Maite Ubiria

Tensión patente en la prisión parisina de La Santé tras la orden de confinamiento

El rotativo de la capital gala "Le Parisien" ha dado cuenta de «un aumento de la tensión» en la cárcel de La Santé, donde los presos han protestado con gritos, que han escuchado los vecinos, por la orden de confinamiento en celdas. En esa cárcel está Josu Urrutikoetxea, quien ya antes de que entrara en vigor el aislamiento dejó de recibir correo. Su familia relata su situación.

Entrada principal de la vetusta prisión parisina de La Santé. (20minutes)
Entrada principal de la vetusta prisión parisina de La Santé. (20minutes)

Gritos de los presos, focos sobre el interior del recinto y llamadas al orden por los altavoces. La tensión subió enteros, relata "Le Parisien", después de que los presos de la cárcel de La Santé conocieran que sus movimientos y comunicaciones se restringirán todavía más cumplir con las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno galo para tratar de frenar la frenética expansión del coronavirus.

Celdas con varios presos, un edificio vetusto –pese a las reformas– y una situación de aislamiento exacerbada. El cóctel no puede ser más insalubre, ni más peligroso.

«Mi padre lleva dos semanas sin recibir cartas» explica Egoitz Urrutikoetxe, hijo del preso Josu Urrutikoetxea, que se encuentra en la cárcel parisina desde que, en un estado de salud delicado, fuera detenido en mayo pasado en Sallanches (Alpes franceses).

A raíz del protocolo contra la coronavirus, los movimientos en la cárcel se han limitado al mínimo indispensable. Ninguna actividad, solo una hora y media de salida al patio por la mañana y otro tanto por la tarde, detalla Egoitz Urrutikoetxea.

Los tribunales galos aceptaron una primera orden de entrega a Madrid, pero la defensa recurrió, de modo que hoy por hoy Urrutikoetxea es un preso preventivo. Encerrado, eso sí, en una de esas cárceles francesas a las que sistemáticamente apunta con el dedo la Justicia europea a causa de «las condiciones indignas de detención».

La situación de Urrutikoetxea ha sido objeto de denuncia a cargo de sus abogados, con peticiones de excarcelación por motivos de salud o de salida en libertad condicional. Cabe recordar que la Justicia ya se prounció favorablemente a esa opción de salida a espera de juicio, que la Fiscalía bloqueó.

También en la esfera política se han puesto en marcha gestiones para alertar de su caso.

Familias pegadas al teléfono

A resultas del protocolo contra el coronavirus, como los otros presos vascos en cárceles galas, Urrutikoetxea tampoco tendrá visitas. Los encuentros con familiares o amigos (parloir) en penales galos se hacen sin cristal, y ello ha llevado a prohibir las visitas.

Sólo queda la llamada telefónica. De ahí que la familia de Urrutikoetxea espere a que el veterano militante de Ugao llame, esta tarde de jueves, para saber en qué situación se encuentra.

El Observatorio Internacional de Prisiones (OIP) solicitó ayer que se agilicen medidas de excarcelación, para aligerar la superpoblación carcelaria, porque el hacinamiento sistémico de las prisiones es un riesgo mayor.

Según las estadísticas de la propia administración penitenciaria gala, a fecha de octubre de 2029, en las 188 cárceles existentes en el Hexágono estaban recluidas 70.818  personas.

Medidas de urgencia con encaje para presos vascos

No sólo el OIP; también la institución que vela por el control general de prisiones ha puesto ya sobre la mesa propuestas concretas: libertad bajo control judicial para presos preventivos, aceleración de medidas de excarcelación de presos al final de condena o suspensión de penas en casos de enfermedad.

En ese último supuesto encajaría el lasartearra Ibon Fernandez de Iradi, al que una decisión mantiene preso en Lannemezan pese a padecer una esclerosis múltiple.

En la cárcel de La Santé se encuentra, como ya se ha explicado, Josu Urrutikoetxea,  operado en verano de una dolencia de próstata y que tiene 69 años de edad.

La misma edad que Urrutikoetxea tiene Jon Gurutz Maiza Artola, natural de Etxarri Aranatz, que está encerrado en la prisión landesa de Lannemezan.

Los tres lapurtarras más veteranos en cárceles francesas tienen también más de 65 años: Jakes Esnal tiene 69 años, Xistor Haranburu 66 y Ion Kepa Parot 68. Los tres cumplirán en 4 de abril 30 años recluidos entre rejas. La decisión respecto a la demanda de libertad condicional de Jakes Esnal está fijada para el 9 de abril.

La Fiscalía se ha encargado en los últimos meses de bloquear las decisiones de los jueces para que Haranburu, Esnal y Parot (su hermano Unai está también en prisión desde hace tres décadas, pero en Andalucía), y también la kanboarra Lorentxa Beyrie, en situación de final de condena, vuelvan a sus casas con medidas de control judicial.

Precisamente, los presos de Lannemezan han puesto en marcha una iniciativa para enviar cartas al presidente Emmanuel Macron y a la ministra de Justicia Nicole Belloubet para que acepten la conmutación de pena a 30 años, lo que llevaría a la excarcelación para abril de los tres presos labortanos más veteranos.

Hay que destacar que la presa Alaitz Areitio además ganó una demanda relativa a la discriminación que sufren, debido a un cambio legal, los presos de Hego Euskal Herria para acceder a la libertad condicional al no tener «nacionalidad francesa».

Son solo algunos casos que dejan constancia de que por vía judicial se han entreabierto puertas que, de existir decisión política, facilitarían los pasos que exige dar la actual situación de pandemia.