Beñat Zaldua
DONOSTIA

Gernika no olvida

El 26 de abril es una fecha grabada a fuego en la memoria de los habitantes de Gernika y Euskal Herria; fue el día en que se hizo de noche en 1937, a causa del bombardeo de la villa a cargo de la legión alemana Cóndor, bajo las órdenes del Ejército golpista de Franco. El 75º aniversario de tan fatídico día merecía elevar el recuerdo de lo sucedido a los altares de la memoria, para lo cual, el pueblo entero se volcó en una jornada de rememoraciones, homenajes y emplazamientos.

Teatro popular ‘Gernika sutan’, donde participaron alrededor de 200 vecinos. (Marisol RAMÍREZ/ARGAZKI PRESS)
Teatro popular ‘Gernika sutan’, donde participaron alrededor de 200 vecinos. (Marisol RAMÍREZ/ARGAZKI PRESS)

Aunque el aniversario venía cociéndose meses atrás, el pistoletazo de salida a los actos lo dieron, el 19 de abril, el pintor Ramon Unanue y la local Maialen Muruetagoiena, con la realización de un mural gigantesco que presidiría los actos de los siguientes días. Se trata de un mural con dos partes bien diferenciadas: la de abajo, gris y caótica, con edificios derruidos y habitantes huyendo del desastre, en memoria de un pasado que no se olvida; y la de arriba, llena de colores vivos y la inscripción: ‘Bakea, askatasuna, autodeterminazioa’, símbolo del presente y el futuro de Euskal Herria, según explicó el autor.

Este fue el espíritu que movió también infinidad de actos y mesas redondas con motivo del aniversario. Otro ejemplo es el de la entrega de los premios ‘Gernika por la Paz y la Reconciliación’, que fueron concedidos al expresidente alemán Roman Herzog, a Lokarri y a Gernika Gogoratuz. En el acto, celebrado en el mismo escenario en el que en setiembre de 2010 agentes políticos, sociales y sindicales firmaron el acuerdo que lleva el nombre de la villa para la consecución de un escenario de paz y soluciones democráticas, tanto el alcalde, José María Gorroño, como el coordinador de Lokarri, Paul Ríos, reclamaron un diálogo sin exclusiones.

Actos y homenajes los hubo de todo tipo, como el teatro popular interpretado por unos 200 vecinos y bautizado como ‘Gernika sutan’. La obra, estrenada el año pasado por primera vez, recrea el infausto día de mercado de 75 años atrás. Los medios de comunicación también tuvieron su papel en el aniversario. Mientras GARA regalaba una litografía de Néstor Basterretxea para la ocación y ponía a la venta el libro ‘Gernika. Memoria de un pueblo bajo las bombas y el fuego’, EiTB estrenaba  la TV-Movie de 75 minutos ‘Gernika bajo las bombas’. En la calle, periodistas de diversos medios rindieron homenaje al busto de George Steer, cuyo testimonio del bombardeo en las crónicas de ‘The Times’ y ‘The New York Times’ resultó vital para frenar la intoxicación informativa del franquismo desde el primer momento.

También hubo espacio, en los días del aniversario, para conocer de primera mano el testimonio de supervivientes de otra carnicería como la de Nagasaki, o para celebrar un juicio popular contra el franquismo, bajo la iniciativa de Ahaztuak, que denunció el «modelo español de impunidad». Una impunidad que se refleja a la perfección en la masacre de Gernika, que el Estado español ni reconoce ni olvida. Así se pudo comprobar en las maniobras realizadas por el Ejército español en días previos en Elgeta, así como en el control de la Guardia Civil colocado a la entrada del pueblo el mismo día del aniversario.

Pero el homenaje más sentido, probablemente, fue el de los cuatro minutos de solemne silencio en los que se sumió Gernika entera al mediodía, resumidos en la frase portada por los jóvenes del pueblo: «Ez da horren erraza izango; gure gurasoen eta aititen barne suak gugan jarraituko du urte askotan zehar» (No será tan fácil; el fuego interior de nuestros padres y abuelos seguirá en nosotros durante muchos años).