Magdalena Tsanis (Efe)

Jean Claude Rabaté, biógrafo de Unamuno: «Hay dudas sobre su muerte, pero faltan pruebas»

El biógrafo de Miguel de Unamuno, Jean Claude Rabaté, asegura que hay razones para dudar sobre las circunstancias de su muerte, pero no existen pruebas que demuestren que hubiera sido asesinado. Rabaté ha participado en la presentación del documental ‘Palabras para un fin del mundo’, que se presenta en la Seminci de Valladolid.

Jean Claude y Colette Rabaté, en un congreso sobre Unamuno. (NAIZ)
Jean Claude y Colette Rabaté, en un congreso sobre Unamuno. (NAIZ)

«Hay dudas, pero no podemos probar nada», ha dicho Rabaté, que ha participado como uno de los asesores del director Manuel Menchón en el documental ‘Palabras para un fin del mundo’, que se presenta el próximo domingo en la Seminci de Valladolid y que cuestiona el relato oficial aceptado hasta ahora.

Ese relato es el del historiador José María Ramos Loscertales, basado en el testimonio de Bartolomé Aragón, un joven falangista, supuesto exalumno y amigo de Unamuno que fue a visitarlo la tarde del 31 de diciembre de 1936 y único presente en la habitación en el momento de su muerte.

Según Rabaté, uno de los principales descubrimientos que ha hecho Menchón ha sido el perfil «sanguinario» de Bartolomé Aragón. «Es falso que fueran amigos, es falso que fuera un colega», ha subrayado el catedrático de la Sorbona. «Era un falangista que luchó en Huelva, un sanguinario, un hombre brutal, violento, que participó en las matanzas de Río Tinto» y «que organizaba quemas de libros».

En su libro ‘En el torbellino. Unamuno en la Guerra Civil’, Jean Claude y Colette Rabaté recogen que, según fuentes orales, «Bartolomé Aragón se asustó y salió gritando que él no había hecho nada» y añaden: « El ambiente de Salamanca después del 12 de octubre fue tal que era posible pensar en el asesinato de Unamuno».

Por otro lado, señalan que el hecho de que el libro de Loscertales con el testimonio de Aragón se publicara tan solo 16 días después de la muerte del autor de ‘Niebla’, «atestigua el propósito de Ramos Loscertales de salir al paso de los rumores insistentes sobre el envenenamiento de Unamuno que circulaban por la ciudad».

En cuanto a esas supuestas últimas palabras de Unamuno -«¡Dios no puede volverle la espalda a España! ¡España se salvará porque tiene que salvarse!»- subraya que para los investigadores no son palabras suyas sino atribuidas a él por Falange Salmantina y que «pueden haber sido instrumentalizadas».

Para Rabaté el documental de Menchón aporta otras muchas novedades desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, las duras críticas que Unamuno hizo de Hitler («deficiente mental y espiritual») y de Mussolini («caudillo peliculero») y que pudieron costarle el Premio Nobel, según un informe del gobierno alemán al que Menchón ha tenido acceso.

En 1935 el Nobel de Literatura quedó desierto, algo que solo había ocurrido en una ocasión con anterioridad, por el estallido de la Primera Guerra Mundial.

También ve novedosas Rabaté las pruebas de que sus relaciones con Manuel Azaña «no fueron tan malas como evocan los adversarios del presidente» y de su talante «pacifista», manipulado en las entrevistas que concedía a corresponsales extranjeros con la presencia sistemática de un censor.

«La pregunta es por qué seguía dando esas entrevistas. Él era un hombre fascinado por la palabra, a lo mejor no se dio cuenta de la fuerza de la propaganda, pero fue algo que le dañó muchísimo, sobre todo en la prensa extranjera», dice Rabaté.

Por último, destaca la importancia de la alusión que hizo Unamuno en su discurso del 12 de octubre de 1936 a José Rizal, héroe de la independencia filipina fusilado por los españoles. «Para mi es tan español como nosotros el filipino Rizal, que se despidió del mundo en español», dijo Unamuno según las anotaciones del catedrático Ignacio Serrano que recoge el documental.

Esas palabras, incide Rabaté, provocaron «la cólera» de Millán Astray y sus amenazas de muerte contra intelectuales y «catalanistas».