rangnick, el hombre que había convertido a las franquicias futbolísticas de Red Bull en referencia futbolística mundial merced a su trabajo formativo, metodológico, analítico y tecnológico aplicado a la captación y desarrollo tanto de jugadores como de entrenadores. Meses atrás, había firmado como director deportivo del Lokomotiv de Moscú en un movimiento que sorprendió a muchos tras haber contado con propuestas de Milan o Nápoles en los últimos años. Los clubes transalpinos no dieron el paso de contratarle debido, entre otras cosas, al fuerte carácter de un Rangnick que suele exigir tener un absoluto control sobre todos los aspectos deportivos. El Manchester United, en cambio, sí que apostó por él, fichándolo del conjunto ruso y dándole mando en plaza. En primer lugar, nombrándole como entrenador hasta final de la presente temporada y situándolo como principal asesor deportivo para las dos siguientes. Un trabajo en el que ya toma decisiones, como las salidas de Martial y Van de Beek en el mercado invernal, la firmeza mostrada apartando a Greenwood tras ser acusado de violencia machista –el club borra gratuitamente el nombre de sus camisetas a los aficionados– o con el interés por el jugador del Olympique de Marsella Boubacar Kamara. 

Como técnico, su primera iniciativa fue nombrar al neoyorquino de origen portorriqueño Chris Armas como su ayudante, un preparador al que ya conocía de la estructura de Red Bull. En el banquillo le acompaña el escocés Darren Fletcher, pieza clave de los red devils que ganaron la Champions en 2008, que ejerce como director técnico del equipo y al que Rangnick ha alabado recientemente. Casi tres meses y en la antesala de los octavos de Champions ante el Atlético, el de Rangnick es un equipo en proceso construcción. Algo que, obviamente, también depara evidentes deficiencias. La reciente victoria ante el Leeds de Bielsa ha permitido a los mancunianos asentarse en la cuarta plaza, aunque no es menos cierto que cuentan con una ventaja engañosa, ya que Arsenal y Tottenham tienen partidos por jugar.

En lo futbolístico, en la Premier, han disputado 12 partidos, sumando 25 puntos, con siete victorias, cuatro empates y una única derrota. El saldo de goles a favor es de 21, por apenas 10 en contra. En la faceta de XG (goles esperados), mejorado en defensa, recibiendo menos tantos, pero han empeorado en ataque, por lo que el equipo genera menos situaciones claras. Hasta el momento, el principal borrón ha sido la eliminación en la cuarta ronda de la Copa inglesa tras caer ante el Middlesbrough en los penaltis. Más allá de los números, la irregularidad en el juego es manifiesta, acumulando decepcionantes empates ante equipos de la zona baja como Burnley y Newcastle o con la reciente igualada ante el Southampton, un partido en el que el discípulo Hassenhüttle le ganó la partida táctica al maestro.

Ralf Rangnick celebra el final del partido entre Manchester United y Brighton en Old Trafford. (Paul ELLIS/AFP)

Su equipo suele presentar un bloque de presión más alto con Solksjaer, con un dibujo más simétrico, en ocasiones con forma casi de rombo desde los centrales hasta el delantero, con laterales muy abiertos y buscando el juego combinativo. Ha apostado por el 1-4-2-3-1 o el -1-4-3-3, con planteamientos dinámicos dentro de los mismos, y su principal modificación ha sido dar la manija del equipo al escocés Scott McTominay, fijo en sus alineaciones. Asimismo, ha mostrado públicamente su confianza en que Jadon Sancho, gran apuesta del club, y en que el carrilero Luke Shaw recupere su mejor nivel. Otros aspectos internos también han generado preocupación, como su relación con Cristiano Ronaldo, otorgando la capitanía a Harry Maguire, en el marco de la disputa interna que parecen tener ambos futbolistas. 

