El presidente ruso, Vladimir Putin, ha presentado este martes su nuevo Gobierno con once caras nuevas, entre las que destacan los ministros de Economía, Trabajo, Sanidad y Comunicaciones.

Pese a la remodelación, dos pesos pesados en la política de Putin mantienen su puesto en el Ejecutivo dirigido por el primer ministro Mijail Mishustin: el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, y el titular de Defensa, Serguei Shoigu.

Además de Lavrov y Shoigu, mantienen sus puestos estratégicos el ministro del Interior, Vladimir Kolokolktsev y el de Energía, Alexandre Novak.

Abandonan el Gobierno los ministros de Construcción, Educación, Ciencia y Educación Superior, Justicia, Deporte, Lejano Oriente y Ártico, y Cultura.

«Les deseo sinceramente éxito. (...) Es interés de todo el país», ha señalado Putin en una reunión con todos los ministros del gabinete. 

Putin sorprendió el pasado 15 de enero en su discurso anual en el Parlamento con el anuncio una serie de reformas constitucionales, al que de inmediato siguió la dimisión del primer ministro, Dmitri Medvedev, y de su Gobierno.

Putin nombró entonces a Mijail Mishustin, tecnócrata especializado en fiscalidad, como nuevo jefe de Gobierno.

Haciéndose eco del presidente. Mishustin prometió la semana pasada en el Parlamento «cambios reales», cuando la popularidad de su predecesor había caído en picado debido a las dificultades de la economía rusa.

Su misión será poner en marcha los proyectos de Putin para modernizar Rusia con inversiones de 25,7 billones de rublos –375.000 millones de euros– hasta 2024, en casi todos los sectores: informatización, medio ambiente, educación, carreteras, cultura, demografía y salud.

Todos estos movimientos pusieron sobre la mesa el debate sobre la continuidad de Putin en el poder y fueron vistos como una maniobra del presidente para asegurar su control del sistema político ruso después de 2024, fecha final de su actual mandato y a cuya reelección no puede presentarse.

Aunque en las reformas aún no se observan los detalles sobre cómo prepararía su continuidad, muchos analistas observan que deja el máximo de puertas abiertas para mantener su influencia en el país.

Las reformas de la Constitución prevén aumentar el peso del Parlamento en la designación del primer ministro y reforzar el papel del Consejo de Estado, actualmente un órgano consultivo.