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Soluciones: mayor control y consumo de productos de cercanía

Remarcando que no hay riesgo para salud, numerosas organizaciones de consumidores han denunciado el fraude al consumo que supone encontrar trazas de caballo en hamburguesas de carne de vacuno. NAIZ ha hablado con José Luis Segura, de EKA-OCUV, que exige a las administraciones competentes un mayor control y recomienda los productos de cercanía, cuyo desarrollo se puede controlar más facilmente.

Un caballo en la feria de ganadería de Versalles. (Miguel MEDINA/AFP PHOTO)
Un caballo en la feria de ganadería de Versalles. (Miguel MEDINA/AFP PHOTO)

Si una cosa ha demostrado el caso de las trazas de caballo en hamburguesas de vacuno de media Europa es que el contenido de las etiquetas es, cuando menos, cuestionable. ¿Qué pueden hacer los consumidores ante esta situación de indefensión? Desde EKA-OCUV, José Luis Segura exige algunos cambios y nos ofrece algunas alternativas.

Para empezar, Segura considera que «no se puede dudar por sistema de todo porque no compraríamos nada», pero asume que «algo está pasando», por lo que reclama que «las administraciones competentes inicien ya una investigación profunda». «Algo está pasando en la cadena de producción para que empiecen a aparecer rastros de carne de caballo en muchos productos de otras carnes», subraya, ante lo cual explica que los mecanismos actuales son insuficientes: «Hay inspectores de seguridad alimentaria en las administraciones, pero no pueden estar todos los días del año en cada sitio en el que se elaboran productos alimenticios».

Por eso mismo reclama, en primer término, un esfuerzo a productores y administraciones para «extremar las precauciones en todos los ámbitos y que no se mezclen unas cosas con otras». Y en segundo término, pone el foco en el etiquetado, imprescindible para evitar un fraude en el consumo: «Que las etiquetas de los alimentos estén bien hechas y reflejen exactamente lo que lleve el producto, sea lo que sea». Recuerda también que el propio Parlamento europeo ha pedido a la Comisión Europea «controles más duros y un etiquetado más estricto de los productos».

Pero el propio Segura asume que estas soluciones pasan por la implicación de las administraciones competentes, quedando fuera del alcance del consumidor de a pie. Para este consumidor, insiste en la importancia de «informarse por cuenta propia». «Ir, preguntar, informarse» deberían ser acciones obligatorias para todos los consumidores, concluye.

Observatorio de los alimentos

En el ámbito de Euskal Herria también destaca que las administraciones podrían hacer algo más, como la creación de un observatorio de los alimentos, que desde EKA-OCUV llevan años reclamando. «Un observatorio que se fijaría en una serie de productos básicos a los cuales seguir el rastro, desde la producción hasta el consumo, para ver, en primer término, cómo se trabajan esos productos y ver qué recorrido siguen y, en segundo término ver también cómo se va encareciendo el precio de los productos en cada fase de esa cadena», explica.

No en vano, Segura subraya que «la inmensa mayoría de los productos en origen, es decir, desde el baserri o la huerta, llegan en buenas condiciones». «Las intoxicaciones o las contaminaciones que puedan tener los alimentos se producen en el resto de eslabones de la cadena, como la elaboración o el envasado», añade.

Como remedio a estas interminables cadenas de producción, Segura apuesta «por el consumo de productos del lugar, cuanto más cercanos mejor y, a poder ser, ecológicos». Y utiliza numerosos argumentos para ello: «Se evita el despilfarro de materias primas, energía y dinero, es más sano y sirve para fortalecer la economía del país». Pone como ejemplo de ello a las cooperativas de consumo, que establecen una relación directa entre productor y consumidor, saltándose a los intermediarios, y concluye remarcando que «hay que empezar a desandar ciertos caminos y retomar hábitos de consumo de hace no tantas décadas».