Helmut Gross, su gran mentor en la escuela de Stuttgart

A sus 61 años, Ralf Rangnick creció en el seno de una familia germana que vivió los efectos de los cambios de las fronteras producidos tras el final de la II. Guerra Mundial. Su madre natural de Cracovia y su padre de Konisberg, nombre prusiano del actual enclave ruso de Kaliningrado, se conocieron en Liechtenstein en 1945 y posteriormente se asentaron en Baden-Wurtemberg. Una región de gran poderío económico, no en vano es la sede de empresas como Bosch, Porsche, Mercedes-Benz, IBM, SAP o Hugo Boss, y con un impacto capital en el fútbol alemán moderno.

Nacido en Backnang, a unos 30 kilómetros de Stuttgart, desarrolló su carrera como jugador en las categorías inferiores del equipo de la capital del estado federal. Alcanzó el filial de Los Rojos, mostrando siempre una gran curiosidad y vocación de entrenador. Así, Rangnick continúo con sus estudios de Educación Física, completando un año en la Universidad de Sussex en Inglaterra mediante un intercambio de alumnos. Durante aquel tiempo, también disputó partidos con el Southwick, un modesto equipo local de las ligas regionales. Tras su retorno a Alemania, ejerció el rol de jugador-entrenador en el segundo equipo del Stuttgart.

En 1986, en el seno de la federación de Baden-Wurtemberg, conoció a Helmut Gross, su principal mentor y al que ahora se ha llevado al Manchester United como asesor. Natural de Geislingen, había dirigido a equipos modestos como el de su localidad o al VFL Kircheim de la sexta división. No obstante, siempre ha sido un adelantado a su tiempo. Inspirado en el soviético Valery Lobanovsky, técnico que revolucionó el fútbol en los setenta implementando conceptos científicos, utilizando las nuevas tecnologías y aplicando criterios de la teoría marxista. Tal era su fascinación por el entrenador ucraniano, que Gross llegó a organizar un amistoso contra el Dynamo de Kiev en 1987, empatando a uno. La selección gala que ganó la Euro de 1984 con Michel Hidalgo, el austriaco Ernest Happel, el checo Zdenek Zeman o el entonces contracultural Milan de Arrigo Sacchi eran sus otras referencias. La presión adelantada para recuperar la pelota, la ausencia del líbero –puesto casi sagrado en el fútbol alemán– y el marcaje zonal orientado al balón eran las señas de identidad. Un planteamiento vanguardista también conocido como «el caos controlado». Al tiempo, Rangnick seguía con su carrera de jugador-entrenador en clubes regionales. En 1988, ya únicamente como técnico, firmó por el Korb, otra humilde escuadra de Baden-Wurtemberg.

Un año después, Gross tomó las riendas de la cantera del Stuttgart y su primera decisión fue implementar el mismo estilo de juego en todos los equipos de las divisiones inferiores. Su apuesta fue un éxito incontestable. Fichó a Rangnick para dirigir al juvenil sub19 y en 1991 se proclamaron campeones de Alemania. Otro de los entrenadores contratados durante la estancia de Gross fue Joachim Löw. La nómina de talentos captados y desarrollados en aquella época o durante la etapa en la que Rangnick fue entrenador del primer equipo es absolutamente brillante: Badstuber, Beck, Bobic, Gentner, Hildebrand, Hitzlsperger, Khedira, Kuranyi, Mario Gómez o Tasci, todos ellos internacionales. Lo que se conoció como «la escuela de Stuttgart». Un modelo que ha perdurado en el tiempo y que ha seguido generando jugadores de primer nivel como Gnabry, Kehrer, Kimmich, Kolasinac, Leno, Rudiger, Rudy o Werner. Thomas Tuchel, antiguo jugador del filial del Stuttgart y nombrado entrenador del juvenil cuando Rangnick volvió a principios de siglo lo define como «una inspiración, un modelo de fútbol para toda la región».

«El profesor» en la tele

Fuera del Stuttgart, Rangnick se fue al Reutilingen en 1995. Su buen trabajo llamó la atención del Ulm, otro conjunto de la región, que entonces militaba en Tercera. Tras finalizar en el sexto puesto, la siguiente campaña logró el ascenso a la Bundesliga 2. Categoría en la que su equipo comenzó la temporada 98-99 de forma espectacular, encadenando 16 encuentros sin perder. Su propuesta comenzó a llamar la atención, tanto que fue invitado a analizar su modelo de juego en el programa televisivo ZDF Sportstudio. Sus estética y modo de explicarlos le valieron el apodo, que aún conserva, de «el profesor». En aquella época, el término no estaba exento de sorna, actualmente es señal de respeto.

