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Los test de antígenos deberían poner fin a la invisibilidad de la pandemia en África

África es otro mundo. La penetración del covid en el continente es un misterio, dado que apenas se han realizado pruebas. Y se desconoce cuál es el impacto del virus, porque mientras que Europa es vieja (42 años de media), África es el continente más joven y su media de edad está en 18. La llegada de los test de antígenos pueden poner luz a lo que sucede al sur del Mediterráneo.

Una enfermera toma muestras con un hisopo en Sudáfrica. (Luca SOLA/AFP)
Una enfermera toma muestras con un hisopo en Sudáfrica. (Luca SOLA/AFP)

El lanzamiento de nuevos tets rápidos de antígenos en África marcará un «punto de inflexión» en la lucha del continente contra el covid-19, según ha anunciado este jueves la Organización Mundial de la Salud.

La OMS da mucha importancia a una radiografía planetaria del impacto del virus. Hasta ahora, su proyecto más ambicioso ha sido Solidarity, el mayor ensayo clínico de fármacos contra el covid, que acaba de cerrarse sin encontrar un remedio fiable. Su siguiente proyecto, Solidarity 2 se refiere a encontrar la seroprevalencia que existe en todo el mundo, lo que pondrá luz a lo que sucede en África. 

La tecnología PCR, que en Europa se ha normalizado, en África es un bien escasísimo. Requiere de laboratorios con cierta sofisticación y hay países africanos que solo cuentan con un par de máquinas capaces de procesar las pruebas. Solo doce países del continente alcanzaron un umbral clave de 10 test por cada 10.000 personas por semana durante el último mes, según la OMS.

De hecho, el continente sólo ha efectuado algo más de 17 millones de test desde el 14 de febrero, cuando se detectó el primer caso africano en Egipto, una cifra muy corta para una población total de unos 1.300 millones.

«El uso generalizado de pruebas rápidas de alta calidad en África puede revolucionar la respuesta del continente a la covid-19», ha afirmado la directora regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti, en una rueda de prensa. «Las nuevas pruebas de diagnóstico rápido basadas en antígenos -subrayó- ayudarán a satisfacer las enormes necesidades de pruebas en África».

Las nuevas pruebas rápidas son fáciles de usar, más económicas que los test PCR y proporcionan los resultados en solo 15 o 30 minutos, lo que permite a los países descentralizar las pruebas.

La juventud como única arma

La mayoría de los países africanos se concentran en realizar pruebas a viajeros, pacientes o contactos. En las zonas rurales, lo único que les salva de la muerte es su juventud. Ahí es donde África lleva una gran ventaja a Europa. Ellos son el contienente más joven, con una media de edad de 18 años, que cae hasta los 15 años en países como Níger, Mali, Angola o Uganda.

Por contra, Europa es el continente más envejecido, con 42 años de media y donde están los países con la media de edad más alta del planeta (a excepción de Japón, que con 47 años es el segundo país más envejecido solo por detrás de Mónaco, que tiene 53). Alemania destaca con 47 años de media de edad y le seguirían Eslovenia, Italia y el Estado español, todos con 44 años.

«Con pruebas rápidas, las autoridades pueden ir un paso por delante de la covid ampliando la búsqueda activa de casos en entornos desafiantes, como vecindarios urbanos abarrotados y comunidades en el interior», insiste Moeti.

La OMS recalca que las pruebas rápidas de antígenos, sin embargo, son una adición a los test PCR, no un reemplazo de ellos, y recomienda pruebas con una precisión superior al 80%, pues resultan más fiables en pacientes sintomáticos.

Hasta la fecha, África ha contabilizado oficialmente algo más de 1,6 millones de contagios (el 4,1% del total mundial), de los que unos 40.500 han resultado en muertes (el 3,6%) y más de 1,3 millones en curaciones.

Sudáfrica continúa siendo el epicentro de la pandemia en el continente, con más de 708.300 casos, 18.700 fallecimientos y cerca de 640.000 recuperaciones.

En las últimas semanas, el número de contagios ha aumentado a medida que los países han suavizado las medidas de confinamiento para reavivar sus economías, lo que ha suscitado el temor a una segunda ola en África.