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El monte Ezkaba recuerda los 80 años de la fuga del fuerte de San Cristóbal

Las puertas del fuerte de San Cristóbal, en la cima del monte Ezkaba, han acogido esta mañana el acto de recuerdo de los 80 años de la fuga en la que 1.200 presos abandonaron el penal. Solo tres llegaron a Nafarroa Beherea.

Acto de recuerdo a los represaliados en el fuerte de Ezkaba. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Acto de recuerdo a los represaliados en el fuerte de Ezkaba. (Idoia ZABALETA/FOKU)

Cientos de personas se han congredo a las puertas del fuerte de San Cristóbal –que sigue cerrado por decisión del Ministerio español de Defensa– para recordar el 80 aniversario de la fuga del penal.

Víctor Oroz, presidente de la asociación Txinparta, ha recordado que hoy también se cumplen 30 años del primer homenaje que organizaron y de la colocación del primer monolito, que tiene una larga historia de agresiones fascistas. El último se repuso el sábado y los ayuntamientos de Antsoain, Berriozar, Berriobeiti y Ezkabarte se han comprometido a colaborar para su mantenimiento y cuidado. «Llegamos tarde al reconocimiento a los presos en este fuerte reconvertido en prisión militar», ha reconocido Oroz, que ha recordado que hubo más de 7.000 prisioneros y más de 700 muertos. En este sentido, ha subrayado que todavía hay cientos de cuerpos dispersos sin localizar en fosas en la antigua cendea de Antsoain.

«Pero San Cristóbal es también el nombre al que aferramos la memoria, que pese a todo va emergiendo», ha añadido. Hasta el momento se han recuperado solo los cuerpos de 45 los muertos en la fuga, de las más de 200 que perecieron. Los últimos han sido hallados la pasada semana. «Vanos avanzando, pero restan 160», ha destacado.

La consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo, ha representado al Gobierno navarro y tras reconocer «que hemos llegado tarde a la memoria», ha subrayado las aportaciones realizadas por el Ejecutivo desde 2015 en recuperación de cadáveres, la creación de un banco de ADN para cotejar identidades o la divulgación de lo sucedido.

«Se trata de romper con ese pasado de silencio y olvido que durante décadas ha habido en las instituciones», ha añadido Ollo, que ha destacado el papel de liderazgo de Nafarroa en la recuperación de la memoria histórica. Asimismo, ha valorado la inciativa de que el 6 y el 7 de junio 300 estudiantes navarros recorran el GR 225, que une el monte Ezkaba con la localidad bajonavarra de Urepel, el recorrido que esperaban realizar los fugados y que solo pudieron culminar tres de ellos.

Entre los asistentes se encontraban los parlamentarios Marisa de Simón y José Miguel Nuin (I-E) y Fanny Carrillo (Podemos-Ahal Dugu) y el senador de Unidos Podemos Iñaki Bernal.

Catorce botellas

En el acto se ha recordado a los catorce organizadores de la fuga que fueron fusilados. Para ello, se han colocado botellas de cristal con su nombre dentro. Era una manera de recordar que fueron enterrados de este manera, con una botella con su nombre dentro, lo que décadas después ha servido para poder identificar sus cuerpos.

Antonio Escudero, sobrino nieto de uno de ellos, del mismo nombre, ha agredecido el apoyo recibido por su familia. Ha recordado que tras el golpe fascista, con 19 años, participó en la defensa de la Casa del Pueblo de Valladolid. Cayó prisionero y trasladado a Ezkaba. «Nos demuestra que fue un joven valiente, honeste, consecuente con sus orígenes humildes, obreros. No hace falta que sepamos nada más», ha destacado.

Montse Sanz, ha llegado a Ezkaba de la localidad castellana de Cuéllar, al igual que su abuelo Andrés Rodrigo en 1938. Fue uno de los muertos en la fuga. Su cuerpo no ha sido encontrado. «Estamos muy agradecidos por poder homenajearlo aquí hoy, al igual que a todos los represaliados del fuerte de San Cristóbal», ha señalado.

Ana Fernández, es la hija de Jovino Fernández, un minero de la provincia de León que militaba en la CNT que fue uno de los únicos tres fugados que pudo llegar a Nafarroa Beherea. Ha contado las vicistiudes que sufrió, con curas con fusiles y requetés con boina roja buscándoles con saña por los montes navarros. Finalmente, gracias a la ayuda de un pastor pudo llegar a Urepel para sumarse a las fuerzas republicanas en Catalunya. Posteriormente, tuvo que salir de nuevo al exilio hacia el Estado francés.