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Tres décadas sin Roald Dahl, el gran alimentador de la imaginación

Hoy hará 30 años del fallecimiento en Oxford de Roald Dahl, uno de los genios de la literatura infantil y juvenil creador de personajes inolvidables como Matilda y libros que hicieron soñar a millones de niños y niñas, como «Charlie y la fábrica de chocolate» o «James y la calabaza gigante».

Roald Dahl. (NAIZ)
Roald Dahl. (NAIZ)

Un 13 de setiembre de 1916 Dahl llegó al mundo en un pueblo de Gales, una fecha tan importante como la que hoy se celebra, la de su muerte, porque marca los años que este genio de la literatura para pequeños y jóvenes dedicó a regalarnos historias como “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Las brujas”, “Matilda” o “James y el melocotón gigante”, que fue su primer libro infantil publicado en 1961. Se cuentan por miles los niños y niñas que se han pasado la infancia soñando con el billete dorado de “Charlie y la fábrica de chocolate” o queriendo ser Matilda, el célebre personaje que sin haber cumplido los cinco años ya atesoraba habilidades increíbles.

Libros a los que habría que sumar otros muchos –como “El gigante bonachón” o “Los cretinos”– porque este escritor nos ha dejado una producción con la que poder disfrutar horas y horas de risas, intriga y reflexión.

Desde su nacimiento ya apuntaba maneras. Y es que su padre y madre, Harald Dahl y Sofie Magdalene Hesselberg, de procedencia noruega, le pusieron el nombre de Roald en honor al explorador Roald Amundsen, un héroe nacional de Noruega.

En este país pasó sus vacaciones durante su infancia y adolescencia, y es el tema principal de “Boy”, relato que Dahl siempre defendió que no se trataba de una autobiografía, ya que, sostenía, él nunca escribiría una autobiografía. Dahl describía el libro como «unas historias y recuerdos de una infancia colmada de diversión».

La aventura formaba parte de la vida del escritor. Así, tras terminar el colegio comenzó a trabajar en la petrolífera Shell y, tras un periodo de aprendizaje de dos años en su Gales natal, se embarcaría rumbo a Tanzania, donde suministraría combustible mientras se enfrentaba a hormigas y leones, entre otros peligros. Un viaje de casi mil kilómetros en coche desde Dar-es-Salaam a Nairobi le valdría para que lo aceptaran en la Royal Air Force en 1939, con la que aprendería a volar y visitaría lugares como Egipto o Libia, país en el que tuvo un accidente aéreo que lo llevaría a enamorarse de Mary Welland, la enfermera que lo cuidó y la primera persona a la que vería tras ocho semanas de ceguera. Aunque los médicos afirmaron que nunca volvería a volar, a los cinco meses del accidente Dahl ya sobrevolaba Grecia junto al British Expeditionary Force, en la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, contaría sus experiencias de vuelo y guerra en el libro “Volando solo”.

Dahl comenzó a escribir en 1942, tras su traslado a Washington. El “Saturday Evening Post” publicaría el cuento “Shot down over Libya”, en la que relataba su accidente aéreo.

Pero Dahl sería reconocido sobre todo por sus libros infantiles, que recogen historias usualmente contadas desde la perspectiva de los menores y en las que, frecuentemente, se entremezclan figuras adultas que maltratan a los menores y un personaje adulto que funciona de contrapunto, convirtiéndose en aliado de los niños y niñas. Muchas de estas historias han sido llevadas al cine, como por ejemplo “Chitty Chitty bang Bang” (1968), “Las brujas” (1983), “Matilda” (1996), “Charlie y la fábrica de chocolate” (2005) “Fantastic Mr. Fox” (2009) o la más reciente “The BFG” (2016).

Títulos que dejaría para la posteridad tras su muerte en 1990, a causa de la leucemia.