koldo landaluze

‘Chinatown’, la trastienda americana más descarnada cumple 45 años

Con motivo del 45 aniversario de uno de los grandes clásico del cine negro, ‘Chinatown’, nos adentramos en la trastienda de esta obra maestra dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Jack Nicholson, Faye Dunaway y John Huston.

‘Chinatown’ supuso la segunda y última experiencia de Roman Polanski en Estados Unidos tras el gran éxito comercial y de crítica que logró con ‘La semilla del diablo’ en 1968. En su declaración de intenciones, esta película rinde tributo al cine negro clásico que apostaba por adentrarse en la trastienda estadounidense menos afable pero dotándole de un estilo más cercano al cine europeo que al de Hollywood.

Buena parte del gran éxito que logró esta producción se debe al meticuloso guion que firmó Robert Towne; una pieza maestra de relojería dramática que figura, con todo merecimiento, entre los mejores libretos de la historia del cine y que fue merecedor del único Óscar que se llevó esta cinta de los diez a los que aspiraba.

Luz y tinieblas en L.A.

Enmarcada en la luminosa Los Ángeles de los años 30, Jack Nicholson compuso una de sus interpretaciones más logradas metiéndose en la piel de Jake Gittes, un detective privado cuya cuenta corriente ha engordado considerablemente gracias a casos relacionados con aventuras extraconyugales. Contratado para investigar un rutinario caso de celos y supuestas infidelidades en el que está involucrado el jefe del departamento de agua de Los Ángeles, el protagonista topa con un asunto de dimensiones gigantescas y que deriva a cuestiones sociales.

Poco a poco el protagonista será consciente de que no es más que una marioneta dentro de un complot que le supera y, a pesar de ello, y espoleado por un particular código de honor, no renunciará en su empeño por esclarecer dicho asunto.

Seductora e implacable, la película cuenta con los habituales ingredientes de los que se nutre el género y un reparto estelar que incluía a Faye Dunaway en el rol de femme fatale y a un poderoso John Huston que encarnó como nadie al prototipo del despótico magnate que se sirve de cualquier tipo de artimañana para aumentar una fortuna que nunca podrá disfrutar en su totalidad.

Nunca antes la codicia humana había tenido una plasmación tan descarnada como en ‘Chinatown’ y tal vez por ello nunca sufrió los contratiempos del paso del tiempo. En relación a lo que supuso para Polanski este filme, el cineasta polaco reveló que «yo siempre quise hacer una película de detectives. Como todos aquellos que aman el cine, me encantan las películas de detectives de Hollywood, los libros de Chandler y Hammet».

«El filme se llamó desde el principio ‘Chinatown’ –añadió Polanski–, aún cuando ni siquiera sabíamos que la escena final iba a rodarse en el barrio chino. El título responde enteramente a la atmósfera de misterio que acompaña en todo momento a la película. El detective ha experimentado en el pasado, en ese barrio chino, algo aparentemente importante y terrible para él: la muerte brutal de una mujer. Ahora encuentra a otra mujer que algo de amenazador tiene y, por impenetrable, se comporta de alguna manera, a lo chinesco. Chinatown es entonces básicamente esa mujer, ante la cual el detective Gittes no sabe a qué atenerse. Combina una historia detectivesca y una trama sobre corrupción social».

Un equipo técnico de lujo

Polanski quiso repetir con el equipo técnico de ‘La semilla del diablo’, comenzando por el diseñador de producción Richard Sylbert, su compañera sentimental Anthea Sylbert en las labores de vestuario, e incluso el montador Sam O’Steen. Entre los fichajes más relevantes destacaron el del prestigioso director de fotografía Stanley Cortez, de quien Polanski admiraba el magistral tratamiento del blanco y negro que llevó a cabo en ‘La noche del cazador’ (1955) y en ‘El cuarto mandamiento’ (1942) de Orson Welles.

Finalmente, John A. Alonzo reemplazó a Cortez debido a que, según se dijo en su día, Polanski consideraba un tanto desfasada la técnica que empleaba el veteranísimo director de fotografía a la hora de iluminar las secuencias.

Otro elemento fundamental de esta producción fue la recordada partitura que compuso el maestro Jerry Goldsmith. Considerado como uno de los mejores y más versátiles compositores cinematográficos, Goldsmith tan solo tuvo diez días para elaborar una partitura cuyo tono penumbroso y melancólico contrastaba con la luminosidad de los paisajes en los que se desarrolla este filme que tuvo una continuación titulada ‘Los dos Jakes’ cuya dirección recayó en Jack Nicholson.

Los desatrosos resultados que cosechó este filme del año 90 impidieron que se rodara una tercera entrega con la que se pretendía cerrar una trilogía que tenía como temas centrales el agua, el petróleo y la propiedad inmobiliaria.