La peste negra que diezmó Nafarroa, eje de una exposición del Archivo General

Data

23.02.06 - 23.02.28

Lekua

- Iruñea

Miniatura de la época que recoge la tremenda mortandad provocada por la peste negra.
Miniatura de la época que recoge la tremenda mortandad provocada por la peste negra. (WIKIMEDIA)

Cuando se cumplen 675 años de la llegada de la epidemia de peste negra a Europa, el Archivo General de Nafarroa dedica su microexposición de febrero a mostrar al público algunos de los documentos que custodia relativos a aquellos dramáticos sucesos, que redujeron la población del viejo reino a la mitad y de los que tardó más de cuatro siglos en recuperarse demográficamente.

A comienzos de 1348, procedente de Asia, la peste llegó a los puertos italianos y comenzó a propagarse por tierras europeas. Para la primavera de ese año ya había llegado a Nafarroa desde el norte de los Pirineos. Venía precedida por unos años de malas cosechas, con el hambre enseñoreándose de los campos y ciudades navarras y, tal vez por ello, su difusión fue muy rápida.

Se extendió tanto y resultó tan letal, que el viejo reino perdió a la mitad de su población. Los documentos expuestos en la microexposición demuestran que las casas de Iruñea se quedaron sin alquilar, los baños de Tutera no pudieron tributarse y los campos no pudieron cosecharse en verano «por razón de la gran mortandad».

En Arellano nadie quería labrar las viñas porque la población había muerto en su mayoría, la mayor parte de los pecheros de Zarikiegi «murieron en la mortandad» y los supervivientes pedían que se les perdonaran las cargas e incluso la vigilancia de la frontera guipuzcoana con Castilla había decaído «por la mengua de las gentes».

Al principio, convencidos de que la epidemia era un castigo divino, la población buscó el perdón de Dios y el auxilio del cielo. El recibidor de la merindad de Erribera, en otro documento expuesto en esta ocasión, se lamentaba de que la mortandad había acontecido «por ordenanza de Dios».

Más adelante santos como San Sebastián y San Roque cobrarían fama como protectores contra la peste. Pero las congregaciones en iglesias y procesiones solo favorecieron la extensión de la enfermedad. Así que, por pura experiencia, pronto intuyeron que lo mejor era separarse y huir, porque, cuando la enfermedad se declaraba, ya no había remedio. Había que «irse pronto, hacerlo lejos y volver tarde».

Nafarroa tardaría más de cuatro siglos en recuperar la población anterior a la peste negra. Pero además de despoblación, la epidemia causó una gran crisis económica, política y social. El desastre demográfico y económico obligó a la corona a perdonar impuestos y cargas.

Un año después, en 1349, el recibidor de la merindad de Zangoza declaraba en su registro contable que los pueblos estaban muy destruidos y empobrecidos. Muchas localidades se abandonaron para siempre, la actividad económica se paralizó y una enorme oleada de criminalidad se apoderó del campo navarro. Sin embargo, también abrió nuevos horizontes a los supervivientes, que encontraron un medio de prosperar en el vacío humano causado por la peste negra.

A finales de 1348, la epidemia se daba por terminada tras dejar numerosas víctimas, entre las que figuraba la propia reina de Nafarroa, Juana II, aunque aproximadamente cada diez años volvió a hacer acto de presencia.

A pesar de su terrible paso, la lucha contra la enfermedad sentó las bases de la sanidad pública, de la higiene urbana, de la colaboración sanitaria internacional y de la investigación médica.

La muestra abierta en la galería baja del Archivo de Nafarroa todos los días del mes de febrero de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas con acceso gratuito.

Kokapena

Archivo General de Nafarroa
calle Dos de Mayo
Iruñea.