Joseba VIVANCO

Garitano tocado, el equipo hundido (2-0)

Nadar para ahogarse en la orilla. El Athletic se ha quedado compuesto y sin novio europeo. Y lo ha hecho por deméritos propios. Derrota, hasta cierto punto inesperada, que no empaña la remontada histórica del equipo estos meses pero que deja un regusto bastante amargo cara a la próxima campaña, con un Gaizka Garitano «tocado» cuando no cuestionado. [Página especial de NAIZ]

Garitano se lamenta, sus jugadores sobre el césped, final del sueño. (LOF)
Garitano se lamenta, sus jugadores sobre el césped, final del sueño. (LOF)

«Ganar es mejor que empatar. Y empatar es mejor que perder», sostenía el serbio Vujadin Boskov, que esta semana hubiera cumplido 88 años, y que además de reconocido entrenador nos legó un libreto de análisis futbolísticos tan simples como la receta del huevo cocido. Otro técnico más cercano a nosotros, Kuko Ziganda, dejó aquella lapidaria sentencia de que «lo que no mejora, empeora». El Athletic de Gaizka Garitano llevaba semanas, jornadas, empeorando. Y esta tarde, bajo los veintipico graditos del Sánchez Pizjuán, ha tocado fondo. No por la derrota, no por el qué, sino por el cómo. Nada nuevo bajo el sol, ni siquiera sevillano. El de Derio sale muy ‘tocado’ tras esta decepción, fracaso para otros incluidos algunos jugadores que así lo manifestaron, cara a una nueva temporada que se antoja llegará envuelta en demasiadas y sinuosas dudas. Las mismas que arrastra el juego de un Athletic que le ha servido, y nadie le resta un ápice de mérito, para eludir un agónico final de curso, pero que no le ha dado para redondear la remontada con un premio al que el Espanyol se ha hecho más merecedor.

Athletic y Sevilla han salido al campo a verlas venir. A ver venir al rival. Ritmo muy bajo, carrusel de faltas, ningún acercamiento a portería, el único entre los rojiblanos que ha parecido tomárselo en serio ha sido Raúl García, que le dejaba una patada muy fea a Navas, algún recadito a Rog y disputaba cada balón como si fuera el último. El primer saque de esquina ha llegado a favor de los locales casi sobre la media hora. Hasta entonces, un páramo futbolístico entre dos equipos que se miraban de lejos pero en el que, dentro del siempre sospechoso pacto de no agresión, si alguien ha estado cerca de asustar al contrario, ese ha sido el Sevilla.

Escudero ha avisado en una cabezazo que ha salido fuera por poco mientras un ángel ha pasado por el área bilbaina, porque el silencio de los jugadores vascos se ha oído desde el mismo Botxo. Visto que el Athletic no se ha dado por enterado, Navas ha vuelto a avisar con un disparo que se ha ido por encima del larguero por muy poco. Y, precisamente, por esa banda que Garitano ha decidido reforzar colocando a Yuri Berchcie por delante de Balenziaga, ha percutido Navas, ha puesto un centro que Dani García, en su intento de cortar el pase, ha rematado en plancha hacia un Iago que se ha sacado un paradón, pero su rechace lo ha aprovechado un inédito Ben Yedder.

Alfredo di Stefano decía que «no le pido que pare las que van dentro, pero no que se meta las que van fuera». Ocho jugadores rojiblancos dentro del área y tres sevillistas: gol. ¿Que se veía venir? Ha sido toda una invitación al equipo de Joaquín Caparrós. Era el minuto 44 y los leones han encajado un gol que nadie se esperaba pero que vista su inacción, nadie descartaba. Ante un rival sin Sarabia, Banega, Silva, Carriço... al Athletic, salvo un Raúl García que no hace prisioneros ni siquiera en el jardín de su casa, se le ha quedado cara de tonto.

Con 45 minutos por delante, y como cuando vas a la playa y se te caen las llaves en la arena, los de Garitano han dado un obligado paso adelante, pronto han tenido noticia de que el Espanyol se ha adelantado en Cornellá y entonces las miradas al cronómetro del Pizjuán han sido una constante. Ver al técnico de Derio correr hacia una pelota que ha salido de banda para que su equipo sacara rápido, a jugadores del banquillo comiéndose las uñas, la cara de Beñat cuando el colegiado, VAR mediante, ha anulado un penalti señalado por mano involuntaria de Mercado en el minuto 64...

El Athletic de la segunda mitad ha sido un querer y no poder, liderado por dentro por un dinámico Muniain, un equipo sin más ideas que la necesidad, al que ni la entrada de Aduriz y San José al alimón han conseguido dinamitar. Raúl García ha seguido siendo el jugador sobre el que ha pivotado todo el ataque bilbaino, aunque a decir verdad, con más corazón que acierto. Un desacertado remate de Aduriz con todo a favor, un cabezazo fuera del navarro... El partido se escurría entre las manillas del reloj cuando han llegado esos cuatro minutos de descuento en los que el fútbol le ha gastado una última pésima broma al Athletic.

En el minuto 92, Iñigo Martínez la rompía, dentro del área, al larguero sevillista, y en la siguiente jugada, una salida en falso de Iago hasta el medio campo, ha acabado con Munir remachando el segundo. «Nos hemos quedado a unos milímetros de entrar en Europa cuando en diciembre estábamos en el descenso», ha resumido el mazazo el club en su cuenta de Twitter. «Ha sido un golpe muy duro para el equipo y para la afición», ha reconocido un Iñigo Martínez que ha tenido Europa en sus botas. El entrenador rojiblanco, Gaizka Garitano, ha asumido que «son momentos que estás jodido, pero estoy orgulloso de su comportamiento estos meses, venimos de muy abajo... Hubiéramos merecido ese gol en el 92».