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DONOSTIA

Los obispos vascos, a imagen y semejanza de Ratzinger, ¿o del omnipresente Bertone?

José Ignacio Munilla, Mario Iceta, Francisco Pérez y Marc Aillet han llegado a sus respectivas diócesis durante el papado de Benedicto XVI. Ha sido un giro aún más a la derecha que ha alejado a la jerarquía eclesial de sus bases, con un claro impulso desde el propio Vaticano.

El obispo Aillet de espaldas durante el ‘Foro por la vida’ organizado en Biarritz. (Gaizka IROZ)
El obispo Aillet de espaldas durante el ‘Foro por la vida’ organizado en Biarritz. (Gaizka IROZ)

Año y medio antes de que José Ignacio Munilla tomase las riendas de la diócesis de Donostia (enero de 2010), las bases católicas vascas ya temían un golpe de timón hacia posturas conservadoras por parte del Vaticano. La premonitoria designación de Munilla se confirmó con el nombramiento de Mario Iceta como obispo de Bilbo. Dos años antes se había producido un viraje similar en la diócesis de Baiona con la elección de Marc Aillet, de marcado carácter retrógrado, y en 2007 la designación del castrense Francisco Pérez González como arzobispo de Iruñea aseguraba la continuidad regresiva marcada por su predecesor en el puesto, Fernando Sebastián. El más discreto de los obispos vascos es Miguel Asurmendi, el único que accedió al cargo antes de que llegasen Joseph Ratzinger y Tarsicio Bertone a lo más alto de la institución católica.

Medios de comunicación y religiosos de base han apuntado a la posibilidad de que este giro responda a una estrategia bien diseñada por el Vaticano. Mixel Oronoz, exsacerdote y escritor que acaba de publicar ‘Enfin don Aillet vint’, libro que recoge las declaraciones y acciones del obispo de Baiona, en una entrevista ofrecida a Kazeta.info afirmaba que los cinco obispos vascos pertenecen a la misma familia y que la designación de estos responde a una estrategia diseñada en Roma: «Aillet mantiene gran relación con los obispos de Bilbo y Donostia, tiene relaciones directas con miembros del Opus Dei y con la Universidad de Navarra. Componen una red».

Todo apunta a que la renuncia de Ratzinger no cambiará esta deriva. El nombre de su secretario de Estado, el omnipresente y poderoso Tarsicio Bertone, y en el centro de las pugnas de poder que sacuden la Santa Sede, se ha mencionado más de una vez como una de las personas que habrían fomentado la orientación hacia posiciones más conservadoras de la Iglesia vasca, frente a la tendencia más «progresista» que históricamente ha predominado en su seno.

La palabra de las bases cristianas desatendidas

La designación de los últimos obispos vascos ha sido recibida con muchas protestas, sobre todo, en las bases. En el caso de Mario Iceta, cuando fue nombrado obispo auxiliar de Bilbo en 2008, provocó la reacción inmediata de distintos sectores de la Iglesia vizcaina. Sacerdotes y fieles pidieron poder participar en la elección del nuevo obispo, a lo que la Nunciatura española respondió que sería el Vaticano quien elegiría directamente al nuevo obispo.

En Gipuzkoa, la comunidad cristiana recibió a José Ignacio Munilla con las espadas en alto y en círculos de la Iglesia de este territorio se hablaba de que el nuevo prelado pretendía «volver a las cruzadas de tiempos pretéritos». El acoso y derribo padecido por el teólogo Joxe Arregi fue buena prueba de ello. La ‘brunette’ mediática española acompañó la designación del nuevo obispo y Munilla ha cambiado la diócesis de Donostia de arriba a abajo.

También en el caso de Marc Aillet las bases cristianas de Ipar Euskal Herria habían pedido que el sucesor de Pierre Molères fuera vasco, petición que fue desatendida al poner a Aillet, nacido en Benin, donde su padre sue destinado en su condición de militar, y formado en Toulon.

Jornadas de neoconservadores, foros 'por la vida' y homenajes ultras

El tándem compuesto por Iceta y Munilla se ha visualizado más de una vez durante estos años de obispado, por ejemplo cuando ambos fueron los precursores de unas jornadas en Bilbo donde reunieron a neoconservadores de toda condición.

Junto a de Munilla, el más mediático, y pródigo en declaraciones públicas, es el obispo de Baiona, Marc Aillet. Además de ser colaborador habitual del digital de corte ultraderechista ‘Le Salon Beige’, Aillet organizó recientemente el denominado ‘Foro por la Vida’ en Biarritz, que reunió a referentes ultracatólicos contra el aborto venidos de todo el mundo. La sorpresa la dio al apoyar la manifestación de noviembre del año pasado a favor de los derechos de los presos políticos en Baiona.

En el caso del arzobispo de Iruñea, la irrupción de Francisco Pérez González no ha supuesto un cambio excesivo, quizás una vuelta de tuerca más en la senda ultraconservadora de la Iglesia navarra. Ha autorizado misas ultra junto a restos del general golpista Mola, se ha mostrado reacio a suprimir símbolos franquistas de las iglesias de Nafarroa y ha definido a varios grupos de la extrema derecha como «dignos de consideración y apoyo».

A imagen y semejanza del Papa, que ha renunciado ahora a ser el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, este hecho histórico no parece que vaya a provocar giro alguno en la jerarquía vasca, porque quienes hoy dirigen la transición del nuevo papado, con Tarsicio Bertone a la cabeza, mantienen posiciones netamente conservadoras.