Aitor Bezares

Adeu Espanya, el nostre no funciona!

El 22 de junio del 1981 se aprobaba la Ley del Divorcio, ley que permitiría la nulidad del matrimonio una vez demostrada su irreconciliación.

Su aprobación no estuvo exenta de bronca. De hecho, sólo recibió 162 votos a favor de un total de 350 diputados.

Hasta ese momento, las mujeres que decidían poner fin a su relación pasaban por graves problemas económicos y sociales. Sino que, embargo, no fueron pocas quienes decidieron romper amarras, aún no existiendo una ley que reconociera su derecho a orientar su vida desvinculada de quien se consideraba el principal sustento familiar. Y sufrirían por ello un vergonzoso rechazo por una sociedad que, poco a poco, ha ido aceptando con naturalidad la idea de la ruptura.

Y, queriendo salvar toda diferencia, quiero buscar un símil con el divorcio que pretende quien, además, no celebró boda alguna: Catalunya.

No existe una ley de desconexión y el número de diputados contrarios a esa ruptura es mayor que el del 81 con la ley del divorcio. Pero sí existe quien, desde hace años (si no siglos), viene reivindicando una relación distinta y siempre ha recibido el «no» por respuesta.

Nunca hubo ceremonia aceptada por ambas partes y la relación no ha sido ni equilibrada ni justa. Porque el Estado (el de los pantalones) siempre ha impuesto su naturaleza brava, negando cualquier cuestión que hubiera facilitado otro modelo de relación basada en el reconocimiento nacional que siempre le correspondió.

Pero Catalunya se va de casa. Y el de los pantalones quizá reaccione como reaccionaron (y reaccionan hoy muchos todavía) con la amenaza y la violencia.

Sólo espero que, quienes desde Euskal Herria observamos la escena con expectación e ilusión, nos sepamos poner las pilas porque estamos obligados a seguir vuestros pasos. Por solidaridad con Catalunya y por compromiso con nuestro pueblo. Para cuando quiera llegar esa «ley de divorcio» nosotros ya seremos libres.

Visca Catalunya lliure!!! 
Gora Euskal Herria askatuta!!!

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