NAIZ

Una joven neerlandesa que no pudo superar las secuelas de abusos muere por eutanasia

Una joven neerlandesa de 17 años, Noa Pothoven, decidió poner fin a su vida, con autorización de sus progenitores, asistencia médica y bajo el amparo legal, después de años sufriendo estrés postraumático, depresión y anorexia, consecuencia de los abusos y agresiones sexuales que sufrió de pequeña. 

Pothoven es conocida en Países Bajos por haber escrito su autobiografía titulada ‘Winnen of leren’ (Ganar o aprender, en neerlandés), en la que narraba los abusos sexuales que sufrió de pequeña y la agresión sexual a la que le sometieron dos hombres con apenas 14. 

La hermana de Noa confirmó al diario neerlandés AD que la menor murió el pasado domingo. Diversos medios han informado de que la joven murió en su casa, en la ciudad de Arnhem, rodeada de sus seres queridos y tras haber recibido asistencia de especialistas. 

La joven había solicitado la aplicación de la eutanasia, legal en Países Bajos desde 2002 para personas de más de 12 años aquejadas de enfermedades incurables o casos de padecimientos extremos.  

«No me voy a andar con rodeos: voy a estar muerta como mucho en diez días. Tras años de lucha, mi lucha ha terminado. Por fin voy a ser liberada de mi sufrimiento porque es insoportable. No me intentéis convencer de que esto no es bueno. Es una decisión bien considerada y definitiva», escribió en su mensaje de despedida en Instagram.

Según relató, había «dejado de comer y beber durante un tiempo» y subrayó que estaba «todavía respirando pero sin estar viva», lo que la llevó «después de muchas conversaciones y revisiones», a cometer un suicidio asistido, rodeada de sus «padres y amigos, y todos los seres queridos».

La menor ya afirmó en su autobiografía, publicada hace un año y premiada varias veces en su país, que «no tenía ningún significado» seguir con vida porque no había logrado superar los problemas sicológicos desde que sufrió los abusos.

En la última etapa de su vida, había sido ingresada en tres instituciones de atención a menores, pero según denunció su madre, la niña debía estar «en un centro siquiátrico, pero hay una larga lista de espera» en Holanda.

En su libro, la joven explicó que había «ocultado las violaciones por vergüenza y miedo» y reconoció haberse acercado, sin compartir la idea con sus progenitores, a la clínica Levenseinde (final de vida, en neerlandés), situada en La Haya, donde preguntó por las posibilidades que existían.

«Piensan que soy muy joven. Creen que debo terminar el tratamiento sicológico y esperar a que mi cerebro esté completamente desarrollado. Eso no pasará hasta que tenga 21 años. Estoy destrozada porque no puedo esperar tanto. Revivo el miedo y el dolor a diario. Siento que mi cuerpo está aún sucio», escribió en su biografía.