Iñaki IRIONDO

El pacto PNV-PSE opaca otras realidades futuras y presentes

Mientras en Nafarroa el PSN reparte puñaladas para desangrar a la izquierda, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa el PSE apuntala el poder del PNV obteniendo a cambio las alcaldías de Andoain y Pasaia, poco botín (aunque doloroso para los ganadores en ambos municipios) si se compara con la fuerza municipal que el PSE tuvo en tiempos anteriores.

En muchos de los municipios con más habitantes de la CAV se da una combinación de dobles mayorías. Por un lado, PNV y EH Bildu podrían dar lugar a ayuntamientos soberanistas. Por otro, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos podrían conformar alcaldías de izquierda o progresistas. El pacto general de PNV y PSE bloquea ambas posibilidades en casi todos los casos. Los jeltzales consiguen hacerse con un poder que se basa en el mantenimiento del estatus quo sin desafíos soberanistas frente al Estado, al tiempo que acomoda las políticas sociales que el PSE podría desarrollar en teoría. Es lo que la patronal y los principales medios alaban porque garantiza «la estabilidad», la estabilidad que a ellos les conviene, más concretamente.

Más allá de las localidades en las que la makila de la alcaldía han cambiado de partido, muchas de las cuales habían estado históricamente ancladas en una misma sigla, hay comarcas de la CAV en las que se pueden observar tendencias interesantes de cara al futuro. Una de esas zonas es la de Hego Uribe, donde a los jeltzales no les es suficiente el pacto con el PSE para mantener ya el poder. Otra es Arabako Errioxa, donde antaño reinaba el unionismo. Primero fue los jeltzales y ahora son acuerdos entre PNV y EH Bildu gracias al avance del independentismo los que hacen que el PP siga perdiendo poder.

Mención especial merece el oficialmente denominado Condado de Trebiño, provincia de Burgos. Desde este mediodía en Argantzun gobernará EH Bildu en coalición con los jeltzales, y en Trebiñu la alcaldía es del PNV con apoyos progresistas. Más allá de los titulares asombrados a los que esto dará lugar, el hecho apuntala el anacronismo que supone que Araba sea legalmente un donuts.