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Un grupo indígena de la Amazonia boliviana podría ser la clave para retrasar el envejecimiento

Un equipo de investigadores internacionales ha descubierto que los indígenas tsimane de la Amazonia boliviana experimentan menos atrofia cerebral que las poblaciones occidentales. En su caso, la disminución de sus volúmenes cerebrales con la edad, un signo de demencia, es un 70% más lenta.

Indígenas tsimane, en una imagen de 1913. (WIKIPEDIA)
Indígenas tsimane, en una imagen de 1913. (WIKIPEDIA)

Un grupo indígena de la Amazonia boliviana podría ser la clave para retrasar el envejecimiento, ya que entre la población de los tsimane la disminución de los volúmenes cerebrales con la edad es un 70% más lenta que en la población occidental, según un estudio publicado en el ‘Journal of Gerontology, Series A: Biological Sciences and Medical Sciences’.

Aunque los habitantes de las naciones industrializadas tienen acceso a la atención médica moderna, son más sedentarios y llevan una dieta rica en grasas saturadas. En cambio, los tsimane tienen poco o ningún acceso a la atención médica, pero son extremadamente activos físicamente y consumen una dieta rica en fibra que incluye verduras, pescado y carne magra.

«Los tsimane nos han proporcionado un increíble experimento natural sobre los efectos potencialmente perjudiciales de los estilos de vida modernos en nuestra salud», explica el autor del estudio, Andrei Irimia, profesor asistente de gerontología, neurociencia e ingeniería biomédica en la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la Universidad del Sur de California (US) y en la Escuela de Ingeniería Viterbi.

Irimia añade que «estos hallazgos sugieren que la atrofia cerebral puede ralentizarse sustancialmente mediante los mismos factores de estilo de vida asociados a un riesgo muy bajo de enfermedad cardíaca».

Los investigadores incluyeron en su estudio a 746 adultos tsimane de entre 40 y 94 años. Para realizar los escáneres cerebrales, proporcionaron a los participantes el transporte desde sus remotas aldeas hasta Trinidad (Bolivia), la ciudad más cercana con equipos de tomografía computarizada. Ese viaje podía durar hasta dos días completos, con desplazamientos por río y carretera.

El equipo utilizó los escáneres para calcular los volúmenes cerebrales y luego examinó su asociación con la edad de los tsimane. A continuación, compararon estos resultados con los de tres poblaciones industrializadas de Estados Unidos y Europa.

Menos atrofia cerebral

Los científicos descubrieron que la diferencia de volúmenes cerebrales entre la mediana edad y la vejez es un 70% menor en los tsimane que en las poblaciones occidentales. Esto sugiere que los cerebros de los tsimane probablemente experimentan mucha menos atrofia cerebral que los occidentales a medida que envejecen. La atrofia está correlacionada con el riesgo de deterioro cognitivo, deterioro funcional y demencia.

Los investigadores señalan que los tsimane tienen altos niveles de inflamación, lo que suele asociarse a la atrofia cerebral en los occidentales. Pero su estudio sugiere que la alta inflamación no tiene un efecto pronunciado en los cerebros de los miembros de este pueblo.

Según los autores del estudio, los bajos riesgos cardiovasculares de los tsimane pueden compensar su riesgo inflamatorio provocado por las infecciones, lo que plantea nuevos interrogantes sobre las causas de la demencia.

Una posible razón es que, en los occidentales, la inflamación está asociada a la obesidad y a causas metabólicas, mientras que en los tsimane está impulsada por infecciones respiratorias, gastrointestinales y parasitarias. Las enfermedades infecciosas son la principal causa de muerte entre ellos.

«Nuestro estilo de vida sedentario y nuestra dieta rica en azúcares y grasas pueden estar acelerando la pérdida de tejido cerebral con la edad y haciéndonos más vulnerables a enfermedades como el Alzheimer. Los tsimane pueden servir de referencia para el envejecimiento saludable del cerebro», afirma el autor del estudio, Hillard Kaplan, profesor de economía de la salud y antropología de la Universidad de Chapman, que ha estudiado a los tsimane durante casi dos décadas.

Los indígenas tsimane captaron la atención de los científicos cuando un estudio anterior descubrió que tenían corazones extraordinariamente sanos en la tercera edad. Ese estudio anterior, publicado por la revista ‘Lancet’ en 2017, mostró que los tsimane tienen la menor prevalencia de aterosclerosis coronaria de cualquier población conocida por la ciencia y que tienen pocos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

La bajísima tasa de enfermedades cardíacas entre los aproximadamente 16.000 tsimane está muy probablemente relacionada con su estilo de vida de subsistencia preindustrial de caza, recolección, pesca y agricultura.

«Este estudio demuestra que los tsimane destacan no sólo en términos de salud cardíaca, sino también de salud cerebral. Los hallazgos sugieren amplias oportunidades de intervención para mejorar la salud cerebral, incluso en poblaciones con altos niveles de inflamación», añade Kaplan.