Janina PÉREZ ARIAS
Elkarrizketa
Raúl de la Fuente
Realizador y guionista

«Tengo un miedo atroz a aburrir al espectador»

El director de ‘Un día más de vida’ quiere que el público viva con su filme una experiencia inolvidable. Después de su estreno en el Festival de Cannes, este extraordinario cruce de animación y documental, se presenta en Zinemaldia en la sección Perlas.

Raúl de la Fuente.
Raúl de la Fuente.

Cuando Raúl de la Fuente (Iruñea, 1974) era un chavalín, quedó prendado de los libros de un polaco que se pasó gran parte de su vida en medio de fuegos cruzados. Ryszard Kapuściński (1932- 2007), el único corresponsal de su país en África, fue testigo de primera fila de la «descolonización» de ese continente, así como de otros acontecimientos en otras partes del mundo, los cuales terminaron por cambiar la historia, para bien o para mal.

A De la Fuente, ganador de un Goya por su corto documental ‘Minerita’ (2013), su fascinación le llevó a embarcarse durante 10 años en un proyecto cinematográfico basado en el libro ‘Un día más de vida’, situado en 1975 en plena Guerra Fría, cuando se desató el conflicto armado en Angola.

«Ricardo Kapuschinski», como le llamaban los angoleños, tal vez no se imaginó que el inicio de esa guerra civil, de la que salió con vida de milagro, se prolongaría durante más de cuatro décadas.

En el filme ‘Un día más de vida’ Raúl de la Fuente junto a su codirector Damian Nenow, y su coguionista principal y productora Amaia Remirez, logran responder muchas interrogantes que el polaco dejó abiertas. La producción entre España, Polonia, Bélgica, Hungría y Alemania, es un extraordinario híbrido, cruce de animación y documental, que tras su estreno en el Festival de Cannes, forma parte del programa de Perlas de Zinemaldia.

Kapuściński te acompaña desde tu niñez, le debes admiración, respeto y fidelidad. ¿No representaba mucho riesgo?
Hay una promesa inicial, un pacto de confianza, una admiración, con lo cual todo está ya hecho. No sentí nunca esa presión de estar trabajando con un maestro, siempre me he sentido muy libre de contar esta historia porque sé que lo hago de corazón.

¿Es tan diferente es la mirada vasca hacia Kapuściński?
Kapuściński se preocupó mucho de dar voz a los sin voz, y eso ha sido importante. En nuestra carrera cinematográfica, Amaia [Remirez, coguionista y productora] y yo hemos ido allí donde hay injusticia, donde había pueblos oprimidos, donde encontrábamos personas humildes que luchaban para sacar adelante sus vidas. Con Kapuściński compartimos una afinidad, una mirada de otro mundo posible. Entonces desde esa óptica hay una empatía, y él nos abrió el mundo, nos inspiró para conocer África y América Latina. Además siempre he considerado que el verdadero periodismo es el que aspira a hacer cambiar las cosas, y todas las películas que hemos hecho Amaia y yo tienen esa función.

¿Cuánto costó la adaptación del libro ‘Un día más con vida’?
Por un tema presupuestario, el metraje de la película era muy limitado, así que fue un condicionante grande. Para la parte de imagen real, tenía solo 18 minutos de metraje destinado a personajes de tanta importancia como Farrusco [soldado portugués que cambió de bando para convertirse en un comandante de la guerrilla], Luis Alberto y Artur Queiroz [ambos periodistas angoleños y amigos de Kapuściński].

Entonces ese ejercicio de síntesis es lo que ha dado una película que yo concebí como de aventuras, de acción y «comercial» entre comillas, porque a pesar de que partimos de un formato que considero innovador, sí queríamos que fuera lo más comercial posible. Kapuściński decía: «Tengo un miedo atroz a aburrir al lector», bueno pues, allí comparto esa máxima del maestro, porque yo tengo un miedo atroz a aburrir al espectador. Yo quiero que salgan de la película haciendo palmas con las orejas, quiero invitarles a un viaje único con el maestro del reportaje de guerra que era Kapuściński, quiero poner al espectador de copiloto en ese jeep y llevarle al corazón de las tinieblas, a hacerle sentir lo que sintió Kapuściński, y evidentemente quiero que el público tenga una experiencia inolvidable.

¿Cómo dieron con los personajes reales Artur, Luis Alberto y Farrusco?
Nos fijamos en Artur, que en el libro es un personaje muy pequeño. Kapuściński decía que Artur estaba siempre bien informado, entonces Amaia consiguió localizarlo en el periódico donde trabaja, y a partir de allí empezamos a tirar del hilo. Artur Queiroz, quien de verdad siempre está bien informado, nos abrió más puertas, y a través de él conocimos a Farrusco. Pienso que al creer tanto en Ricardo, ellos creyeron también en nosotros. Así mismo creo que el hecho de ser vascos, fue algo que les motivó. Nosotros fuimos siempre con el corazón en la mano y la verdad por delante para hacer esta película. Y creo que tanto los polacos como ellos se sentían muy honrados de que dos vascos locos fueran a Angola para contar esta historia.