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El éxito de la Eurocopa femenina y cómo aprender de los errores del fútbol masculino

El Mundial de Clubes no logra atraer al público mientras los jugadores alzan la voz contra un calendario insostenible. En paralelo, el fútbol femenino sigue creciendo y batiendo récords, aunque empieza a reflejar desigualdades ya conocidas en el fútbol masculino.

Nuevo récord de público presente en el estadio en una Eurocopa femenina, alcanzado antes de la final de esta edición. (Frank HOERMANN | DPA vía AFP)

«Si esto continúa así, llegado el momento no tendremos otra opción. Si le preguntas a cualquier jugador, te dirá que es una opinión general entre los futbolistas». Así se expresaba Rodri Hernández, jugador del Manchester City y de la selección española, en septiembre de 2024 acerca de la posibilidad de que los futbolistas declararan una huelga. Pocos días después sufrió una rotura de los ligamentos de la rodilla que le hizo perderse la temporada entera. La misma temporada que terminó con el estreno del Mundial de Clubes en los Estados Unidos.

El torneo se disputó en un país que no paró su competición liguera y que acogía al mismo tiempo la Copa de oro, equivalente norteaméricano de la Eurocopa. La FIFA se aseguró la presencia de los clubes europeos y de sus mejores jugadores garantizando un reparto de premios que asciende a los 1.000 millones de dólares. Sin embargo, no consiguió enganchar a los aficionados y presentó asistencias bastante bajas en muchos de los partidos, obligando a la organización a bajar los precios de las entradas. Por televisión, las audiencias reflejaron el mismo desinterés por el Mundial.

Todo esto ocurrió en un contexto en el que, el sindicato de futbolistas FIFPro Europa, había demandado a la FIFA por «establecer unilateralmente el Calendario Internacional de Partidos». Más adelante, el mismo sindicato se sumó a la demanda de las ligas europeas contra la FIFA, alegando abuso de poder y conflicto de intereses.

Poca afluencia de público en un partido entre Wydad AC and Al Ain FC en el Mundial de Clubes. (Kevin C. COX/AFP)

A pesar de las voces contrarias, la FIFA sigue adelante con el proyecto del Mundial de Clubes y países como Brasil, Qatar o Australia ya han mostrado interés por acoger la edición de 2029. La FIFA se empeña en apostar por un torneo nuevo con difícil encaje en un calendario ya de por sí saturado y que, en su primera edición, no ha despertado demasiado interés entre los aficionados.

Al mismo tiempo, se viene disputando la Eurocopa femenina en Suiza, con estadios llenos y récords de audiencia por televisión. Era previsible que en el Estado español o Inglaterra, cuyas selecciones disputarán la final, hubiera una buena respuesta por parte del público, pero también se han batido récords de audiencia en el Estado francés, Países Bajos, Noruega o Alemania. En cuanto al público presente en los estadios, igual que viene ocurriendo en cada edición de la Eurocopa desde el año 2009, en el actual torneo de Suiza se volverán a batir récords de asistencia total.

Estos datos evidencian el interés del público por el fútbol femenino y confirman el constante crecimiento de este deporte. A diferencia del fútbol masculino, donde el proyecto de la Superliga Europea ya había sido rechazado por los aficionados antes del pinchazo del Mundial de Clubes, cada vez que FIFA, UEFA o las ligas nacionales han hecho una apuesta por el fútbol femenino, el público ha respondido positivamente.

Hacia un crecimiento equilibrado

El crecimiento del fútbol femenino es un fenómeno incuestionable, sin embargo, hay señales de que se están reproduciendo algunos de los errores que viene cometiendo el fútbol masculino. Se están concentrando los recursos y los ingresos en las competiciones más importantes, entre ellas el Mundial o la Champions League, generando una brecha, que ya existe en el fútbol masculino, entre quienes disputan las competiciones de élite y quienes no obtienen acceso a ellas.

Las futbolistas internacionales de los clubes más importantes de Europa cuentan con salarios altos, aunque lejos de las cifras habituales en el fútbol masculino. También son las más exigidas en el aspecto físico y mental. Aitana Bonmatí ha disputado esta temporada 57 partidos y Mariona Caldentey ha llegado a los 60 encuentros. Cifras que reflejan los mismos problemas de saturación del calendario que presenta el fútbol masculino.

En la Liga F encontramos también problemas habituales del fútbol masculino, con clubes como Barcelona y Real Madrid, que cuentan con presupuestos cercanos a los 10 millones de euros y otros que difícilmente llegan al millón. Si salimos del fútbol de élite, la brecha aumenta. Estos días se está celebrando también la Copa América, donde, con la excepción de Brasil y en cierto modo, Argentina y Colombia, no se está haciendo la misma apuesta por el fútbol femenino. La consecuencia de ello es una competición que crece más despacio, con partidos que se disputan en estadios semivacíos y en la que muchas de las jugadoras no llegan a ser profesionales.

El informe publicado en 2024 por FIFPro, en colaboración con Football Benchmark, ponía en evidencia esta disparidad en el crecimiento del fútbol femenino y reclamaba un calendario equilibrado que favoreciera el desarrollo sostenible del fútbol femenino. La misma reclamación que hacen muchos de los protagonistas del fútbol masculino. Allí el problema parece encallado, pero el fútbol femenino todavía está a tiempo de evitar errores cometidos por sus compañeros.