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DONOSTIA

Sara Majarenas recobra la libertad tras cumplir integramente los trece años de condena

Sara Majarenas ha recuperado este lunes la libertad tras haber cumplido de manera íntegra una condena de trece años y dos meses, cuya etapa final ha estado marcada por la violencia machista, a raíz de la brutal agresión que sufrió su hija, la pequeña Izar, por parte de su padre.

Sara abraza a su hija Izar tras quedar en libertad definitivamente. (NAIZ)
Sara abraza a su hija Izar tras quedar en libertad definitivamente. (NAIZ)

La presa donostiarra Sara Majarenas ha recuperado la libertad este lunes tras agotar íntegramente una condena de trece años y dos meses.

Su caso ha estado marcado por la brutal agresión machista que su hija Izar sufrió en enero de 2017 a manos de su padre, un expreso social, durante un permiso de fin de semana.

Mes y medio más tarde, tras una gran campaña de denuncia y movilización en Euskal Herria, el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional española, José Luis Castro, decretó el paso a segundo grado de Majarenas, que fue trasladada desde la prisión valenciana de Picassent a un piso de acogida en Madrid junto a Izar, una vez que la pequeña cumplió tres años, edad con la que los hijos e hijas de las presas tienen que abandonar el centro penitenciario.

Las sucesivas peticiones tanto de libertad condicional como de acceso al tercer grado han sido denegadas a pesar de las delicadas particularidades de este traumático caso, lo que ha obligado a madre e hija a permanecer separadas.

El Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria sí ha admitido que Majarenas pudiera tener permisos de fin de semana «como medio que le permita estar más tiempo con su hija menor de edad [Izar], máxime cuando se está accediendo al principio de flexibilización y no al tercer grado».

En ello influyó además la enfermedad contraída con la prisionera donostiarra, que le ha obligado a estar inicialmente hospitalizada y luego en aislamiento médico en su domicilio durante algún tiempo, para posteriormente ser devuelta al piso de acogida de Madrid en cuanto su salud mejoró, mientras que Izar se quedó en Donostia con su familia.

Esta situación fue denunciada por Kontxi Ibarreta, madre de Sara y abuela de Izar, en una carta pública que GARA difundió el 21 de marzo: «Sara llega los viernes, y según llega tiene que preparar a Izar para la despedida los domingos. La deja aquí hecha un mar de lágrimas (...) ¿Por qué se empeñan en hacer tanto daño a esta niña?», preguntaba.

Ambas podrán a partir de ahora reencontrarse en libertad, catorce meses después de la agresión a Izar.