Gotzon ARANBURU
BILBO

Passion for Knowledge

No son Messi ni los jugadores del Athletic, pero docenas de adolescentes hacen cola para fotografiarse con ellos. No llevan el pelo azul ni los brazos tatuados, sino que son, aparentemente, personas corrientes y molientes, de una cierta edad ya, como muchas de las que pasean por Abandoibarra esta mañana de otoño. Pero las apariencias engañan: el caballero con una tirita en la frente (ha tenido un accidente) es Premio Nobel de Física, y el señor de gafas y aire de despistado es Premio Nobel de Química. La señora con el vestido estampado y bolso al brazo no tiene el Nobel; solo es astrofísica en Oxford y el primer ser humano que detectó las estrellas púlsar.

Los premios Nobel Martin Karplus, Claude Cohen-Tannoudji y Jocelyn Bell Burnell junto a Pedro Miguel Etxenike, en la UPV-EHU.
Los premios Nobel Martin Karplus, Claude Cohen-Tannoudji y Jocelyn Bell Burnell junto a Pedro Miguel Etxenike, en la UPV-EHU.

En el hall del Bizkaia Aretoa de la UPV-EHU se agolpan docenas de estudiantes de segundo de Bachillerato, al poco tiempo centenares, acompañados por sus profesores. En un extremo del vestíbulo, Martin Karplus, Claude Cohen-Tannoudji y Jocelyn Bell Burnell conversan distendidamente con Pedro Miguel Etxenike, el jefe de todo esto, presidente de Donostia International Physics Center (DIPC), encargado de organizar Passion for Knowledge 2106. La gran cita científica vasca reparte sus actividades entre Donostia, Bilbo y Burdeos, y hoy le toca a la capital vizcaina acoger la jornada de acercamiento entre tres estrellas de la elite mundial de la ciencia y jóvenes estudiantes de instituto, entre los que, como desearía y manifiesta en su discurso el rector de UPV-EHU, Iñaki Goirizelaia, quizá ya está germinando un futuro aspirante al Nobel…

El salón de actos prácticamente se ha llenado con los 350 estudiantes que han acudido a la cita procedentes de toda Bizkaia. Previamente han enviado a la organización sus preguntas para los tres científicos, y en pantalla va saliendo el número de la cuestión elegida por sorteo por un bombo virtual. Su autor se pone en pie en el auditorio, no sin algunas risas nerviosas de sus compañeros, toma el micrófono y la plantea. Puede ser de tipo humano o científico, y los estudiantes preguntan indistintamente en euskara, castellano o inglés.

Superados algunos problemas técnicos iniciales con la traducción simultánea –Etxenike puede con todo, él mismo traduce sobre la marcha– el intercambio discurre fluido. ¿Cómo se compagina la vida familiar y la dedicación a la ciencia? ¿Cómo se sintió, señora Bell, cuando le dieron el Nobel a su jefe y la excluyeron a usted? ¿Cuál prevén que será el próximo gran descubrimiento científico?

Algunas de las respuestas son coronadas con aplausos, como la dada por Bell Burnell al chaval que ha preguntado qué ley de la física cambiaría si estuviera en su mano, pregunta que por cierto se ha llevado el premio de Telefónica a la mejor de las planteadas. La cuestión ha dejado literalmente mudo a Claude Cohen-Tannoudji; Jocelyne Bell acude en auxilio de su colega y contesta con desparpajo: «Me gusta mucho escalar montañas y me gustaría subirlas sin cansarme».



Llega la hora del tentempié en el hall, que los ilustrados invitados apenas pueden disfrutar, pues son requeridos continuamente para selfies y fotografías de grupo, hasta el punto de que los periodistas tienen que «arrancarlos» del photocall para poderles hacer una corta entrevista. Humanos al fin y al cabo, Cohen-Tannoudji se muestra reacio, aunque amable, a que le hagan fotos, dadas las contusiones que muestra en el rostro. Karplus accede a todo lo que le piden, y Bell –de religión cuáquera– se multiplica para conceder entrevistas, posar ante las cámaras y saludar a sus jóvenes admiradores.

