Alberto Pradilla
Gaza

Menos actos pero con gestos en clave de unidad palestina

La iniciativa del Gobierno de Mahmud Abbas para que Palestina sea reconocida como estado observador en la ONU se recibió en Gaza en clave de unidad interna y con las heridas de la última agresión israelí todavía abiertas. Una marcha en la que no participaron ni Hamas ni el FPLP dio la réplica a las celebraciones de Ramallah.

Ciudadanos palestinos celebran la votación en las calles de Gaza. (Patrick BAZ/AFP)
Ciudadanos palestinos celebran la votación en las calles de Gaza. (Patrick BAZ/AFP)

«Es la primera vez que nos manifestamos desde 2007... Ha pasado mucho tiempo», señalaba, con gesto alegre, Mahmud, un joven palestino militante de Al Fatah que había participado en la manifestación de la mañana y que esperaba en una cafetería del centro de la ciudad de Gaza hasta que llegasen los resultados de la votación. Tras algún ruego, había logrado que el local instalase una pantalla para seguir el debate. «Por la mañana hemos salido, pero por la noche, se llenarán las calles», afirmaba.

Como era de prever, los actos previos al momento de posicionarse la asamblea no llegaron al nivel de las grandes exhibiciones de Ramallah, Nablus u otras ciudades de Cisjordania. Una marcha, que unió el centro de Gaza con las oficinas de las Naciones Unidas en la Franja, centró el programa. En ella podían verse banderas de Al Fatah y carteles con el rostro de su presidente, Mahmud Abbas. También se sumaron miembros de otras formaciones, como el FDLP. Aunque en la enorme manifestación de celebración del fin del ataque israelí ya confluyeron miembros de todos los partidos, la de ayer constituye la primera ocasión en mucho tiempo en la que los seguidores del partido fundado por Yasser Arafat desfilan sin problemas tras las divisiones surgidas después de su intento de golpe de Estado en 2007.

Quien no participó, aunque tampoco se opuso a que la marcha se desarrollase, fue Hamas, que gobierna desde las elecciones en 2006. Tampoco el Frente Popular para la Liberación de Palestina. «Abbas ha vendido a su pueblo», aseguraba, por la noche, Yihad, miembro del partido. Luego matizaba: «no lo veo mal como primer paso», recordando que en Ramallah su formación sí que había acudido.

En Gaza, la resistencia islámica (y parte de la izquierda) se había mostrado reticente al proyecto de Abbas. Aunque, al final, dio su visto bueno. Sin embargo, ayer optó por no apoyar explícitamente el acto. Tampoco puso obstáculos. Un gesto interpretado en clave de unidad nacional en un territorio asolado por las continuas agresiones israelíes (la última, hace una semana, costó la vida a más de 160 palestinos) y por el bloqueo, que todavía les ahoga pese a que el Gobierno de Mohammed Morsi en Egitpo haya abierto levemente las puertas de Rafah.

«Palabras, solo palabras»

«Es una buena noticia para los palestinos. Todo lo que sea recabar apoyos, es significativo». Mohammed, acompañado de su mujer y su hija, no quería definirse políticamente, aunque observaba con curiosidad una bandera de Al Fatah a la venta en la calle Omar Al Mukhtar, que recuerda al líder de la descolonización libia. Él no se había manifestado, aunque destacaba la importancia de que todos los grupos pudiesen llegar a acuerdos. Basem, taxista, ponía sus pegas. «Esta votación no deja de ser más de lo mismo: palabras, solo palabras», afirmaba, mientras que señalaba insistentemente el edificio de la Policía palestina, reducido a ruinas a causa de un bombardeo hebreo.

A la cautela ante los efectos reales de la votación, también se le suma un miedo latente. ¿Cómo puede responder Israel ante lo que considerará una derrota diplomática? «Nunca te puedes fiar», señalaba Mohammed. La palabra unidad se escucha constantemente. Aunque, también, las dudas hacia cuál será el efecto real tras el debate.