Prescindir del líbero, la figura encarnada por Becknebauer, Matthaeus o Sammer en los títulos de la selección germana en la era moderna, era casi un sacrilegio. Además de Gross y Rangnick, uno de los únicos que se había atrevido era Volker Finke en el Friburgo, club al que entrenó durante 16 años, con el que consiguió dos ascensos y un histórico tercer puesto en la Bundesliga de 1995. Le siguió Wolfgang Frank con el Mainz en Segunda. Un conjunto que en el eje de su defensa contaba con un zaguero llamado Jurgen Klopp. 

Ralf Rangnick junto a Cristiano Ronaldo después de caer eliminados ante Middlesbrough en la cuarta ronda de la FA Cup. (Lindsey PARNABY/AFP)

Camino del primer ascenso del Ulm a la élite, Rangnick se comprometió con el Stuttgart y, de hecho, finalizó la campaña 98-99 en el banquillo de Los Rojos. Tras un octavo puesto en su primera campaña completa, lograron el pase a Europa en la Intertoto. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados y en febrero de 2001 fue despedido tras perder contra el Celta en la UEFA. En su siguiente aventura, Rangnick bajó un peldaño para entrenar al Hannover, club al que devolvió a la Bundesliga tras 13 años de ausencia. Tras una buena temporada en mitad de la tabla, con el equipo fuera de la zona de descenso fue cesado en marzo de 2004. En junio de ese mismo verano, tras el fiasco de la selección alemana en la Eurocopa de Portugal, sonó como posible ayudante del nuevo seleccionador Jurgen Klinmsmann. El reto era mayúsculo, revitalizar el estilo y la plantilla del combinado teutón, además de renovar todas las estructuras del fútbol formativo, en la antesala del Mundial en el que fueron anfitriones. Finalmente, el elegido fue otro técnico originario de Baden-Wurtemberg y con pasado en el Stuttgart: Joachim Löw. El resto es historia.

Control total en Hoffenheim

Así las cosas, en septiembre de 2004, tras la repentina marcha de Jupp Heynckes, Rangnick tomó por primera vez las riendas del Schalke 04. Era su gran oportunidad y no falló. En dicho curso, llevó a los de Gelsenkirchen al subcampeonato de Liga y Copa. Sería cesado 15 meses después de su llegada tras no superar la fase de grupos de la Champions. Su currículum le proyectaba como futurible de alguno de los grandes de la Bundesliga, pero «el profesor» optó por una disruptiva y sorprendente. El verano de 2006 se hizo con el control de toda la estructura deportiva del Hoffenheim, situado también en Baden-Wurtemberg,  un club de Tercera con grandes ambiciones. Su propietario Dietmar Hopp, cofundador de la empresa de software SAP, con un patrimonio cercano a los 5300 millones de euros y uno de los personajes más controvertidos del fútbol alemán por su postura contraria a la regla del «50+1», quería llevar al equipo a la Bundesliga y lo consiguió dándole carta blanca a Rangnick. 

Junto a Gross, creo un modelo de trabajo que llevó al equipo a la élite en apenas dos años. Por el camino, formó un grupo de colaboradores de primer nivel con los que ha seguido contando posteriormente. Como director del fútbol base estaba Ernest Tanner, que posteriormente desempeñó la misma labor en el RB Salzburgo durante la regencia de Rangnick en el conglomerado de la multinacional. Actualmente, dirige la estructura del Philadelphia de la MLS. Su ayudante en el banquillo fue Markus Gisdol, natural de Geislingen como Gross, y que posteriormente le acompañó en sus experiencias tanto en el Schalke como en el Lokomotiv. A Rusia también se llevó Lars Kornetka, un analista de vídeo al que captó siendo un veinteañero, al que luego se llevó a Gelsenkirchen y nombró como asistente en el RB Leipzig. Tras la marcha de su mentor, actualmente ejerce como director deportivo del Lokomotiv. El técnico del Saint Gallen suizo Peter Zeidler, que también estuvo en Salzburgo, era otro de los miembros de su grupo de trabajo. El nombre más conocido es el de Julian Naggelsmann, que en 2010, con apenas 23 años fue designado como entrenador del equipo sub 17. Después, entrenaría al primer equipo, sería fichado por Rangnick para el RB Leipzig y ahora lidera al Bayern.

