Gotzon ARANBURU

Errekaleor

Tiene algo de  Christiania y algo de Bogside. Al mítico distrito de Copenhague se le parece por haberse convertido en buque insignia del movimiento okupa -versión vasca- y al no menos mítico barrio de Derry por sus murales gigantes y su recuerdo a las víctimas de la represión. Hablamos de Errekaleor, la degradada barriada obrera de Gasteiz que un centenar de jóvenes está resucitando a  base de limpiar, arreglar, cultivar… de vivir, en definitiva.

Mural a la entrada de Errekaleor. (Gotzon ARANBURU)
Mural a la entrada de Errekaleor. (Gotzon ARANBURU)

Una vista o ojo de dron, o un clic en Google Earth, permiten comprobar que Errekaleor es un solar urbanizado en medio de campos de cultivo, en frente de Salburua. Está en Gasteiz, pero a la vez fuera de Gasteiz. Es el típico barrio de viviendas obreras de Euskal Herria de la década de los 50 del siglo pasado, pleno franquismo por tanto, con un esquema que se repite en prácticamente todas las ciudades y pueblos medianos de Hegoalde: bloques de pisos clonados, zonas verdes, una plazoleta, escuela, iglesia, bar... A partir de cierto momento, sus habitantes fueron trasladándose a zonas mas confortables de la ciudad, tras aceptar las compensaciones económicas ofrecidas, y Errekaleor entró en decadencia.

El Ayuntamiento de Gasteiz decidió en 2002 demoler los bloques de viviendas para levantar una nueva zona residencial, y el barrio probablemente hubiese pasado definitivamente a la historia de no ser porque un puñado de estudiantes universitarios supo de su existencia y se acercó a ver si se podría vivir allí. Decidieron que sí. Las pocas familias que aguantaban en el barrio, contentas de tener nuevos vecinos, les dieron las llaves del portal número 26 y así nació, en setiembre de 2013,  Errekaleor 2.0.

Iker Urkiola, ondarrutarra, fue uno de aquellos pioneros. Estudiante universitario en Gasteiz, no le hizo falta preguntar mucho para comprobar que el dinero de su beca se iba a esfumar pagando el alquiler de un piso. Ello, unido a sus inquietudes sociales, le hizo optar, junto a varios compañeros de estudios, por la ocupación. Y Errekaleor era el sitio ideal. Había muchas viviendas vacías y en buen estado, los pocos habitantes del barrio -24 familias, para 192 pisos- les acogieron bien, y con algo de trabajo viviendas e instalaciones comunes se podía rehabilitar.

Pusieron de nuevo en marcha el coqueto cine, limpiaron el frontón, organizaron cursillos y actividades lúdicas en euskara para los niños de los barrios cercanos... y poco a poco se produjo el efecto llamada. La llegada de nueva población provocó roces con los propietarios originales, pero el diálogo ha conseguido resolver la mayor parte de los desencuentros.

A la entrada de Errekaleor un colorista mural que ocupa la fachada entera de una casa reza «Ongi etorri», algo que rememora el «You are now entering free Derry» del Bogside irlandés. La presencia de murales es constante en el barrio; los hay de recuerdo a Salvador Puig Antich, el anarquista catalán ejecutado a garrote vil por el franquismo en 1974, de apoyo al joven saharaui Hassana Alia, o de la recién finalizada Korrika, pero sin duda el más conmovedor es el que muestra los rostros de Romualdo Barroso Chaparro y de su padre, pintado precisamente bajo las ventanas del piso en que vivía la familia. Romualdo fue una de las víctimas mortales del 3 de Marzo de 1976, ametrallado por la Policía Armada cuando contaba 19 años de edad. «Nolako zura, halako ezpala», reza la leyenda del mural.

Funcionamiento asambleario

La comunidad de Errekaleor funciona mediante asamblea, que a su vez se divide en grupos de trabajo para áreas específicas, como el de cultura, mujeres, comunicación, o soberanía alimentaria.

El barrio cuenta con un pequeño cine, de cien butacas, en el que se han proyectado películas semanalmente. Precisamente el cine fue uno de los objetivos de los técnicos de Iberdrola que, apoyados por la Policía Municipal de Gasteiz y la Ertzaintza, cortaron cables de electricidad a diestro y siniestro en el barrio el pasado martes. Ya no es posible proyectar perturbadores documentales, objetivo cumplido. El del caso Iñigo Cabacas fue el último.

Según la empresa municipal Ensanche 21, promotora del plan de derribo de Errekaleor, las viviendas son inseguras y ese fue el motivo de la incursión, no el de presionar a los okupas para que desalojen el barrio. La percepción de estos es justamente la contraria.

El grupo de soberanía alimentaria se encarga de la huerta, un amplio espacio en el que crecen todo tipo de verduras, así como del gallinero. El centro social del barrio es la sede del equipo de comunicación, bien surtido de ordenadores y a tope de trabajo estos días como consecuencia de la citada acción de Iberduero-Ayuntamiento. El frontón, a pesar de sufrir goteras en un lateral, acogerá los próximos días un campeonato de pala para mujeres. La escuela del barrio está siendo rehabilitada para convertirse en guardería, para la que ya hay peticiones de familias de Gasteiz. Otro equipo está adecentando un bajo de la plazoleta para convertirlo en local de ensayo.

La actividad es continua en Errekaleor, siempre con la autogestión y el auzolan como estandarte.

Paradigma de lo que es posible conseguir

«Hubo quien pensó que nuestra iniciativa de ocupación se limitaba a disponer de vivienda gratis durante los cuatro o cinco años de estudios, pero no es así. El objetivo es más ambicioso. Queremos que Errekaleor sea un paradigma de lo que es posible conseguir cuando la gente de a pie nos proponemos cambiar el estado de las cosas, sea en materia de vivienda, de autoorganización, o de combatir la especulación y la precariedad laboral y económica» nos dice Ander Garmendia. «Y qué mejor momento para experimentar fórmulas alternativas que en este periodo de transición de nuestras vidas» indica.

Iker coincide con su compañero, y añade que «a los poderes establecidos apenas les provocó preocupación que nos instaláramos aquí, convencidos como estaban de que nos quemaríamos pronto, pero ahora que comprueban que el movimiento se ha asentado y vamos en serio, se han puesto nerviosos. No les gusta nuestro empoderamiento ni los proyectos de vida alternativos. PNV y PP no aceptan que pongamos en cuestión su modelo de sociedad. De ahí las agresiones y presiones, de las que por cierto hemos salido reforzados».

De hecho, la noche del martes, tras una jornada llena de tensión, los errekaleortarrak recuperaron una sana costumbre: cocinaron y cenaron juntos en el centro social, en vez de hacerlo cada uno en su casa.