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Encuentran un gas que puede tener su origen en organismos vivos en las nubes de Venus

Un gas tóxico y fétido presente en las nubes de Venus podría ser señal de la presencia de vida. Los astrónomos han detectado moléculas de fosfina en la atmósfera venusiana, en cantidades que, de momento, no encuentran otra explicación alternativa a que la produzca algún tipo de organismo vivo.

Recreación de moléculas de fosfina junto a una imagen de Venus. (L.CALCADA/AFP)
Recreación de moléculas de fosfina junto a una imagen de Venus. (L.CALCADA/AFP)

Los astrónomos han detectado señales de un gas tóxico y maloliente en las nubes del planeta Venus y que, a falta de otra explicación, atribuyen de momento a posibles indicios de vida microbiana.

La atmósfera de Venus es un infierno de gases tóxicos y densas nubes de ácido sulfúrico que elevan la temperatura del planeta a niveles extremos de hasta 460ºC. Pero en ese caldo tóxico los astrónomos han hallado fosfina, una sustancia que en la Tierra la producen organismos vivos o laboratorios industriales.

Según han publicado en ‘Nature Astronomy’, las nubes del planeta parecen contener hasta 20 partes por mil millones de fosfina, lo suficiente como para que algo la esté produciendo activamente.

De momento, no han encontrado otras explicaciones para el gas, por lo que si se mantiene, el segundo planeta del sistema solar podría ser el primero en ofrecer señales de vida extraterrestre.

«No decimos que es vida, estamos diciendo que es una posible señal de vida», advierte la astrónoma Jane Greaves de la Universidad de Cardiff en Gales. Hasta ahora las esperanzas de hallar vida se centraban en satélites de Saturno, como Titán o Encelado, o de Júpiter, como Europa.

Vida en el infierno

Venus tiene aproximadamente la misma masa y tamaño que la Tierra y se encuentra en el límite de la distancia al sol que puede facilitar la aparición de la vida –conocido como tramo habitable– pero es un infierno abrasador con lluvia de ácido sulfúrico y presiones atmosféricas aplastantes.

Sin embargo, los científicos estudian la posibilidad de que en el pasado no fuera así y albergara condiciones más favorables para la vida. Ahora intentan averiguar si la fosfina es señal de que en su atmósfera, donde la temperatura es más «suave» que en la superficie, todavía puede darse un entorno acogedor para algún tipo de organismo.

En la Tierra, la fosfina, compuesta por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno, está asociada con microbios o actividad industrial, y para la mayor parte de la vida terrestre, resulta venenosa porque interfiere con el metabolismo del oxígeno.

Pero para la vida anaeróbica, que no usa oxígeno, la fosfina no es tan nociva. En nuestro planeta la producen los microbios que viven en aguas residuales, pantanos y el tracto intestinal de animales. También se produce en la industria química, por ejemplo en la producción de plástico.

Otras explicaciones

El equipo del MIT realizó observaciones de la molécula Venus con el telescopio James Clerk Maxwell en Hawai en junio de 2017, y volvió a comprobar la presencia de fosfina con un telescopio más potente, el Gran milímetro-submilímetro de Atacama, en Chile, en marzo de 2019.

El equipo de Cardif ha estudiado otras posibles fuentes de la fosfina, como la química de la propia atmósfera o del suelo, la actividad volcánica, meteoritos o rayos. De hecho, se ha detectado en otros planetas, pero dada la cantidad observada en Venus, estiman que no sería suficiente para producirla si bien ahora esperan explicaciones de otros científicos que ofrezcan alternativas a la de generación por organismos vivos y que echarían por tierra su hipótesis.

En cualquier caso, el hallazgo supone un estímulo a la curiosidad de los científicos para continuar las investigaciones.