Entre los jugadores de los que dispuso Rangnick en el Hoffenheim estaba Sebastian Hoeness, con el que tras su pronta retirada fichó con apenas 32 años para entrenar en las categorías inferiores del RB Leipzig. Tras pasar por el Bayern, el club al que está vinculada su familia, ahora es el técnico de moda en la Bundesliga al haber situado al Hoffenheim en la tercera posición. En aquella plantilla también estaba el húngaro Zsolt Low, que luego le acompañó en el Schalke o Leipzig, pero que posteriormente se convirtió en el ayudante de Tuchel en el PSG y el Chelsea. Con dos ascensos consecutivos, situó a un casi desconocido club de Baden-Wurtemberg en la élite, tanto que en su estreno en la máxima categoría, alcanzó el liderato gracias a lograr 30 puntos en la primera vuelta. En su defensa destacaba un joven llamado Matthias Jaissle, que incluso fue llamado por la sub 21. Una rotura del ligamento cruzado y otra del tendón de Aquiles acabaron con su carrera a los 25 años. Sin embargo, Ragnick le tenía cogida la matricula y nada más retirarse le incorporó a la estructura de Red Bull. Tras estar en los juveniles de la franquicia de Leipzig, pasó a entrenar al Liefering –club nodriza en Austria–, antes de ser nombrado en2021 como entrenador del RB Salzburgo. Líder en Austria, ha clasificado a su equipo para octavos de la Champions y tuteó a todo un Bayern en la ida de los octavos.

El acierto a la hora de captar extranjeros como Luiz Gustavo, Carlos Eduardo, Demba Ba, Salihovic, Obasi. Ivisevic, Simunic, Sigurdsson o Firmino fueron clave en el desarrollo del equipo. Al igual que un trabajo de formación que ha ido produciendo valores como Amiri, Baumgartner, Hofmann, Kobel, Pascal Gross, Selke o Sule. En enero 2011, debido a las desavenencias generadas con el dueño tras la venta de Luis Gustavo al Bayern, Rangnick dejó el Hoffenheim. Apenas dos meses después, firmó por el Schalke 04, un conjunto que contaba en sus filas con Neuer, Raúl, Huntelaar, Howedes, Farfán o Rakitic y en el que dio continuidad a un joven Draxler. Mal en la Bundesliga, alcanzaron las semis de la Champions tras arrollar al Inter. En la antesala de la final, cayeron ante el Manchester United. Se pudieron desquitar en la Copa, venciendo por cinco a cero en la final al Duisburgo, y, posteriormente, en la Supercopa ganando al Borussia Dortmund de Klopp. En diciembre de 2011, Rangnick dejó el cargo porque padecía fatiga crónica.

Su gran obra en la estructura de Red Bull

Tras un tiempo de descanso, en junio de 2012, aceptó un nuevo reto: Ser el director deportivo del conglomerado futbolístico de Red Bull. Llegó de la mano de Gerard Houllier, antiguo seleccionador francés y entrenador del Liverpool que ganó la UEFA de 2001 ante el Alavés. El galo sería el máximo responsable de un entramado que entonces contaba con franquicias en Ghana (cerrada en 2008), Leipzig, Nueva York, Salzburgo y Sao Paulo. El equipo austriaco era el más pujante, ya que acababa de ganar las dos últimas ligas de y disputaba las competiciones continentales. El cuadro alemán, actual buque insignia, estaba todavía en cuarta división.

