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La UE, ante el desafío de cumplir sus promesas climáticas

La nueva Comisión Europea ha hecho de la lucha contra el cambio climático su principal promesa política. Cumplirla requerirá inversiones millonarias y diseñar una transición ecológica que supere reticencias y vetos.

Central eléctrica de lignito de Jaenschwalde en el este de Alemania. (Christophe GATEAU / AFP)
Central eléctrica de lignito de Jaenschwalde en el este de Alemania. (Christophe GATEAU / AFP)

Ursula von der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario desde este domingo, presentará en los próximos días un Pacto Verde Europeo, que propondrá hacer de la Unión Europea el primer continente neutro en emisiones de carbono en 2050 y elevar del 40% al 55% su meta de reducción de emisiones para 2030 con respecto al nivel de 1990.

Contemplará, además, la creación de un Fondo de Transición Justa para ayudar a los países con más dependencia de las energías fósiles, la ampliación del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión europeo y un Plan de Inversiones Sostenibles.

Estas medidas aún deben plasmarse en propuestas legislativas y recibir el visto bueno de los países y la Eurocámara, pero de entrar en vigor conllevará profundos cambios en numerosos sectores, desde la energía al transporte, pasando por la agricultura.

Según los cálculos de Bruselas, para cumplir sus metas climáticas actuales se necesitarían 260.000 millones de euros más en inversiones ecológicas cada año: 125.000 millones en el sector de la vivienda, 71.000 millones para servicios, 34.000 millones para energía o 21.000 millones para transporte, entre otros.

Para conseguirlo, la UE contará con dos herramientas: el presupuesto plurianual para 2021-2027, del que la Comisión quiere destinar un 25% a clima (unos 40.500 millones anuales según la propuesta vigente), y el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que desea convertir en «banco climático».

La mayoría de los Estados miembros están a favor de lograr la neutralidad climática en 2050, pero hasta ahora el acuerdo ha sido vetado por Polonia, Hungría y República Checa, países que todavía dependen en gran medida de los combustibles fósiles y temen el perjuicio que sufrirían de endurecerse los límites.

Pero no solo el este del continente depende del carbón: el sector genera 240.000 empleos directos en la UE, de los que 160.000 podrían desaparecer hasta 2030.

Para responder a su preocupación, la Comisión plantea crear un nuevo Fondo de Transición Justa, cuya dotación no ha precisado