Koldo Landaluze
Donostia

De la saludable amoralidad de Ozon, al paseo estelar de «Gravity»

Finalizado el aluvión de fotogramas, llega el momento de digerir poco a poco todo el caudal de emociones y secuencias almacenadas. Un impasse obligado que permite reflexionar acerca de todo lo que se ha desarrollado en ese escaparate fílmico que, en esta ocasión ha bifurcado sus intenciones en dos direcciones, Zabaltegi y Perlas.

Si nos centramos en Perlas, flamante sección destinada a mostrarnos algunas de las propuestas más interesantes que han desfilado por otros certámenes internacionales, topamos con un encadenado de títulos que, si bien no han subvertido nuestros sentidos al máximo, al menos lo han intentado.

A título personal, la película que ha superado con creces la media y que se ha encargado de alterar lo preestablecido ha sido, sin duda alguna, la última joya de un François Ozon que, con su subversiva «Jeune et Jolie», ha apostado por una amoralidad que difícilmente logrará encandilar a muchos espectadores. Prueba de ello han sido los tímidos resultados que logró en el ranking del Premio del Público (7,331).

Otro filme muy a tener en cuenta ha sido «Un toque de violencia», en el que destaca la perspectiva cruenta que ha utilizado Jia Zhangke para adentrarnos en la trastienda de la sociedad china.

La maestría del japonés Hirokazu Kore-eda es incontestable en «De tal padre, tal hijo» y el mexicano Alfonso Cuarón nos guió a través de un vertiginoso paseo espacial que ha hecho de «Gravity» una de las propuestas más esperadas del nuevo curso cinematográfico.