En el mostrador, Etxenike prepara la segunda parte de la sesión con el responsable de prensa del evento, al tiempo que toma un refrigerio rápido. De nuevo adentro, de nuevo preguntas y de nuevo respuestas, en su mayoría lejos del alcance de la comprensión del que firma. Mecánica cuántica, radiaciones, materia oscura, nanosegundos… uf...

Explicar bien y comunicar con acierto

¿Cómo hacer que la ciencia resulte más asequible al ciudadano de a pie? No es fácil, pero se puede. Según Etxenike, la clave está en explicar bien, en comunicar con acierto. No tanto, quizá, la vertiente puramente matemática, pero la belleza de la ciencia, su importancia cultural y económica, su plasmación tecnológica incluso, sí las puede entender el común de los mortales si las expone un buen comunicador. En alcanzar esta buena transmisión radica gran parte del desafío de las jornadas Passion for Knowledge, y a juzgar por el seguimiento que obtienen año tras año el objetivo es factible.



Passion for Knowledge (P4K, en un guiño al lenguaje de los móviles) cierra este sábado su edición 2016, tras dos nuevas jornadas de intensa actividad en Donostia. El DIPC continuará su trabajo, Pedro Miguel Etxenike seguirá peleando por proveer de fondos e investigadores al Center, pero volvemos a la pregunta anterior: cómo hacer para que la ciencia llegue a nuestros oídos, igual que llegan el fútbol y la gastronomía. Pues bien, hay buenas noticias, y es que cada vez se están formando más grupos locales de divulgación científica en Euskal Herria. Por citar algunos, están Zientziaren Giltzak en Ondarroa, Zarautz On y Arkamurka en Zarautz, Arrasate Zientzia Elkartea en la localidad del Deba, o Lemniskata en el Goierri guipuzcoano.

Lemniskata

Jose Luis Etxezarreta, beasaindarra y profesor de la ikastola San Benito de Lazkao, es uno de los impulsores de Lemniskata, grupo formado en 2012 que busca compartir conocimientos de ciencia, tecnología y filosofía de la ciencia entre los habitantes de esta comarca guipuzcoana.

«En nuestra opinión –indica– el conocimiento científico y tecnológico se ha circunscrito al ámbito de los expertos, de forma que la gente de la calle pierde el derecho a saber, e incluso el deseo de saber». Sin embargo, el ansia por aprender no debía de haber desaparecido del todo, pues desde el principio Lemniskata se ha encontrado con un gran acogida popular a sus actividades, en muchas ocasiones con llenos en sus conferencias.

«Es una alegría ver que una conferencia en euskara sobre física atrae a 80 personas, como nos ha sucedido. Y lo mismo el número de visitas a la exposición sobre Mujeres Matemáticas en la Historia, o la participación en el concurso fotográfico sobre matemáticas», señala Jose Luis. Hasta Forges se ha acercado al Goierri a impartir una charla, que reunió a 250 personas, que además disfrutaron de los pinchos y tragos ofrecidos al final, práctica habitual en los actos de Lemniskata. Este «pintxopote» sirve para romper el hielo entre interviniente y oyentes, de forma que en muchas ocasiones deviene en prolongación de la conferencia propiamente dicha.

El trabajo de los voluntarios –el grupo cuenta con 70 socios– es la base de la actividad de Lemniskata, que ha sabido asimismo obtener la colaboración de instituciones y tejido social de la comarca. Los ayuntamientos de Beasain y Ordizia ofrecen ayuda ecónomica, otros prestan sus locales e infraestructura. También varias empresas de la zona –CAF, Orkli, Ampo, Indar o Irizar, entre otras– aportan económicamente o financian la edición de libros y la práctica de investigaciones, además de organizar exposiciones y visitas para mostrar su actividad, con incidencia en el aspecto tecnológico.

Como profesor, Etxezarreta conoce bien la realidad de las aulas y cree que «aunque estamos mejorando y muchos profesionales trabajan para hacer más atractiva la ciencia a ojos de los alumnos, todavía queda mucho por hacer. Lemniskata intenta contribuir en este empeño, por ejemplo con la jornada de experimentos de física que llevaremos a cabo en octubre».