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MADRID

Junqueras, una declaración al ataque con un prólogo y dos actos

El presidente de ERC y vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, ha inaugurado las declaraciones de los dirigentes políticos catalanes juzgados en el Tribunal Supremo, y lo ha hecho poniendo alto el listón al resto, con una declaración netamente política en la que ha reivindicado sus convicciones y ha denunciando estar siendo perseguido por ellas. Se le ha visto suelto, irónico y de buen humor: «Llevaba año y medio sin hablar y tenía ganas».

El prólogo. Junqueras ha arrancado declarándose preso político, reafirmándose en sus ideas y denunciando lo que ha considerado un juicio político. Y tras ello ha aclarado una de las incógnitas que acompañaban a su declaración: «No contestaré a las preguntas de las acusaciones».

La Fiscalía demostró ayer un posicionamiento abiertamente político y Junqueras ha optado por no entrar en un debate político que se da en condiciones de evidente inferioridad, tanto física –la silla del acusado está físicamente a menor altura que la de la Fiscalía– como narrativa: es el fiscal con sus preguntas quien delimita el perímetro de lo que se puede hablar y de lo que no. No es del todo extraña, por tanto, la decisión, si bien con ella se ha eludido la confrontación directa con las tesis de la Fiscalía. Algo que, paradójicamente, sí que se está dando en la declaración de Forn, que está saliendo bastante bien parado de un interrogatorio ante un fiscal notablemente acelerado.

Así, Junqueras ha contestado solo a las preguntas de su abogado, Andreu Van den Eynde, lo cual no suele despertar demasiado interés en el tribunal. A esta hora, en los corrillos de periodistas se sigue debatiendo si eso le perjudicará o no. Pero no era el tribunal el principal receptor de la declaración de Junqueras

Acto primero. En la primera parte de su exposición, un Junqueras en estado puro ha recordado quién es, cuáles son sus valores y cuáles son los antecedentes que llevaron a Catalunya a las puertas del 1-O. Lo ha hecho en tono pedagógico pero reivindicativo, en el que ha insistido en que hacer un referéndum no es delito y en que ha defendido una solución política y dialogada que se base en tres premisas: negociación política, votación del resultado de dicha negociación y respeto al resultado de la votación.

Ha sido un alegato político destinado mucho más a todos aquellos que siguen el juicio por streaming que a los siete jueces que tenía delante. «Seguro que ustedes ya lo saben, pero por si acaso, para la gente que nos está escuchando», ha aclarado antes de reiterar por enésima vez que el referéndum como delito fue eliminado del Código Penal. Un juicio político se juega siempre dentró y fuera del tribunal, y hoy Junqueras ha jugado sobre todo en el segundo terreno.

Acto segundo. Tras una pausa decretada por Marchena, Junqueras ha retomado su declaración entrando mucho más al detalle de los hechos juzgados y contestando, a preguntas de su abogado, algunos aspectos concretos del relato fiscal, como el documento Enfocats, cuya existencia ha asegurado que desconocía.

Pero lo ha seguido haciendo de forma reivindicativa y, si se quiere, dando la vuelta a la tortilla y acusando a los acusadores: «Organizar un referéndum para votar no es un delito, impedir por la fuerza que la gente vote sí que lo es».