Cristina Magdaleno (EFE)

Bruce Springsteen aparece por sorpresa en un concierto benéfico en Nueva Jersey

El último concierto de The Boss en Donostia, en 2016. (Jon URBE/ARGAZKI PRESS)
El último concierto de The Boss en Donostia, en 2016. (Jon URBE/ARGAZKI PRESS)

El rockero estadounidense Bruce Springsteen apareció el por sorpresa en el festival benéfico ‘Light of Day’ de Asbury Park, Nueva Jersey, que recauda fondos para luchar contra el párkinson y otras enfermedades neurodegenerativas.

Ataviado con una camisa de cuadros, una boina y su mítica guitarra Fender amarilla, The Boss retornó al teatro Paramount cinco años después de su última aparición en este festival, que se celebra en la ciudad que le vio crecer como músico en los años 70 y que siempre ha contado con una poderosa escena musical ligada a él mismo y a otras figuras destacadas del rock and roll como Patti Smith o Los Ramones.

A lo largo de la noche, Springsteen se unió a artistas emblemáticos de Asbury Park como Jesse Malin para tocar ‘Broken Radio’, Willie Nile para ‘One Guitar’, y Joe Grushecky y su banda, The Houserockers, que le acompañaron en la última hora y veinte de concierto.

El Boss y acompañantes abrieron su parte del repertorio con ‘Talk to the King’, obra de Grushecky, que sirvió para que un Springsteen algo falto de energías cogiese fuerzas para encarar su celebrada ‘The Promised Land’, que sirvió para meterle en el concierto.

Mientras intercalaban canciones de uno y otro, los fans coreaban sin tregua cada tema, sedientos de acordes de Springsteen, quien tras finalizar hace un año su estancia en Broadway y publicar su último disco, ‘Western Stars’, no se ha prodigado demasiado por los escenarios ni ha vuelto a programar, de momento, ninguna gira.

También sonó la versión eléctrica de ‘Atlantic City’ y una puesta a punto más que decente de ‘Darkness on the Edge of Town’, a pesar de que Springsteen dio muestras de que no se encuentra en su mejor nivel vocal, algo que, a efectos prácticos de la causa y teniendo en cuenta la entrega del público, fue irrelevante para mantener la fuerza del espectáculo.

Asimismo, The Boss interpretó una divertida ‘Pink Cadillac’ que encadenó con ‘Savin' Up’ para seguir con un breve discurso en su estilo predicador sobre los errores que a veces se cometen en una relación sentimental.

El repertorio, que incluyó alguna otra pieza más de Grushecky, culminó con Bruce Springsteen y todos los artistas en el escenario haciendo suya la canción que da nombre al festival, ‘Light of Day’, y con una sentida versión acústica de ‘Thunder Road’ que empañó los ojos a más de uno.

Ante 1.600 personas en vez de frente a las 60.000 habituales, el Boss continúa poniendo buenas cartas sobre la mesa con las que comenzar un diálogo con cada uno de los presentes: amor, fracaso, amistad, la carretera, un futuro mejor... Y le sigue funcionando casi como el primer día.

A través de su propia historia o de su capacidad para contar las de otros, Springsteen ha construido con sus canciones un preciado espejo en el que cualquiera puede pasar a contemplar sus fracasos y victorias, miedos, inseguridades y valentías o cierres y comienzos de etapas...

Se trata, quizá, de una capacidad al alcance de muy pocos y que en noches como la de Asbury Park, en las que físicamente no está al 100%, siempre le acaba ofreciendo el punto de juego, set y partido.

El festival ‘Light of Day’ ha celebrado este año tanto su vigésimo aniversario como el cumpleaños de su fundador, Bob Benjamin, que suele coincidir en tiempo con la cita.

Sus organizadores aseguran que en estos veinte años, entre todas las ediciones más los eventos especiales, han recaudado cerca de 6.000 millones de dólares para la lucha contra el párkinson y otras patologías en Estados Unidos, una labor que el propio Springsteen agradeció y alabó en su intervención final, justo antes de arrancarse con un «cumpleaños feliz» dedicado a Benjamin.

Bruce Springsteen, de 70 años, cambió la soleada y cálida Florida para ir expresamente hacia el frío, desapacible y nevado Asbury Park con el objetivo de echar una mano en una causa benéfica, compartir unas horas de camaradería y celebrar la vida con sus amigos de siempre. Una decisión que, quizás, serviría para resumir de forma breve la figura del jefe del propio Boss.