Maite Ubiria

¿Si no está cerrada la muga por qué está ahí la Ertzaintza?

Filas de coches, autobuses, furgonetas. Conductores enfadados. Los dos entes autonómicos del sur vasco no tienen competencia sobre los pasos de muga. Para eso hay que ser un Estado. Hoy en Behobia y Santiago no hemos visto a las policías francesa y española, pero la Ertzaintza se ha plantado en la punta del puente que pisa territorio guipuzcoano con un control filmado por cámaras. Una cumbre europea, prevista para la semana próxima, puede cambiar la situación en la muga, que ya se selló en marzo.

Control de la Ertzaintza, en Behobia, a los vecinos de Lapurdi que se dirigían a Gipuzkoa. (Bob EDME)
Control de la Ertzaintza, en Behobia, a los vecinos de Lapurdi que se dirigían a Gipuzkoa. (Bob EDME)

Es casi mediodía. La Ertzaintza ha levantado el control que ha mantenido durante la mañana en Behobia y lo ha trasladado al puente de Santiago.

Cuando paso, a pie, el puente que enlaza Hendaia con Irun para hablar con los agentes, los conductores que esperan poder pasar, atascados y sin saber por qué, me ponen deberes. «A ver si a tí te comentan algo y luego cuando vuelvas nos cuentas», me dicen, unos y otros. Para que lo tenga más claro, en tres idiomas.

Llego al lugar en que está la furgoneta de la Ertzaintza. Uno de los policías pide papeles a unos metros a cada coche que se detiene a su altura.

Un agente al que paso a hablar en castellano tras disculparse porque no habla euskara, me explica que el control obedece «a la situación sanitaria y a la amenaza terrorista».

Ayer, y también hoy, muchos vecinos de Lapurdi han seguido pasando a Gipuzkoa. Las tiendas de la muga, las ventas, siguen trabajando.

No es como en marzo cuando los dos estados se repartieron la tarea de cerrar cada cual la parte del territorio vasco que administran y echaron el cerrojo en la muga. O quizás la situación no es la misma, solo de momento.

El prefecto llama a no ir «al restaurante o a comprar» al sur

«Las fronteras internas de la UE seguirán abiertas», aseveró a las 20.00 del miércoles 28 de octubre Emmanuel Macron.

A las 14.30 de hoy, 30 de octubre, vía videoconferencia, el prefecto de Pirineos Atlánticos, Eric Spitz, ha reiterado que «los franceses pueden ir y venir», porque las fronteras internas europeas no están cerradas.

Con todo, ha llamado a respetar las prohibiciones que rigen en municipios de Gipuzkoa «y a no ir a un restaurante en San Sebastián o a hacer compras a Irun».

Según ha confirmado, la próxima se anuncia una cumbre europea en la que se podría avanzar en la coordinación sobre las fronteras, «para no repetir lo ocurrido en marzo», ha dicho, cuando las fronteras se fueron cerrando por decisiones estado a estado.

Con Iparralde desde hoy bajo confinamiento general, pero no así la CAV, que ha implantado limitaciones de entrada y salida por municipios, el dilema para muchos al norte del Bidasoa era: ¿podemos ir al sur o no, y para hacer qué?

En Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi se puede salir desde hoy a trabajar, a estudiar, a cuidar de menores o ancianos, a dar un paseo no muy lejos de casa, a ir al médico o a una cita judicial... y a hacer compras cerca del domicilio. Son los motivos que se pueden señalar en el justificante que hay que llevar siempre en el bolso.

Para muchos hendaiarras ir de compras a Irun no es ir ni a otro Estado ni casi a otra ciudad, la bahía de Txingudi es un flujo continuo de intercambios.

Cumbre europea para decidir sobre fronteras

La declaración del prefecto, remarcando que el paso sigue abierto «para los transfronterizos» puede aclarar algo las cosas, y su anuncio sobre esa cumbre europea en que se hablará de fronteras, puede hacer atisbar cerrojos a futuro, pero esta mañana todo eso no estaba tan claro en los pasos sobre el Bidasoa.

«¿Solo dejais pasar a los que van a trabajar?» le preguntamos a un agente, de la Ertzaintza, a pie de control.  Afirma que no tienen orden de impedir la entrada en Irun o Gipuzkoa a los que vienen del norte «porque está autorizada la movilidad para actividades socioeconómicas». Y matiza «a lo que no se puede venir es a pasear o a la playa».

En las redes sociales se remarca estos días que «muchos franceses llenan los carros en los centros comerciales» de los alrededores de Irun.

Más allá de lo que ello parezca a cada cual, por ley, el Gobierno que manda sobre la Ertzaintza, y los ayuntamientos del sur vasco, poco pueden hacer nada al respecto. Así lo reconoció días atrás el alcalde de Donostia, Eneko Goia.

No es una opinión, los estados tienen unas competencias, las autonomías otras. Enésima lección de realismo, y de las desventajas de no ser alguien en el concierto internacional para ordenar mejor este tiempo de pandemia en los siete territorios de este país.

La «prohibición» que ha verbalizado el prefecto tiene el pese de venir de un representante del Estado, aunque suene a aviso hasta que los estados se pongan de acuerdo, y Madrid y París coordinen en materia de fronteras «aplicando el principio de reciprocidad», ha apuntado Eric Spitz.

Por lo demás, los habituales zurrumurru, que marcaron nuestra vida, los mugalari, en marzo de 2020 han vuelto. Que si multan a los de matrícula francesa, que si se ceban con los que mantienen las placas españolas pero viven en Hendaia... Todo un poco cansino.

«Oye, ¿qué te han dicho los ertzainas?, me pregunta un sufrido taxista de Hondarribia, que pasea ya fuera del vehículo, y que me cuenta que debe llevar a su pasajera, una señora de edad, a una consulta médica en Donostia, «y se echa la hora encima».

Le resumo eso de que se puede pasar pero hay que enseñar papeles a la Erzaintza. Resopla con las manos en jarras en la cintura.

«Es porque estáis con las cámaras», reflexiona. A ver si al final cobro yo. Me vuelvo de retorno a Hendaia, tras rozar discretamente con la mano la estela de Oteiza que marca el punto que une/separa a Gipuzkoa y Lapurdi.

Y en ese momento arranca una sonora bocinada de protesta por el control.

Día uno de confinamiento en Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi. Habrá que hacer las cosas mejor para que no salten chispas. Es otoño, no primavera. El clima es plomizo.

Para prueba un botón, casi un centenar de ciudadanos se movilizaron horas antes de entrar en vigor el confinamiento en la pequeña localidad de Larresoro, siguiendo un llamamiento que circuló por redes sociales.