Pablo Cabeza

Rod Stewart regresa con un disco de buenas canciones interpretado con apuros

En «Time», 7 de mayo a la venta, el británico reivindica su faceta de creador y firma prácticamente todas los temas, aunque no en solitario.

Rod Stewart. (GARA)
Rod Stewart. (GARA)

Como buena parte de la generación musical de los sesenta/setenta Roderick David Stewart lo tomó todo sin medir las consecuencias. Sin embargo, una carrera de éxito extremo, cerca de 200 millones de discos vendidos, le ha permitido sanearse el cuerpo y la mente, por lo que luce un espléndido aspectoa sus sesenta y ocho años cumplios el 10 de enero. Sin embargo, lo que el dinero no puede conseguir es que las cuerdas vocales continúen en forma con el paso de los años, de tal manera que Stewart firma un buen álbum de canciones, «Time», interpretadas con ajustados recursos, a veces con voz quejosa, a veces ahogada; con todo, siempre con la personalidad del timbre rasgado que le dio gloria y singularidad.

Stewart lleva desde el inicio de la década de 2000 interpretando versiones de parte del cancionero de América del Norte. Comenzó en 2002 con «It had to be you: the great american songbook», para llegar en 2010 al volumen V. Por el camino, además, había cantado «Still the same... Great rock classics of our time». Su compromiso con lo comercial se prolonga el año pasado con la edición de «Merry Christmas, Baby». El resultado artístico de todo este compendio de versiones es cuestionable y de escaso interés, pero comercialmente el invento resulta, por lo que van cayendo canciones y volúmenes.

«Time» llega para dignificar una carrera fértil, pero descuidada desde hace más de dos o tres décadas, ya que si se quiere hallar el Rod Stewart que subyugó hay que retroceder hasta 1969, año en el que inicia su carrera en solitario (tras dejar Faces) con «An old raincoat won't ever let you down», al que le seguirían discos históricos como «Gasoline alley», «Every picture tells a story», «Never a dull moment», «Atlantic crossing» y «A night on the town», ya en 1976. Posteriormente, y a excepción de algunas cosas de «Tonight I'm yours», su discografía, su vida artística, carece de relevancia, pero su labor al lado de The Jeff Beck Group (1966-1969), Faces (1969-1975) y ese grupo de álbumes reseñados pesan lo suficiente como para no olvidarle, como para escuchar sus discos con el adecuado respeto. Obviamente, su vida personal también contribuye a que su nombre aparezca con asiduidad por publicaciones de todo tipo. Al «chaval» le va la marcha y el cuerpo le pide modelos.

Springsteen/Stones

Han pasado varias toneladas de tiempo desde que Stewart participa en la composición de una canción, pero en «Time» está en los créditos de la mayoría de las canciones, aunque ninguna la firma en solitario, por lo que lo mismo es el letrista o el que llevó un mínimo estribillo.

En cualquier caso, lo que queda es el resultado final y «Time», a pesar de que en muchos momentos cuenta con una producción exagerada, con detalles que sobran, es un buen disco, sin mayor pasión. Nada más. Podría haber sido un disco renovador, quizá un cierre de carrera muy digno, pero entre arreglos, producción y discográfica el disco se resiente con la inclusión de cortes animosos prefabricados.

Stewart quiere ser por momentos Bruce Springsteen, o por ahí le conduce su curtido productor angelino. «She makes me happy», «Can't stop me now» y «Beautiful morning» son ejemplos del interés por vendernos un estilo y una autenticidad próxima a Springsteen, pero el invento huele tan a podrido que las aves de rapiña revolotean mientras se escuchan algunas canciones, que, no obstante, están construidas cpn talento.

«Live the life», por contra, quiere ser una canción acústica, recia. Suena en sus primeros minutos como un corte más de sus primeros discos en solitario. Es hermosa y el timbre de Stewart encaja perfecto. El violín la une más a la espacios abiertos, a las eternas campas estadounidenses, como las guitarras o la armónica. Estimulante canción vulgarizada, en parte, por unos ridículos coros incluidos a martillo por el producor.

Previamente se ha podido escuchar «It's over» que se inicia como si la canción estuviese interpretada por los Stones. Podría decirse que es una copia, pero en defensa de Stewart habrá que aclarar que los Stones eran fans de Faces y que en la banda militaba Ron Wood, a quien los Stones eligieron para sustituir a Mick Taylor tras abandonar la banda. Jagger y Richard probaron a muchos músicos, desde Jeff Beck a Rory Gallaher, pero nadie encajó, tuvo que llegar este simpático borrachuzo y buen guitarra rítmico y solista para que los Stones reconocieran que él era hijo y padre de lo que ellos tocaban.

Los Stones, Faces o Rod Stewart vuelven a estar presentes en «Time», una buena canción recubierta de ritmo y blues, de soul y rock. Quizá sea un poco pastelera, pero no deja de ser una buena balada que termina por someter. Por momentos se percibe el esfuerzo de Stewart por mantener la voz con la tensión que persigue el corte.

Donde Rod Stewart se pierde es en «Picture in a frame», canción de Tom Waits y su mujer Kathleen Brennan. Y vuelve a renquear en el siguiente corte, «Sexual religion», donde el productor Kevin Savigar le conduce por terrenos de pista de baile. La canción estaría mejor en manos de Boney M, pero le ha tocado al londinense. A los más dinámicos y titiriteros, no obstante, el tema les encantará.

«Time» recorre estilos con cada salto de pista. En realidad es la voz de Stewart el que une todo t le otorga al álbum apariencia de unidad. «Make love to me tonight» conduce -por primera vez- a un terreno próximo al folk. Es otra buena canción y que de haber estado menos arropada sería un corte espléndido para Springsteen.

«Live the life» es otro corte campero-folk excelente, pero maltratado por unos arreglos merengados.

El álbum concluye con una delicada y hermosa balada «Pure love». Piano y arreglos de cuerda conducen al mundo de la nada una canción intimista. A Roderick David "Rod" Stewart le cuesta interpretarla, se queda sin bajos, pero el riesgo estimula. Los arreglos de cuerda contribuyen a filmar cinco minutos embelesadores.

«Time» es bífido, cuando menos, por lo que pude irritar a quienes prefieren un Stewart comedido frente a uno bailable.