La 65 edición del Festival de Cannes ha finalizado con la entrega de premios y, el más codiciado, la Palma de Oro, ha buscado dueño entre un puñado de películas que han gustado pero no impresionado, como «Amour», de Michael Haneke; «Mud», de Jeff Nichols, o «Holy motors», de Leos Carax.

Las quinielas estaban muy abiertas y, aunque había apuestas para todos los gustos, la Palma ha caído, por segunda vez, en manos de Haneke (ya la obtuvo en 2009, con «La cinta blanca»). En «Amour», el director austríaco demuestra que el amor es tanto ternura como pasión y cuenta con dos tremendos protagonistas, los franceses Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, que dan toda una lección de interpretación y emotividad y que desde el primer día apuntaron alto hacia los premios de interpretación, que al final han caído, en su vertiente femenina, en manos de las rumanas Cristina Flutur y Cosmina Straton, ambas debutantes en el cine, por su papel en «Dupa Dealuri» («Beyond the hills»), de Cristian Mungiu. Es una película radical, de largos planos secuencias y una bella fotografía, que combina con una fuerte crítica social. La cinta también se ha llevado el galardón al mejor guión.

El premio al mejor actor, por su parte, lo ha obtenido el danés Mads Mikkelsen, por su papel en «Jagten»(«The hunt»), de Thomas Vinterberg, uno de los premios más aplaudidos de la noche. Es una historia de falsos abusos sexuales con una enorme tensión contenida.

El mexicano Carlos Reygadas ha ganado el premio al mejor director por «Post Tenebras lux», cinta que ha provocado cierta polémica: es una historia de una gran belleza formal en la que no hay mucho que entender y en la que uno sólo puede dejarse llevar por las emociones.

Y el Premio del Jurado, por su parte, se lo ha llevado en Ken Loach, por su filme «The angel's share».