Beñat Zaldua
Iruñea

La crisis como excusa para imponer una agenda ideológica

Naomi Klein ya explicó en la ‘Doctrina del Shock’ cómo se aprovechan las épocas de crisis para presentar como imprescindibles medidas que en cualquier otro contexto serían imposibles de aplicar. Es lo que está pasando en el Estado español, tanto en el ámbito socioeconómico como en el nacional.

La crisis como pretexto para aplicar reformas ideológicas. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)
La crisis como pretexto para aplicar reformas ideológicas. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Nadie está en situación de negar la crisis, por lo que cabe admitir que al Gobierno de Rajoy le está tocando asumir medidas que preferiría evitar. Sin embargo, muchos de los recortes y las reformas impulsadas por el PP para luchar, supuestamente, contra la crisis tienen un trasfondo ideológico. Aprovechan de esta manera la excusa de la recesión para aplicar medidas que, de otro modo, les sería difícil aprobar. No están inventando nada nuevo, al fin y al cabo, no es más que un ejemplo de manual de la ‘Doctrina del Shock’ desarrollada por Naomi Klein: aprovechar situaciones de ‘shock’ y de crisis para pasar por imprescindibles medidas que en un contexto normal serían imposibles.

Como en muchos otros lugares a lo largo de la historia, el Gobierno del PP está aprovechando la crisis para imponer un modelo económico y social acorde con su ideario neoliberal. Buena muestra de ello es la reforma laboral aprobada en el primer semestre del año, que, lejos de parar la sangría de desempleados, ha multiplicado los despidos y los ERE en infinidad de empresas.

Lo mismo ocurre con la reforma del Código Penal impulsada por los ministros de Interior, Jorge Fernández Díaz, y de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, en la que destaca el endurecimiento de las sanciones para la violencia callejera y la tipificación como delito de atentado de la «resistencia pasiva o activa», es decir, la desobediencia civil. Interior pretende, además, adecuar el Código Penal a los nuevos tiempos, para lo que considerará «delito de integración en organización criminal» difundir a través de Internet convocatorias que deriven en «violentas» y que «alteren gravemente el orden público».

De hecho, Gallardón, que pasaba por ser la cara de la derecha más amable y moderna, ha sido el encargado de impulsar algunas de las reformas ideológicas más conservadoras. Además de la reforma del Código Penal, también ha impulsado la revisión de la Ley del aborto aprobada por Zapatero, pretendiendo regresar a la situación anterior a la Ley de 1985 y permitiéndose hacerlo, además, para luchar contra «la violencia de género estructural» que, según el ministro, obliga a muchas mujeres a abortar.

‘Doctrina del Shock’ a la española

Todos los estados tienen sus particularidades y el español, como ya se sabe, no es menos. Así, aplica de un modo ‘sui generis’ la ‘Doctrina del Shock’, ya que, a las reformas económicas que Klein desgrana en su trabajo, el Estado español añade reformas de cosecha propia, como son las que responden al conflicto nacional en el seno del Estado.

La reforma educativa del ministro de Educación, José Ignacio Wert, es el resumen perfecto de ello. Por un lado, impone un sistema educativo más propio de mediados del siglo XX, con la eliminación de asignaturas como la de Educación para la Ciudadanía, con evaluaciones constantes y con clases llenas a rebosar de alumnos. Por otro lado, la reforma les sirve también para aumentar el porcentaje de currículo escolar impuesto desde el Gobierno central, así como para favorecer la enseñanza en castellano en las naciones con dos lenguas, como es el caso de Euskal Herria, Catalunya y Galiza.

Este aprovechamiento de la crisis para recentralizar las competencias e intentar poner fin al modelo de estado de las autonomías –o más coloquialmente, ‘cafe para todos’– se observa sobre todo en las medidas económicas del Gobierno central, que tienden a ahogar las maltrechas cuentas de las comunidades. Mientras Europa ha rebajado en dos ocasiones el objetivo de déficit para el Estado, este no ha hecho más que aumentarlo para las comunidades autónomas, dejándolo en un 0,7%. De esta manera, ya son varias las comunidades que se han tenido que acoger al Fondo de Liquidez Autonómico –serán más en 2013–, algo que deja sus economías en mano del Gobierno central, al que le va muy bien poder culpar a las autonomías de la crisis de las finanzas públicas.