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Carlos Cánovas recibe el Príncipe de Viana por su papel como renovador de la fotografía artística

Carlos Cánavos ha recibido este mediodía el XXXI Premio Príncipe de Viana a la Cultura 2020 en reconocimiento a un trabajo en el que ha hecho de la fotografía arte y conciencia de lugar y que para él es reflejo de su existencia y de su universo particular.

María Chivite junto a Carlos Cánovas en el acto de entrega del Premio Príncipe de Viana. (@gob_na)
María Chivite junto a Carlos Cánovas en el acto de entrega del Premio Príncipe de Viana. (@gob_na)

El Gobierno de Nafarroa ha reconocido la trayectoria profesional del fotógrafo Carlos Cánovas Ciáurriz con la entrega este mediodía del Premio Príncipe de Viana por su papel como renovador de la fotografía artística, del que la lehendakari María Chivite ha resaltado su capacidad de encontrar la belleza en detalles cotidianos.

Durante el acto, que se ha celebrado en el convento de los Franciscanos de Erriberri, en las proximidades del Palacio Real, Chivite ha destacado la faceta creadora de Cánovas, su perfeccionismo y su mirada sensible, que hace visibles y convierte en protagonistas rincones que de otra manera hubieran pasado desapercibidos.

«Esta es la primera vez en su historia que el Premio Príncipe de Viana reconoce a un fotógrafo. Y lo hace considerando la fotografía como arte», ha declarado, quien ha calificado el trabajo artístico de Cánovas como «reflexivo, pensado, con un mensaje que va más allá de lo evidente y con una defensa clara de la calidad frente a la cantidad, tan en auge en nuestro mundo digital, interconectado e inmediato».

En este sentido, Chivite ha resaltado que «el arte de Carlos Cánovas nos propone una reflexión compartida, una conciencia de lugar». Precisamente sus instantáneas de rincones, de paisajes anónimos y recónditos, de detalles han dado muestra de su trabajo de autor, en el que, como ha destacado la lehendakari, captura «la lucha contra lo efímero, usando la imagen como arte, como vehículo para transmitir emociones».

En su discurso, Chivite ha aplaudido su obra, «con su juego de texturas y luces», pero también su forma de ser, en la que priman «el perfeccionismo y el control del detalle». Asimismo, ha reconocido que es «capaz, como solo lo son unos pocos, de crear una mirada propia que busca la esencia de lo representando para conseguir una realidad reconocible y al tiempo insólita».

Chivite ha aprovechado el acto de entrega para reivindicar el Premio Príncipe de Viana como un premio «a la excelencia cultural, ni aristocrático ni del pasado; un premio a la vida, a nuestra actual sociedad».

Sin obviar las peculiaridades de un acto marcado por la pandemia del covid-19 y los efectos que esta enfermedad ha tenido en la sociedad, Chivite ha confiado en que esta nueva «experiencia colectiva» genere una «nueva cultura; una cultura del afecto, de la comunidad, de la humildad y del valor de la vida».

De hellín a Iruñea

La fotografía como poesía íntima Carlos Cánovas ha recibido el galardón de manos de la Presidenta, agradeciendo el premio a Nafarroa, a su familia y «a los fotógrafos y fotógrafas de todo signo de esta comunidad nuestra porque sé, como ellos, lo que es luchar todos los días en este mundo de la imagen fotográfica tan complejo y tan apasionante, tan duro y tan maravilloso, tan mezquino en ocasiones y tan generoso en otras».

Aunque nació en Hellín, en Albacete, en 1951, Cánovas ha residido en Iruñea desde ese mismo año y es en Nafarroa donde dio sus primeros pasos en el mundo de la fotografía, de la mano de su padre.

«Fue en 1972 cuando tomé la decisión de comprar mi primera cámara seria, durante los Encuentros de Pamplona. Mis conocimientos fotográficos se reducían a las elementales cuestiones químicas que mi padre me enseñó cuando era niño», ha recordado.

Poco tardó en dejar el camino marcado por la sociedad del momento y desviarse de la fotografía que imperaba en aquellos años, ha narrado. «Quería que mi mundo fotográfico estuviese en otra parte, que se pareciese mucho más al mundo de la poesía íntima que al del relato social».

Y optó por rincones poco habituales para plasmar en una instantánea: «Frente al centro, las afueras. Frente a la fachada, la pared trasera. Frente al esplendoroso bodegón de flores, la planta polvorienta olvidada en un rincón… No inventé nada. Solo hice mi elección».

Es ese «universo propio», esa mirada particular la que le ha valido el Premio Príncipe de Viana. Pero también su pasión por la fotografía, porque como ha confesado, «sin pasión, no hay cultura; sin pasión no hay arte».

Para Cánovas, ser fotógrafo es precisamente «descubrir y construir su propio universo, y hacer luz sobre él y desde él», y, a través de él, «rescatar del olvido y conservar trocitos de lugares y pedacitos de tiempo atravesados por uno mismo».

Entrega marcada por el covid-19

La entrega del premio, condicionada por la situación generada por la pandemia del covid-19, se ha celebrado este año en la iglesia, ya desacralizada, del convento de los Franciscanos de Olite.

El acto, encabezado por la lehendakari Chivite, ha contado con la asistencia del presidente del Parlamento navarro, Unai Hualde; la alcaldesa de Erriberri, Maite Garbayo; y la consejera de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola, presidenta además del Consejo Navarro de la Cultura y las Artes.

A la ceremonia han acudido el delegado del Gobierno españlol, José Luis Arasti; buena parte del Gobierno navarro, y representantes de la Cámara navarra, además de la presidenta de la Cámara de Comptos, Asun Olaechea.

Cánovas ha estado respaldado por varios familiares, entre ellos su mujer, Juana Arlegui, y representantes del mundo de la cultura, como Javier Torrens, arquitecto y presidente del Ateneo Navarro, entidad que propuso la candidatura de Cánovas.

La entrega de premios, presidida por el pendón del Principado de Viana, ha estado amenizada por el quinteto de metales de la Orquesta Sinfónica de Nafarroa.