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Madrid

La sonda Philae aterriza con éxito en el cometa 67P

La sonda Philae de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha aterrizado con éxito en la tarde de este miércoles sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Culmina así una de las partes más importantes de esta misión, que comenzó hace 10 años y en la que la nave Rosetta, la encargada de trasladar a Philae hasta las proximidades del cometa, ha recorrido más de 500 millones de kilómetros.

Científicos celebran el aterrizaje de Philae en un centro de Toulousse. (Remy GABALDA / AFP)
Científicos celebran el aterrizaje de Philae en un centro de Toulousse. (Remy GABALDA / AFP)

Este miércoles a las 10.03 (hora de Euskal Herria), se confirmaba la separación de Philae de la nave y el inicio de su camino a la roca. Este suceso se producía a 22 kilómetros de 67P/Churiumov Guerasimenko. Su velocidad en este descenso ha sido de unos 18 centímetros por segundo, aunque la velocidad fue aumentando hasta el metro por segundo a lo largo del recorrido.

El lugar elegido para posarse, bautizado como Agilkia, fue seleccionado el pasado septiembre –entre cuatro puntos– por sus características. Según ha explicado el responsable científico de la misión, Laurence O'Rourke, este lugar tiene una buena iluminación «necesaria para dar energía a la sonda para realizar su trabajo» y una superficie plana, así como un gran interés científico.

Se trata de una zona con acantilados y rocas de 12 metros de alto, así como una buena combinación de hielo y polvo en su superficie. «Es una zona con muchos retos», ha apuntado.

Sin embargo, ayer martes, las rocas y los desniveles de la zona se habían convertido en un ‘enemigo’ de Philae que, tras una revisión, presentaba un problema en el sistema de descenso. La ESA explicó en un comunicado que el sistema que proporciona un empuje para evitar un rebote en el momento de toma de contacto con el cometa no se podía activar.

Los expertos indicaron que había que confiar plenamente en los arpones que la sonda tiene en sus patas, y que estos se aferraran a la superficie de 67P con fuerza para evitar un desastre. Sin embargo, estos no se han activado, según ha informado la ESA, por lo que el aparato cuenta con una sujección precaria.


Philae ha comenzado a trabajar nada más desprenderse de Rosetta. A las dos horas de su separación, la Tierra recibía la primera señal, lo que confirmaba que sus antenas estaban desplegadas, y unas horas después su primera fotografía.

Ha sido también una imagen, en este caso obtenida por Rosetta, la que ha permitido a los expertos ver si la sonda había desplegado sus patas y antenas, indispensables para conseguir su aterrizaje.

Los arpones sirven también para saber cuál es la composición del terreno en el que se sujeta Philae. Del mismo modo, el instrumento conocido como Consert ayudará a conocer la estructura interna de la roca.

Los científicos de la misión destacan, entre los instrumentos que posee la sonda, el taladro, con el que se ahondará en la corteza del cometa con una profundidad de hasta 20 centímetros. El material que recoja será analizado por otros instrumentos que posee.

Doce horas al día

En cuanto al proceso del estudio, han indicado que 67P/Churiumov Guerasimenko gira cada 12 horas, de manera que la sonda queda fuera del alcance de Rosetta –con la que se comunica para enviar los datos a la Tierra– durante seis horas, es decir, se tiene contacto con Philae 12 horas al día.

Por su parte, Philae no se puede mover a través de la roca, pero si girar ciertos grados sobre sí misma, de ahí que su trabajo se base en el terreno sobre el que se posa. O'Rourke no descarta hallar datos «sorprendentes» porque «es la primera vez que se hace una cosa así y es todo nuevo».

El científico ha reconocido que sólo en el acercamiento a 67P/Churiumov Guerasimenko ya se han descubierto muchas cosas que no se sabían de este cuerpo, como el gas que expulsa desde su superficie o que su terreno tiene un mayor porcentaje de polvo que de hielo.

Los proyectos preparados para Philae deberán hacerse en los tres meses siguientes a su aterrizaje, ya que el cometa se irá acercando al Sol, cuyo máximo se producirá en agosto de 2015, y el aparato no podrá soportar las temperaturas a las que se va a exponer. Desde su lanzamiento, hace 10 años, la ESA ha invertido en este proyecto 1.000 millones de euros.