Joseba Iturria
Donostia

Los contrarrelojistas, dispuestos a aprovechar una oportunidad única

Evans y Wiggins son los grandes beneficiados de un recorrido con 101,4 kilómetros de contrarreloj individual y solo tres llegadas en  alto en puertos que no presentan gran dureza. La ausencia de los mejores escaladores, Contador y Andy Schleck, también les ayuda.

Cadel Evans intentará repetir el triunfo del año pasado. (Joel SAGET / AFP)
Cadel Evans intentará repetir el triunfo del año pasado. (Joel SAGET / AFP)

Lieja da el banderazo de salida a un Tour marcado por los 101,4 kilómetros de contrarreloj individual y las escasas tres llegadas en alto en puertos que no son propicios para marcar grandes distancias. Si estas dos circunstancias no fueran suficientes ventajas para los contrarrelojistas, la ausencia de los dos mejores escaladores del último lustro, Alberto Contador y Andy Schleck, deja a corredores como Bradley Wiggins y Cadel Evans ante una oportunidad única que no querrán desaprovechar.

Además el inglés estará arropado por un equipo Sky que en la Dauphiné se exhibió al pasar los grandes puertos alpinos con cuatro corredores en un selecto grupo de ocho unidades. La superioridad de Wiggins y de sus compañeros fue insultante y la gran duda estriba en saber si el Team Sky ha medido bien su preparación para llegar en la forma ideal a la tercera semana en la que se decidirá el Tour en las etapas de Pirineos y en la última crono de 53,5 kilómetros.

Como Wiggins y Sky respondan igual que en la Dauphiné, ASO se puede encontrar con un Tour nada espectacular porque han situado las tres únicas llegadas en alto en puertos ideales para un ciclista como el inglés.

La llegada de la séptima etapa a La Planche des Belles Filles solo tiene 5,9 kilómetros de subida al 8,5% de media tras una jornada sin ninguna dureza. La llegada de La Toussuire tiene 18 kilómetros al 6,1% y la de Peyragudes, 15,4 kilómetros al 5,1%. Kilometrajes y porcentajes ideales para corredores como Wiggins.

Cuando ASO presentó el recorrido no sabía que no iban a correr Contador y Andy Schleck, pero con ellos y mucha más dureza el último Tour se decidió en la última crono a favor de Evans y una cosa es mantener la emoción hasta el final y otra atentar contra el espectáculo. Mientras las demás grandes apuestan por buscar finales espectaculares de gran dureza, el Tour se decanta por lo contrario, quizás influidos por los grandes problemas para la evacuación de los equipos y de la caravana que se generaron en la última edición en las etapas que acababan en altos míticos como Alpe d’Huez o el Galibier.

Un Tour menos duro
Pero una cosa es evitar esos problemas y otra eliminar las llegadas en alto más atractivas porque eso reducirá el interés y las audiencias televisivas. Tampoco han buscado finales cerca de puertos de dureza. No hay una cima de categoría especial a menos de 30 kilómetros de meta.

Al margen de los 101,4 kilómetros repartidos en los 6,4 de la prólogo de hoy de Lieja, los 41,5 de la novena etapa y los 53,5 de la penúltima, las diferencias solo se pueden esperar en la primera llegada en alto de la séptima etapa de La Planche des Belles Filles, en una etapa de Alpes y en dos de Pirineos.

Porque en la primera de Alpes la última subida del Gran Colombière queda a 43 de meta y en la tercera el último puerto de Primera estará ¡a 146!. En la segunda alpina sí se suben dos fueras de categoría, la Madeleine y la Cruz de Hierro, antes de acabar en La Toussuire (Primera). Además a su espectacularidad puede ayudar que solo tenga 148 kilómetros de recorrido.

Más dureza presentan los Pirineos, pero tampoco hay muchas opciones para abrir diferencias. En la primera con final en Foix se suben dos puertos de Primera casi seguidos, Lers y Péguère, pero el último queda a 40 de meta. 

La etapa más dura es la que acaba en Bagnères de Luchon tras subir Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, desde cuya cima a meta quedan 16 kilómetros de bajada. La última de montaña es la más corta, 142 kilómetros, y eso invita a intentarlo de salida en el col de Mente. A 31 de meta queda el puerto de Balès de categoría especial y se acaba en Peyragudes, sin llano entre ellos.