Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Salir a la calle gana batallas

Que el PP se vea obligado a recular y acepte la tramitación de la ILP contra los desahucios constituye una pequeña gran victoria de la presión social. Y resulta especialmente importante teniendo en cuenta la necesidad que tenemos de triunfos que demuestren la efectividad de la movilización. Salir a la calle gana batallas. Pelear es útil y efectivo. Esa es la lección que hay que extaer del súbito cambio de posición de la derecha española. Sin las marchas, las acciones y el señalamiento público de los responsables, el PP no se habría visto obligado a permitir que, al menos, la propuesta contra la voracidad de los bancos se discuta en el Congreso español.

Ayer quedó evidenciado que la batalla por la legitimidad está ganada. Ahora toca prepararse para el verdadero combate. El que hará confrontar el programa de mínimos "irrenunciables" de la sociedad civil con la versión descafeinada del Gobierno, escrita al diktat de la banca. Porque, después de la primera euforia, es imprescindible hacer un balance de situación para no dejar que la envolvente del PP nos confunda.

En primer lugar, habrá que reconocer que celebrar como triunfo el trámite de una iniciativa popular que lleva el aval de un millón y medio de personas simboliza la paupérrima calidad democrática del Estado español.

En la práctica, lo que buscó ayer el PP con su repentino cambio de posición era evitar el titular de "Sí a los toros y no a los desahuciados". No es nuevo. Hizo lo mismo en noviembre, cuando presentó un decreto insuficiente que vino acompañado por pomposos anuncios de que el Gobierno ponía fin a las ejecuciones hipotecarias. No tuvo ningún efecto, apenas se frenaron ocho lanzamientos y el número de víctimas aumenta de forma sangrante. Esta semana, cuatro suicidios, que son cuatro asesinatos hipotecarios.

Esta misma estrategia es la que aplicará en el futuro. Ahora que el trámite parlamentario sume el texto en un letargo fuera de cámara, el PP utilizará su mayoría absoluta para desdibujar la propuesta de la PAH. No olvidemos que su primer planteamiento de ayer por la mañana fue rebautizar su decreto con el nombre de la ILP mientras mantenía intacto su propio contenido. Una vez que el cambio de postura era un hecho, se esforzó en recordar que su rodillo es el que da y el que quita, al tiempo en el que intentaba capitalizar la lucha de las plataformas. Toda una exhibición de cinismo que tuvo su punto culminante en la apelación de Teodoro García, el diputado del PP, a Ada Colau. "Estamos en el mismo camino", dijo sin un ápice de vergüenza. La sorpresa mostrada por la derecha ante el lógico enfado de los activistas solo es reflejo de la soberbia de quien se cree que democracia es cheque en blanco para cuatro años y obediencia debida para los ciudadanos.

Es la presión popular la que ha hecho al PP moverse. También al resto de grupos que hasta antesdeayer descalificaron las propuestas de las plataformas. Reivindiquemos que es el miedo a ser señalados como culpables de la sangría lo que les obliga a elaborar sus tramposos argumentarios. Quedémonos con lo importante. Manifestarse sirve. Protestar es útil. Organizarse es efectivo. Frente a los agoreros del "protestar no vale de nada" hay que exhibir los triunfos. Cada huelga que evita despidos, cada manifestación que mete miedo al Gobierno, cada acción que denuncia y construye alternativas forma parte de la pelea a largo plazo. Victorias como esta nos lo recuerda.

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