El crecimiento de los conjuntos fue constante. Prueba de ello es que el valor de los mismos se multiplicó por 10, la consolidación de las franquicias de Leipzig y Salzburgo en la Champions, los tres títulos de la MSL logrados por el equipo de Nueva York o el ascenso del RB Bragantino –nuevo nombre del equipo de Brasil– a Primera y su posterior clasificación para la final de la Copa Sudamericana. Unos éxitos sustentados en una decidida apuesta por un modelo de juego, el «gegenpressing» ideado por Rangnick y Gross. Junto a ello, el uso ciencia, el análisis y la tecnología en el fútbol, una decidida inversión en la captación y desarrollo de jugadores, además de la creación de una escuela de entrenadores supusieron una revolución total en métodos, herramientas y perfiles. La nómina de jugadores que han pasado por la estructura, haciéndola rentable también en lo económico, es impresionante: Haaland, Kimmich, Konaté, Mané, Matheus Cunha, Naby Keita Sabitzer, Schick, Upamecano o Werner son algunos de ellos. 

Ralf Rangnick saluda al guardameta De Gea al término del encuentro ante el Leeds United. (Paul ELLIS/AFP)

Algo que no hubiera sido posible gracias a unas bases sólidas y al trabajo profesionales de todas las áreas que actualmente extienden su talento por todo el mundo. En Salzburgo, por ejemplo, trabajaron Niko Kovac –que luego ha dirigido a Croacia, el Eintracht, el Bayern y el Mónaco–, Roger Schmidt que actualmente dirige al PSV Eindhoven, Adi Hütter que dirige el banquillo del Borussia Mönchengladbach o Marco Rose y Rene Maric, los dueños de la pizarra del Borussia Dortmund. Asimismo, Oliver Glasner, ahora técnico del Bayer Leverkusen, se formó como entrenador en las categorías inferiores del RB Salzburgo, igual que al anteriormente citado Matthias Jaissle. Jachen Sauer, actual responsable de la cantera del Bayern fue el director general de la franquicia austriaca durante cinco años. Christoph Freund, que también entró en el conglomerado de Salzburgo en 2012, está en estos momentos al mando de la nave.

En lo que a la franquicia alemana se refiere, su banquillo estuvo regido por Alexander Zorniger durante 3 temporadas, que luego dirigió al Stuttgart, al Brondby danés –donde tuvo a Jaissle como ayudante– y ahora está en el Apollon Limasol chipriota. En 2016, el elegido fue Ralph Hassenhüttl y en 2019 Julian Nagelsmann, el gran prodigio del fútbol alemán. Asismismo, Rangnick también mandó en la pizarra del RB Leipzig en dos etapas distintas. En la primera, contó con Achim Beierlorzer como adjunto, un técnico que después ha entrenado a Colonia o Mainz. En 2018, por su parte, reclutó a Jesse Marsch, que juntó con Chris Armas había ganado en dos ocasiones la MLS con el equipo neoyorquino. Posteriormente, el técnico de Wisconsin lideró con éxito al RB Salzburgo durante dos temporadas, antes de ser designado como sustituto de Nagelsmann en Leipzig. Sin embargo, su experiencia germana no cuajó y fue cesado en diciembre. El nuevo entrenador del Genoa italiano, Alexander Blessin también dirigió durante varios años en la academia.

La estructura, además, estuvo apoyada en otras figuras quizá no tan conocidos por el gran público pero con una importancia capital en el desarrollo del proyecto de Red Bull. Es el caso de Jochen Schneider, con quien Rangnick faenó en Stuttgart, como secretario técnico mundial entre 2012 y 2015. Otro nombre clave fue el del consultor deportivo austriaco Hans Leitert, uno de los profesionales más influyentes en el panorama europeo, que monitorizó el trabajo a nivel global y que actualmente desarrolla su labor para el Liverpool de Klopp o la UEFA. También conviene subrayar a Danny Rohl, que con apenas 21 años fue fichado como analista de vídeo para las categorías inferiores del RB Leipzig, cuatro años después pasó a desempeñar su función en el primer equipo y en 2018 se marchó al Southampton como ayudante de Hassenhüttl. Una temporada más tarde fue reclutado por Hansi Flick para ser su asistente en el Bayern, para después dar el salto juntos a la selección alemana. Todos ellos conforman un exitoso árbol genealógico con una notable influencia en todo el fútbol europeo con Rangnick y Gross como patriarcas y profesores.