IMANOL INTZIARTE
DONOSTIA

Donostia vive sus 24 horas más intensas del año

Donostia huele a madera. Desde hace semanas. A madera de tambor, de barril, de palillos… Ayer a medianoche fue la izada, y este lunes serguirá la fiesta.

Tamborrada de Donostia. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)
Tamborrada de Donostia. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

Siempre igual, siempre diferente. Donostia vive sus 24 horas más intensas del año. Es el día en el que se difuminan las diferencias, en que se aparcan las discrepancias, en el que una serie de canciones y los golpes sobre un tambor cosen la ciudad completa, incluida la que no sale en las postales, la que va desde Altza hasta Igara, desde Errekalde hasta Ulia.

Demasiada ambición para tan poco tiempo, así que San Sebastián le toma prestadas unas horas a San Mario. Ayer se entregaron las medallas al mérito ciudadano. Entre los galardonados hay tres asociaciones: la fundación Why Not –que trabaja con personas con enfermedades y trastornos mentales y sus familiares–, Naizen –formada por familias de menores transexuales–, y Bikarte, que promueve la acogida temporal de menores procedentes de Rusia y Bielorrusia.

Jesús Rubio, perejil de diversas salsas, fue reconocido por su labor social. Es uno de los socios fundadores de la cooperativa Orona y de los organizadores del veterano torneo de pelota del Antiguo; mientras que Itziar Mintegui verá premiado su trabajo al frente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas.

Por la tarde, salerion a la calle cuatro compañías infantiles: Katalina de Erauso, Gaztelubide, Afede Lagunak y Kresala, esta última precursora de la participación femenina hace cuatro décadas.

Fue el calentamiento para lo que vino a partir de medianoche, con epicentro en la Plaza de la Constitución y réplicas en todos los barrios. El reloj de la antigua biblioteca dio el banderazo de salida. La novedad estuvoen el balcón. Gaztelubide se arrancó con el «Bagera, gu ere bai…», y unos metros más arriba ondeó una bandera blanca y azul diseñada especialmente por el 150 aniversario de la Unión Artesana. Siglo y medio, ahí es nada.

La iniciativa tuvo vocación de continuidad, cada año con una tamborrada diferente. Sobre el tablado estuvo como invitado el tambor mayor de la Artesana, Aitor Oyarzabal, junto al su homólogo de Gaztelubide, José Ramón Mendizabal.

También representantes de más de un centenar de tamborradas, dantzaris de Kresala, la banda de Errenteria –Donostia tiene Conservatorio, Musikene y la sede de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, pero no una simple banda municipal de música– y el catedrático de trompeta Joxe Mari Oiartzabal.

El andoaindarra recibió el miércoles un primer tributo en el Ayuntamiento, por su labor para adaptar las partituras de Sarriegi –originales para piano– a los instrumentos que componen fanfarres y txarangas. Comenzó con las de la tamborrada, allá por los ochenta del pasado siglo, pero detrás vinieron las melodías de Iñudes y Artzaias, Caldereros y otras.

Cinco altas y una baja

Siempre igual, siempre diferente. A esa misma hora se vivieron idénticas sensaciones aquí y allá. Comenzó una larga noche que preludió un no menos largo día. Saldrán a la calle un total de 151 tamborradas de adultos, que reunirán a unas 19.000 personas, sin contar a los músicos que les acompañan.

Se cae por falta de gente la de adultos de Herri Ametsa Ikastola, y se incorporan Anaiak Hirian (Gros), la ONCE (Erdialdea), 14 Gurutze (Antiguo), y Karmelo Txiki y Erlagunak (Amara). De este centenar y medio casi todas son mixtas, hay nueve exclusivamente masculinas y una solo para mujeres.

A mediodía, las miradas convergerán en Alderdi Eder. Cerca de 5.000 niños y niñas, de entre 6 y 12 años, estarán en la terraza y los jardines, observando atentamente a las señales de Aimar Capa, tambor mayor y alumno de Harri Berri Oleta Ikastetxea.

En la tamborrada infantil desfilarán por las calles del Centro 48 compañías de 41 ikastolas y colegios. Hay siete que cuentan con dos compañías. Causa baja el antiguo Corazón de María, luego llamado Claret –junto a la playa de Zurriola–, que llevaba saliendo desde 1965 pero que cerró sus puertas al final del pasado curso.

El resto de personajes pertenece a Aitor Ikastola. El general será Aratz Agirrezabala, su ayudante Ainire Egaña, y la alcaldesa Juno Vidal. Otra decena de niños y niñas representarán diversos oficios, habrá un ciudadano y una ciudadana que recitarán unos bertsos desde la balconada del Ayuntamiento.

Sin Bella Easo

Siempre igual, siempre diferente. Una de las grandes novedades será la supresión del personaje de la Bella Easo y sus damas de honor, quizás de manera definitiva. Hay un acuerdo para eliminar esta figura en el plazo de cinco años, al entender que su filosofía de “niña más guapa de la ciudad” no concuerda con los valores que se pretenden inculcar, pero los responsables de Aitor Ikastola decidieron renunciar ya este mismo año.

Mientras los más jóvenes recorren las calles hechos un manojo de nervios, saludando al escuchar las voces de unos familiares que inmortalizan el momento móvil en mano, en el interior del Ayuntamiento se procederá a la entrega del Tambor de Oro. Será para los equipos femeninos de fútbol y hockey hierba de la Real Sociedad, por los títulos logrados la pasada campaña.

Si bien el galardón fue respaldado por unanimidad plenaria, no se puede obviar el agravio comparativo, sobre todo con las chicas del Bera Bera de balonmano, con cinco títulos de Liga y seis de Copa –el último en la 2018-19– en sus vitrinas. El poder del fútbol y de la marca Real.

EH Bildu y Elkarrekin Podemos se han mostrado además críticos con el cambio en la fórmula de elección, que solo contempla la votación popular en el caso de que una candidatura no obtenga el respaldo de dos tercios del pleno.

En los dos años anteriores la ciudadanía votó entre cinco finalistas, siendo premiados el nadador paralímpico Richard Oribe en 2018 y la activista antidesahucios Rosa García en 2019.

Adiós a Tomás Hernández

Siempre igual, siempre diferente. El dibujo y las letras que adornan el Tambor de Oro cambian de autor. Durante medio siglo ha sido una tarea llevada a cabo por el prestigioso pintor Tomás Hernández Mendizabal, que cumplió 79 años el pasado setiembre y ha colgado los pinceles. Su relevo lo toma otro artista local, Iñigo Arístegui, que cuenta con una tienda en la calle Mari y que ha creado una tipografía original bautizada como “Brisa donostiarra”.