Dabid Lazkanoiturburu

La Unión Africana dice «basta» a los militares en Sudán

Cuatro días después del golpe militar que acabó con la acampada opositora en Jartum, la Unión Africana ha suspendido con efecto inmediato a Sudán como miembro de la organización hasta el establecimiento de una autoridad transitoria dirigida por civiles, tal y como exige la reprimida oposición sudanesa.

El presidente del Consejo de Paz y Seguridad, el sierra-Leonés Patrick Kapuwa (AFP)
El presidente del Consejo de Paz y Seguridad, el sierra-Leonés Patrick Kapuwa (AFP)

La Unión Africana (UA) ha suspendido «con efecto inmediato» a Sudán como país miembro de la organización hasta el «establecimiento efectivo» de una «Autoridad de Transición liderada por civiles».

Más aún, la UA «impondrá automáticamente medidas punitivas contra los individuos y entidades que han impedido el establecimiento de una autoridad civil», ha anunciado en rueda de prensa el presidente del Consejo de Paz y Seguridad, el sierra-Leonés Patrick Kapuwa,

Esta suspensión se produce después del golpe sobre la mesa de la junta militar, que a principios de semana rompió las negociaciones con la oposición y ordenó a una fuerza paramilitar desalojar la acampada opositora ante su cuartel general, contragolpe represivo que se ha saldado con más de un centenar de muertos.

Las fuerzas de reacción rápida (RSF), una estructura paramilitar creada para reconvertir a las milicias Janjawid, acusadas de crímenes de guerra en Darfur, irrumpieron en la acampada  inaugurada el 6 de abril y comenzaron a disparar bajo el fabricado  propósito de «limpiar de maleantes» la zona.

El Ejército logró así destruir la acampada, lugar de referencia y punto neurálgico de la protesta que llevó al derrocamiento del presidente Omar al-Beshir el 11 de abril.

Los militares dieron el golpe sobre la mesa tras la negativa de la oposición a permitir que el Ejército tutelara un proceso de transición de tres años para acabar con el viejo régimen de Al-Beshir.

El ya expresidente sudanés, quien llevaba 30 años en el cargo, firmó su sentencia en diciembre cuando anunció una subida del precio del pan que fue la gota que colmó el vaso del malestar de amplios sectores de la población, que salieron a la calle el 18 de diciembre del año pasado y siguen sin abandonarla pese a la creciente represión.

Al-Beshir fue derrocado y oficialmente encarcelado el 6 de abril pero los militares intentan desde entonces controlar el proceso en una pura clave gatopardista de que cambie algo para que nada cambie.

Cuentan para ello con el apoyo regional explícito de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) -no hay que olvidar que Sudán es un país árabe suní, más desde la segregación de la animista Sudán del Sur–.

Y tienen a su vez el sostén internacional de China, que se perfila cada vez más como la gran potencia en África, y de Rusia, implicada militarmente en mantener el status quo de los viejos regímenes árabes. Ambas potencias nucleares han vetado esta semana en el Consejo de Seguridad una resolución promovida por la ONU y por potencias occidentales que denunciaba la represión contra los civiles y abogaba por un acuerdo negociado entre militares y oposición.

Rusia, que justificó su veto pidiendo esperar a la opinión de la Unión Africana, ha insistido hoy en defender el «restablecimiento del orden» frente a los «extremistas y provocadores que no quieren una estabilización de la situación» en Sudán.

Rusia envió en enero instructores militares para proteger al entorno del expresidente al-Beshir, pero asegura ahora que mantiene contactos con todas las fuerzas políticas y sociales del país, incluida la oposición.