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La Audiencia Nacional concede el tercer grado a Rodrigo Rato

El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional ha concedido el tercer grado al expresidente de Bankia Rodrigo Rato y abre la puerta a que por su edad y problemas de salud pueda pedir la condicional. Esta decisión alimenta el relato de la impunidad por lo sucedido con las cajas de ahorros tras la absolución del exministro de la causa por la salida a bolsa de la entidad conocida esta misma semana. 

Rato, tras la salida a Bolsa de Bankia. (Pierre-Philippe MARCOU/AFP)
Rato, tras la salida a Bolsa de Bankia. (Pierre-Philippe MARCOU/AFP)

Una vez absuelto de la acusación por la salida a bolsa de Bankia, el magistrado José Luis Castro ha tenido en cuenta para concederle la semilibertad a Rodrigo Rato que ya ha hecho frente a la responsabilidad pecuniaria derivada de su condena a 4 años y medio de cárcel por las «tarjetas black».

En su auto, el magistrado, que también ha valorado el informe favorable al tercer grado de la Junta de Tratamiento de la cárcel madrileña en la que cumple condena, concluye que en este caso se dan las circunstancias y variables que le hacen merecedor de la semilibertad, «debiendo unir a ello su avanzada edad (71 años) que le permitiría, si se dan los requisitos legales, obtener la libertad condicional por esta causa, así como por las enfermedades coronarias que padece». 

24.000 millones perdidos y solo importan las «black»

Finalmente, la única condena en firme ha sido por el escándalo de las «black», un tema absolutamente menor, si se compara con la causa principal del «caso Bankia». Esta entidad, que se conformó tras un proceso de fusión de cajas, tuvo que ser reflotada mediante la inyección de 24.000 millones de euros de fondos píblicos. Un dinero que será muy difícil recuperar una vez que se ha iniciado el proceso de fusión entre Caixabank y la propia Bankia

Cabe apuntar que el proceso abierto contra los responsables de Bankia, en el que la Fiscalía pedía 8 años y medio para el propio Rato, acabó en una exoneración de los acusados, fundada en que el Consejo de Administración actuó guiado por el propio Banco de España. Esto es, que el fiasco de Bankia no fue un capricho de los administradores, sino más propiamente una operación de estado. 

La misma sensación de que el Estado está detrás se tiene ahora con la fusión entre Caixabank y Bankia, que ha generado mucha oposición en Catalunya. La propia Cámara de Comercio de Barcelona, fundadora de Caixa, denunciaba que el movimiento tenía como objetivo alejar al Banco de Catalunya, como castigo a la pujanza independentista. 

De otra parte, pese a que la Fiscalía finalmente acusó, el procesamiento de Rato y los demás responsables de Bankia surgió, en origen, de un movimiento ciudadano surgido al calor del movimiento 15-M. La plataforma 15-M para Rato, tras conocer la absolución por este caso, apuntó una serie de cambios legislativos en aras a que lo sucedido no se repita, pero ningún responsable público ha querido coger por bandera de estas reivindicaciones.