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Santiago

Estadio Nacional de Santiago: electores «emocionados» por un referéndum «histórico»

Los electores afluían este domingo hacia el Estadio Nacional de Santiago para participar en el referéndum sobre la reforma de la Constitución. Es el centro de votaciones más grande de Chile, pero también un lugar cargado de historia, ya que fue centro de torturas durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Alrededor del Estadio Nacional, en la capital chilena, se han instalado 162 oficinas de voto. (Javier TORRES | AFP)
Alrededor del Estadio Nacional, en la capital chilena, se han instalado 162 oficinas de voto. (Javier TORRES | AFP)

«Es un lugar emblemático en las elecciones. Ya no vivo aquí, pero continúo viniendo a votar aquí», explica a AFP Romina Núñez, de 42 años, que dirige uno de los 162 colegios electorales instalados al aire libre en torno al inmenso estadio circular.

Apoya la reforma de la Constitución y tiene «mucha esperanza de que cambien las cosas» en este país sudamericano de 18 millones de habitantes. Para ella, una victoria del “Apruebo” podría «dar otro sentido» a este lugar que ha marcado la historia reciente de Chile.

En setiembre de 1973, poco después de que se produjera el golpe de Estado del general Augusto Pinochet (1915-2006) contra el presidente socialista electo, Salvador Allende (1908-1973), el Estadio Nacional fue transformado en un inmenso campo de prisioneros.

Alrededor de 40.000 personas fueron encerradas allí, muchas de ellas torturadas y ejecutadas.

En su interior, una tribuna rodeada con alambre de púas, que conserva los bancos de madera como estaban entonces, atestigua todavía aquel periodo sombrío. «Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro», está escrito en lo alto de la tribuna, en memoria de los al menos 3.200 muertos y desaparecidos de la dictadura.

«Rendir homenaje»

Transcurrido un año desde que se desencadenara una ola de protestas inédita en treinta años de democracia, cerca de 15 millones de chilenas y chilenos estaban llamados a las urnas para decir si quieren cambiar la actual Constitución, a la que muchos acusan de frenar cualquier reforma social de calado.

Los colegios electorales cerrarán a las 8 de la tarde, hora local (cuando sea la medianoche en Euskal Herria).

Los electores tendrán que responder a dos preguntas. La primera: «¿Quiere usted una nueva Constitución?»; podrán marcar con bolígrafo azul la opción «Apruebo» o «Rechazo».

La segunda: «¿Qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución?»; aquí pondrán optar entre una «Convención Constitucional Mixta» compuesta por 172 miembros, distribuida en partes iguales entre ciudadanos electos y parlamentarios, y una «Convención Constitucional», de 155 miembros, en la cual todos sus integrantes tienen que ser elegidos específicamente para este propósito.

Elías Pérez, sicólogo de 49 años, llegó temprano al Estadio Nacional para votar. Prácticamente fue el primero que metió sus papeletas en la urna instalada sobre la mesa de su colegio electoral.

Para el, este referéndum, organizado tras un acuerdo entre los partidos chilenos en respuesta a la comentada ola de protestas, no es una elección más: «¡Este es un domingo histórico!», comenta emocionado tras ejercer su derecho en este emblemático emplazamiento.

«Poder votar en este lugar que representa tanto dolor, donde sistemáticamente hubo violaciones de derechos humanos, y poder desde este mismo lugar conducir al cambio, es una manera simbólica de rendir homenaje a todos aquellos que ya no están con nosotros», añade.

Belén Hinojosa, de 25 años, también ha venido a votar. Y también para ella «este lugar representa mucho dolor». «Sería genial si finalmente un cambio, algo diferente, pudiese encontrarse por fin aquí», indica a AFP.

Últimos sondeos

Según los últimos sondeos realizados antes de la jornada dominical, el “Apruebo” ganaría con entre el 60% y 70% de los votos.

Pese a la incertidumbre sobre la participación debida a la pandemia de coronavirus, las colas se repetían delante de muchos de los colegios de la capital.

Hasta que estalló la crisis el 18 de octubre de 2019, Chile era considerado como uno de los países más estables de Latinoamérica.

Desencadenada por una subida del precio del metro de Santiago, la protesta se ha visto alimentada por la ira popular contra un modelo económico al que se reprocha que favorece a los más ricos y por la desconexión de las élites de la difícil vida cotidiana de muchos chilenos.