Jose María Pérez Bustero
Escritor

No mirar tanto al sol, que deslumbra

Para la gente de la izquierda abertzale empezar el año nuevo es continuar asidos a nuestras heridas y expectativas. Acabamos de englutir los resultados electorales del 20 de diciembre, y hasta diciendo urte berri on nos reviene el sabor agrio de que nos han tomado la delantera tres partidos políticos. Podemos en Hegoalde, PNV en la Comunidad Autónoma de Euzkadi, y UPN en Navarra.

Hay un pregunta sencilla que nos viene a la mente ante dichos resultados. ¿Qué tienen esos partidos políticos para ganarnos en votantes? Vamos a echarles una ojeada. Empezando por el PNV comprobamos que tiene una característica innegable. Que reparte el nacionalismo, no de forma apasionada, sino en dosis, y prefiere hablar de economía y de nuevos proyectos. UPN, por su parte, habla de Navarra y se presenta como su defensor frente a supuestos afanes de anexión vascongada. Y en cuanto a Podemos, se presenta como el nuevo y gran escuchador de la gente y de la calle.

Pero ¿es que nosotros estamos ajenos a esas actuaciones? ¿No presentamos proyectos novedosos, no nos mostramos conscientes de la peculiaridad de Navarra, no somos los grandes escuchadores de la gente y de sus necesidades concretas? Desde luego, así es. Entonces, ¿que pasa? ¿Es que tenemos algo que recubre o difumina esa gran característica nuestra de contacto con la gente, con Navarra, con las problemáticas reales?

Va a ser que sí. Que hay algo en nosotros que nos dificulta ser vistos en todo lo que somos. ¿De qué se trata? Por decirlo en un lenguaje coloquial, sucede que dirigimos una y otra vez la mirada al sol, a los objetivos finales, y menos a las circunstancias diarias. ¿Suena muy hiriente esa afirmación? Recordemos nuestras expresiones más emergentes: el derecho a decidir sin techo competencial, el Aberri Eguna como expresión independentista, la afirmación de que no nos impedirán un proceso de independencia, el mostrarnos como un pueblo en pie que inunda las calles, el presentar la que llamamos «vía vasca» de decisión sin esperar a Madrid, nuestro remarcar la injusticia y el dramatismo de la situación de los presos y familiares.

Es que no tenemos otras perspectivas y expresiones totalmente concretas? Desde luego. Por citar algo, podemos resaltar nuestra postura sobre la riqueza y las grandes fortunas, el esfuerzo en fortalecer la sanidad pública, nuestro planteamiento de aumentar las ayudas sociales, la exposición de programas para los barrios. Un dato más. Nuestro lenguaje a la vista de la entera ciudadanía en concentraciones, en manifestaciones de todo tipo. Desde miles y decenas de miles, hasta superar las cien mil personas.

Sin embargo, por más que nos resulte sorprendente, en esa doble perspectiva nuestra la gente se queda más con la imagen de que funcionamos como profetas de este pueblo, y no como sus artesanos. Nos tienen por gentes impregnadas en el propósito de salvar Euskal Herria del poder central, pero sin mirar a los ojos a los vascos de hoy y ahora. O si se quiere decir de otra manera, que insistimos y miramos más el punto de llegada que el camino. Más al sol que a la calle.

«¡No se puede decir eso! ¡Nosotros hemos nacido de la calle, de la realidad, de los trabajadores, de la necesidad diaria de reaccionar!». Pues será así, pero un alto porcentaje de vascos nos ve lejos. Digámoslo de nuevo. Nos ven mirando al sol, es decir, al punto de llegada, a la independencia de Euskal Herria. Y no al suelo que estamos pisando. Nos creen poco enterados de que este es un país lleno de piezas todavía poco encajadas, de individuos que coinciden y disienten en muchos temas, de que la mayoría vivimos interesados ante todo por nuestra vida cotidiana. El sol nos deslumbrará.
 
Ahí está nuestro gran tema. Por ello, aunque nos duela, vamos a tener que retocar parte de la imagen que estamos dando. Y no es poco, pues implica varios cambios de lenguaje y operatividad. El primero de ellos, muy costoso por cierto, consiste en que en vez de hablar de y para Euskal Herria global, lo hagamos en y para los 50 municipios de Araba, los 88 de Gipuzkoa, los 114 de Bizkaia, las 158 comunas de Iparralde y los 272 municipios de Nafarroa del sur. Además de los distintos barrios de las grandes poblaciones. Así que no podemos conformarnos con pasar horas reunidos, debatiendo las grandes verdades y documentos internos, y haciendo estrategias específicas para determinadas fechas. Tenemos que salir de nuestros recintos y hablar y exponer y dialogar y saludar y citar y poner carteles y acudir a las aceras y centros de cada uno de esos lugares. No metiéndoles por ojos y oídos nuestras grandes ideas, e indicándoles que miren al sol, sino hablando, sugiriendo, reconociendo el nivel de vecindad, el sentido igualitario ya existente, la capacidad emprendedora y los caminos y posibilidades que tienen-tenemos delante. ¿Significa que debemos ir de psicólogos y manejadores de públicos? Mucho más simple. No quedarnos en el mapa íntegro de este país sino mirar y remirar las situaciones, contextos, escenarios concretos que lo componen. Eso sí, teniendo claro que a los vascos les gusta hablar y que les hablen. No que les manden y vendan consignas.  

En esa labor necesitamos tener clara otra perspectiva. Muy simple y difícil de digerir a la vez. Que Euskal Herria no se encuentra al final de ese camino que lleva a la independencia. Y que no empezará a existir como verdadero País Vasco solo al cabo de ese trayecto. Más bien, lo contrario. La verdadera Euskal Herria se encuentra a lo largo de él. Es una verdad que tenemos encubierta en la alacena de nuestros saberes. Nos encantan los datos etnológicos, históricos, lingüísticos pero no sacamos a la mesa que este país nuestro no se halla en la cima del monte sino en el camino que estamos haciendo. Donde abrimos camino allí está Euskal Herria. La otra, es decir, la Euskal Herria unida, cohesionada, euskaldun, plenamente socialista, independiente del Banco Mundial del Comercio, de la UE y del Gobierno de Madrid, ésa está en el horizonte. O en las nubes. No en casa.

O sea que si el PNV, Podemos y UPN nos siguen comiendo votantes a base de dar pasos cortos, ser poco definidos, o reduccionistas, no nos agobiemos. ¿Que eso quita velocidad a la marcha de Euskal Herria? Nosotros también hemos sido freno y desacierto a veces. Más aún. Aprendamos de ellos. Hablemos mucho más de economía. Hablemos mucho más de Navarra. Hablemos mucho más de la gente como elemento decisorio. Y tengamos claro que el método adecuado no es entrar en reyertas o contraposiciones. No vamos a construir Euskal Herria venciendo a los otros vascos sino yendo a ellos e infiltrándonos en su piel. Y si vamos por la Ribera de Navarra, la Rioja alavesa, Lapurdi, Benefarroa o Zuberoa, abramos bien los ojos a ver si nos llenamos de imágenes, de hablares, de sensaciones que completan nuestra insuficiente imagen de este país pequeño, diverso, complejo, que no quiere ser llevado arrastras sino de la mano.

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