Las poblaciones cercanas a la desembocadura del río Sénia, que fija el límite entre el Principat y el País Valencià, han vuelto a pasar una noche de nervios. La razón, los 23 pequeños terremotos que han sacudido el territorio desde la medianoche hasta la mañana. Los más fuertes –entre ellos uno de 4,1 grados en la escala Ritcher– se han dejado notar muchos kilómetros al norte del epicentro, llegando a la comarca del Garraf, muy cerca de Barcelona. No es la primera noche como esta. De hecho, desde el 8 de setiembre se han registrado más de 400 terremotos.

Los vecinos y las plataformas ecologistas no dudan en responsabilizar del intenso episodio sísmico a la planta marítima Castor, instalada frente a Vinarós (Castelló). Se trata de un almacén de gas situado a 30 kilómetros de la costa, a la que ya se opusieron, hace unos cinco años, vecinos y ecologistas alertando, precisamente, de los riesgos sísmicos que podría traer una instalación de dichas características.

Aunque Protección Civil descarta, al menos de momento, que los terremotos puedan ir a más, el Ministerio de Industria ya ha pedido la paralización de las actividades de la instalación y ayer envió a un grupo de técnicos a analizar la situación. Pese a recordar que falta la evidencia científica, el propio ministro del ramo, José Manuel Soria, admitió la relación entre el almacén submarino de gas y el episodio sísmico. De hecho, ayer Soria y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se reunieron de urgencia para abordar la cuestión.

Dado que los terremotos afectan numerosos municipios de las Terres de l'Ebre, en el Principat, la Generalitat de Catalunya ha exigido estos días la paralización definitiva del proyecto. Sin embargo, la instalación está situada frente a Vinarós, en el País Valencià, donde la Generalitat valenciana apenas se ha referido al tema.