Dabid LAZKANOITURBURU
DONOSTIA

La falla asiática de Afganistán

En las siguientes líneas, el jefe de la sección Mundua de GARA, Dabid Lazkanoiturburu, analiza el contexto en el que coinciden la reunión del club de Shanghai y la visita de Leon Panetta, jefe del Pentágono, a Asia.

La cumbre en Pekín del club de Shanghai (China, Rusia y cuatro antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central) coincide en el tiempo con la llegada del jefe del Pentágono, Leon Panetta, a India, en el marco de una gira que le ha llevado estos días al sudeste asiático.

El secretario de Defensa anunció el pasado lunes en Vietnam que EEUU concentrará en la próxima década el grueso de su flota miliar en la región Asia-Pacífico. Ya en Nueva Delhi, Panetta apostaba por convertir a India en el eje de la estrategia estadounidense en el continente asiático.

Lejos, geográficamente, pero cerca en términos relativos y geopolíticos, Rusia y China ratificaban en Pekín su entente en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. Además de reiterar su sintonía a la hora de situarse como un dique frente a los planes occidentales contra el régimen sirio, ratificaron su apuesta por una salida negociada a la crisis en torno a la cuestión nuclear entre Occidente e Irán, país este que tiene estatus de observador en el club eurasiático.

Pero, más allá de las distintas pugnas geoestratégicas que enfrentan a las economías emergentes con EEUU (Irán, Siria, el control del Mar de China), tanto la escala de Panetta en India como la cumbre de Pekín responden a una estrategia de reposicionamiento de los distintos actores del drama en torno a Afganistán. La retirada, aunque no sea total, de EEUU y de sus aliados, es cuestión de meses y Washington no quiere perder pie.

En este marco, los intereses de Moscú y Pekín no son los mismos –Rusia vincula el futuro de Afganistán con el control de su «espacio vital asiático», premisa que le llevó en los ochenta a caer en la trampa afgana. China busca, por su parte, seguir expandiendo su colonialismo económico hacia las vastas estepas asiáticas y sus importantes recursos naturales, cuyo control es vital para el actual modelo desarrollista chino.

Los intereses de ambas potencias no son los mismos pero convergen y se enfrentan a unos EEUU que tratan por todos los medios que el fin de su sangrienta aventura militar afgana no se convierta en una reedición de la deshonrosa retirada de Vietnam.

Afganistán es a día de hoy la falla asiática, escenario central, aunque no el único, de la colisión de distintas placas tectónicas o geopolíticas. Y la importancia de esta pugna explica que los aviones que estos días trasladan a Panetta, Putin, Jintao y a sus respectivas delegaciones se crucen estos días en el cielo asiático.

Porque si las coincidencias son ya de por sí raras en política internacional, simplemente no existen en el que pronto será, si no lo es ya, el nuevo centro de la lucha por el control del mundo: Asia.