El brote de A Marinha, en Vigo, se daba el jueves por controlado y, al día siguiente, se encontraron otros 26 enfermos de covid tirando del hilo. Así se ha llegado a 86 personas contagiadas en un mismo foco. Es uno de los rebrotes más grandes de los que se tiene noticia en el Estado español. Si se comparan los números de A Mariña con los que se conocen de la comarca leridana de El Sagrià (nueve brotes para 130 casos), no se entienden las diferentes medidas que se toman en estas zonas. 

Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo se la jugaron cuando decidieron a fijar las elecciones para el próximo fin de semana cuando el virus estaba sin controlar del todo. Y esta realidad le ha estallado en la cara al gallego, aunque habrá que ver si esto tiene un coste electoral o no. 

En el caso concreto de A Mariña, la comarca era relativamente pequeña y apta para explorar medidas de confinamiento de tipo quirúrgico al estilo de los que se están probando en Catalunya. De hecho, el grueso de los contagios se encontraban en una localidad, Burela, de menos de 10.000 habitantes. Al parecer, estos contagios se vinculan a espacios de ocio nocturno. 

Toda la oposición ha salido a preguntar a Núñez Feijóo dónde están los protocolos sanitarios para casos así y cómo puede ser que siga sin hacer nada. 

La situación en Galiza, donde el virus ha dejado más de 600 víctimas –lo cual no es una mala cifra en proporción a la media estatal, ya que la comunidad tiene 2,7 millones de habitantes– sigue mejorando pese a los casos que sigue notificando Lugo. Este sábado se ha informado de la mayor bajada de casos activos desde el inicio de la epidemia, debido a que las altas epidemiológicas han compensado los nuevos casos.