Daniel GALVALIZI

La campaña de Feijóo, personalismo y regionalismo en estado puro

El presidente gallego ha apostado a ocultar la simbología del PP y machacar con el discurso regionalista en su búsqueda por volver a conseguir una mayoría absoluta. Insiste con crear pánico a un posible tripartito de izquierdas y se exhibe como el gestor eficiente. Temor a una mala sorpresa de las urnas por el repunte de casos de covid-19.

Núñez Feijóo, en este mitin. (Daniel GALVALIZI)
Núñez Feijóo, en este mitin. (Daniel GALVALIZI)

Alberto Núñez Feijóo, al frente de la Xunta desde 2009, fue explícito ni bien comenzó la campaña gallega: si no alcanzaba otra mayoría absoluta y podía gobernar sin aliados, se iría a su casa. Es su forma de aspirar todos los votos posibles y que no se escape ninguno a C’s y Vox, que lo tienen difícil por el suelo del 5% por circunscripción. Desde el inicio su estrategia fue clara: yo, o el caos.

En un mitin en la localidad de Marín, en la península del Morrazo, al norte de Vigo, Feijóo alerta de la «subasta de cargos y desorganización» que vendrá si gana un «multipartito sin propuestas», y se propone como la opción «segura» ante una oposición «sin proyecto». El candidato ruega a los mayores -dos tercios de los presentes- que acudan a votar.

Lo acompaña en el mitin la expresidenta del Congreso y exministra de Fomento, Ana Pastor, y la alcaldesa de esta ciudad atlántica, María Ramallo, cuyo discurso es una buena representación la campaña con eje absoluto en la persona de Feijóo. «En España todos lo admiran y todos lo quieren, pero lo tenemos los gallegos. Nuestro líder indiscutible, no hay nadie mejor», dice Ramallo.

Manuel tiene 75 años y es uno de esos mayores que le es tan fiel al PP gallego. «Los que vivimos una vida larga sabemos lo que queremos y no queremos experimentos con diez partidos», responde a NAIZ sobre por qué elige al PP. Lo escucha su mujer, Carmen, de 73, quien se acerca rauda para añadir: «No queremos que venga gente de afuera que nos diga qué hacer, ni etarras ni nada, queremos gallegos».

Preguntada por qué hace esa asociación de ideas confusa, señala que el BNG «pactó con Bildu y los independentistas», lo que no le gustó «nada» y remata: «Queremos gente sana, Feijóo es y piensa en gallego, en nosotros. Podría ganar en Madrid y se quedó aquí».

En su paso por el centro de Pontevedra, como parte de su ronda de las siete ciudades -una tradición que hace en el final de cada campaña (se trata de una visita express a las mayores ciudades gallegas)–, Feijóo responde a NAIZ en los Xardíns de Casto Sampedro -después de comparecer ante los medios- sobre si teme que baje la participación de los mayores por miedo a los brotes: «(Los opositores) están utilizando la estrategia del miedo, lo que acredita el miedo que tienen a que revalidemos nuestra mayoría. El miedo a la libertad es propio de pensamientos trasnochados que pensábamos erradicados. De la misma forma que la gente puede salir a cenar o tomar una cerveza, se puede ir a votar».

Preguntado sobre por qué oculta la simbología del PP (la candidata del BNG, Ana Pontón, dijo que Feijóo «no muestra ni las siglas ni a sus Cayetanas»), Feijóo ha respondido: «No creo que haya un solo ciudadano en Galicia que no sepa que soy candidato del Partido Popular».

El líder del PPdeG ha basado su campaña en su autodenominada «exitosa» gestión de la crisis sanitaria y con una sugestiva sobriedad partidaria: sin banderas españolas ni casi menciones al partido. En los mitines toda la cartelería lleva el nombre de Feijóo y el vacío eslogan de ‘Galicia, Galicia, Galicia’. Pide sin tapujos una «mayoría estratoférica» que supere los 38 escaños necesarios para investir.

Miedo a la tormenta perfecta

Fuentes tanto del PSOE y del BNG dejan trascender que ven con temor a los ‘populares’ gallegos, que desmienten todo y se blindan en un discurso de seguridad. Pero quienes han vivido varias elecciones en esta tierra coinciden en que observan nervios de la derecha ante una posible sorpresa del destino, una tormenta perfecta que podría afectar la continuidad de Feijóo en el Pazo de San Caetano: la baja participación del segmento social de mayor edad por la pandemia, sumado a los votos que se vayan a Vox y Ciudadanos (entre ambos suman 4% de la intención) podrían hacerle perder al PP un diputado por provincia. Con que Pontevedra, A Coruña, Lugo y Ourense le resten un legislador, pasaría de los 41 escaños pronosticados a 37, perdiendo la mayoría absoluta.

Esa sea tal vez la razón por la que el PP ha acelerado sus apelaciones al miedo a un tripartito y repita eso -entre otras razones de dudosa rigurosidad conceptual- en las llamadas telefónicas que están realizando en los últimos días a votantes mayores. Incluso se ha filtrado que la Consellería de Medio Ambiente comunica con cartas y llamadas sorpresivas subvenciones para productores rurales por daños debido a fauna salvaje. Las mismas ayudas que hace un mes se negaron. Pero cuando la mayoría absoluta peligra, la política saca a flote su creatividad. Este domingo se verá si la estrategia fue la acertada.