Eguzki Agirrezabalaga

Estambul, estratégica encrucijada entre Europa y Asia

Algunos lo atribuyen a la luz del Bósforo y otros, a los bazares, palacios y minaretes, pero todos coinciden en que esta ciudad está envuelta en un magnetismo mágico e irresistible que seduce a sus visitantes desde el primer día. Hablamos de Estambul.

Vista panorámica de Estambul.
Vista panorámica de Estambul.

Estratégicamente ubicada entre Europa y Asia –con el estrecho del Bósforo entre el mar Negro y el Mármara partiendo la ciudad geográficamente en dos–, Estambul invita a ser descubierta a pie, con todos los sentidos predispuestos a dejarse sorprender a cada paso. La antigua Constantinopla y Bizanzio saluda al visitante con evidentes huellas de siglos de historia, leyenda y poder.

Evidentemente, cada viajero elegirá el itinerario en función de sus gustos y prioridades; sin embargo, hay visitas que ninguna ruta debería excluir. Una opción sería partir del casco histórico, en el barrio de Sultanahmet, donde se ubican tres de las paradas obligadas de cualquier visita a Estambul: la Mezquita Azul, Santa Sofía y el Palacio Topkapi.

Tres paradas obligadas


La Mezquita Azul o Sultanahmet Camii –un delirio arquitectónico, según National Geographic– impresiona, tanto antes de cruzar su puerta como una vez dentro. Con su enorme cúpula central, es de las pocas mezquitas que tienen seis minaretes.
 El calificativo de azul obedece a los azulejos de ese color que cubren el interior de las cúpulas.

A su lado se levanta la mezquita Santa Sofía o Hagia Sophia, de la que se dice que «cambió la historia de la arquitectura». Y, muy cerca, se halla la antigua residencia de los sultanes otomanos: el Palacio Topkapi, construido entre los años 1460 y 1478, aunque cuenta con varias ampliaciones posteriores. Entre las salas y patios que se pueden visitar, destaca el Harén. Pero, sobre todo, es recomendable caminar entre las columnas de mármol bajo el techo abovedado de las cisternas de Yerebatan, bautizadas como el Palacio Sumergido. Fueron construidas durante el dominio del Imperio bizantino, en el año 532, y han sido escenario de numerosas películas.

El Gran Bazar, laberinto de aromas y colores

La ruta puede discurrir después por la avenida Divan Yolu, que lleva al visitante hasta el Gran Bazar, un laberinto único en el mundo con veintidós puertas de acceso, decenas de callejuelas y más de 4.000 comercios. Merece la pena pasar horas en este mercado, oliendo, mirando, regateando, comprando... y dejando que los sentidos se disparen sin control con los olores y colores de joyas, especias, lámparas aparentemente mágicas, alfombras, especias, tés... Y, más aún, en el Bazar de las Especias. Eso, sí, conviene conocer algunos trucos antes de acordar el precio con los engatusadores comerciantes.

Una vez alcanzada la orilla del Cuerno del Oro, estuario estratégico e histórico de la capital turca que seduce de forma especial a sus visitantes, hay quien opta por cruzar el puente de Gálata y subir a la Galata Kulesi, una torre desde la cual se puede disfrutar de espectaculares vistas panorámicas de la ciudad. Cuando se construyó, en el siglo XIV, era el edificio más alto; hoy es una de las torres más antiguas del mundo. Precisamente, en esa zona se ubica la cafetería de Pierre Loti, que recuerda al escritor francés, que se enamoró de la capital turca y se quedó a vivir allí. Tomarse allá un café con vistas al Bósforo dicen que es inolvidable.

Panorámica desde el Bósforo

Una vez allá, el afortunado que disponga de suficiente tiempo puede también recorrer en ferry el Bósforo y contemplar los palacios, mezquitas y torres dispersados en la orilla; o acercarse hasta la parte asiática de la ciudad. El barrio asiático de Üsküdar
 también le sorprenderá.

Igualmente, puede implicarse en el trasiego de la Plaza Taksim, epicentro de la ciudad, desde donde arranca la avenida principal de la zona, Istiklal caddesi, por la que transita el nostálgico tranvía de Estambul. Pero quien quiera huir de esta zona turística puede perderse conscientemente entre las calles aledañas, especialmente en Nevizade, salpicada de anticuarios y pecualiares restaurantes que desde sus azoteas regalan vistas impagables al Bósforo. Además, muy cerca se ubica el hammam Aga Hamami, un buen lugar para relajarse con auténtico un baño turco. Otra opción es Cemberlitas hamami. Una experiencia única.

Como única es también la experiencia de descubrir y degustar los auténticos platos de la cocina turca. Algunos son ya conocidos internacionalmente, entre ellos el Döner Kebab, pero hay otros sobre los que conviene informarse antes de partir hacia Turquía: meze, dolma, kofta, lahmacun, manti, mdye dolma, baklava, kahve, raki... De esta forma, el regreso quedará impregnado de un sabor especial.