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¿Dónde está el dinero?

Entre 2002 y 2007 Eroski y Fagor emitieron aportaciones financieras subordinadas por valor de 845 millones de euros, unos títulos con buenos intereses pero perpetuos. Un extremo que varios clientes afectados aseguran que ignoraban y ahora se movilizan para intentar recuperar sus ahorros.

Protesta ante la sede de Caja Laboral en la plaza Circular de Bilbo. (Jon HERNÁEZ/ARGAZKI PRESS)
Protesta ante la sede de Caja Laboral en la plaza Circular de Bilbo. (Jon HERNÁEZ/ARGAZKI PRESS)

Años 2002-2007, la economía marcha a toda vela. Eroski y Fagor quieren más capital para sus actividades. Al ser cooperativas y no tener accionistas, deciden emitir títulos de deuda corporativa, algo perfectamente legal y previsto por la Ley de Cooperativas de Euskadi. Año 2013, quinto año de vacas flacas. María Jesús González intenta extraer su dinero de lo que piensa que es un depósito a plazo fijo y desde su sucursal le dicen que no puede. ¿Qué ha pasado por el camino?

Resulta que González compró Aportaciones Financieras Subordinadas (AFS) de Eroski, una inversión perpetua con una buena rentabilidad pero que exige su venta para poder recuperar el dinero. Y resulta que González asegura que no lo sabía. Explica que escuchó hablar de estas aportaciones y se le ocurrió preguntar en la sucursal de Caja Laboral, donde le aseguraron que era una buena opción. «Le dije al gestor que no quería ninguna cosa de riesgo y me dijo que tranquila, que si lo necesitaba, en 24 o 48 horas como mucho tenía el dinero», explica.

Algo que desde Caja Laboral –ahora Laboral Kutxa– niegan rotundamente, asegurando que informaron «detalladamente de todos y cada uno de los riesgos de estos títulos». Muy lejos de la visión de González, que afirma: «Claro, ahora han cambiado a todos los gestores de sitio, pero yo quiero encontrarme con el que me colocó esto y a ver si es capaz de decirme a la cara que me informó detalladamente; no me dieron ni el tríptico».

Desde la entidad financiera explican que informaron en todo momento de que «las AFS no son un producto sustitutivo de plazo fijo» y que dirigieron la inversión a un público objetivo que fuese «inversor a largo plazo, no preocupado por la liquidez, dispuesto a asumir alguna variación en el precio de venta y dispuesto a asumir el riesgo de empresa del emisor», en este caso Eroski y Fagor.

Un perfil que González asegura no cumplir: «Yo solo quería que mi poco dinero estuviese seguro, pero sin riesgo, y claro, Eroski te suena a la tienda de al lado de casa». «Nos han estafado; se supone que es un producto legal, pero para colocarlo a la gente que sabe qué está haciendo, no engañando. Ahí está el problema del producto».

En busca de una solución

Junto con otras personas en su misma situación, González ha constituido Kaltetuak, una asociación de afectados por las aportaciones de Eroski y Fagor, a través de la cual quieren forzar a las empresas emisoras y a las entidades financieras –además de Caja Laboral destacan, entre otras, BBVA, Santander y Caixabank– a dar una solución a los afectados que invirtieron sus ahorros en las AFS sin saber que eran una inversión perpetua, un producto que ahora deberían vender para poder recuperar su dinero –algo difícil ahora, en plena crisis–.

González explica que la vía judicial es individual –ya hay una sentencia a favor de un afectado en Gasteiz–, pero que ellos buscan «una solución global». «No pretendemos que nos den el dinero de hoy para mañana, con buena voluntad se puede llegar a un acuerdo, pero por lo menos hay que ponerle interés», explica la afectada, que denuncia la falta de voluntad de diálogo por parte de las empresas y las entidades financieras, así como el cierre de filas de los partidos mayoritarios en el Parlamento con las empresas emisoras de AFS. De hecho, desde Kaltetuak consideran insuficiente y ridículo el acuerdo del Parlamento para enviar sus casos a Kontsumobide, alegando que no tiene competencias para ofrecer una solución. «Mientras tanto, seguiremos con nuestra lucha en la calle», concluye.